Salvador Sánchez Cerén, maestro rural, el excomandante “Leonel
González”, asumió este domingo como el primer presidente guerrillero de El Salvador,
tras ganar con sólo 0,22% sobre su oponente.
Representando al bolivariano Frente Farabundo Martí para la Liberación
Nacional (FMLN) —la fuerza guerrillera que en 1992 firmó los Acuerdos de Paz de
Chapultepec que finalizaron 12 años de guerra civil que costó 76.000 muertos (de cinco millones de habitantes entonces)
y de la que él fuera uno de sus cinco comandantes—, Sánchez Cerén asume
acompañado del también exguerrillero Oscar Samuel Ortiz como vice, tras el gobierno
de Mauricio Funes Cartagena, el primer gobernante del FMLN pero que no militaba
en el partido.
Cuarto ex guerrillero latinoaméricano en el poder —con el
nicaragüense Ortega Saavedra, el uruguayo Mujica Cordano y la brasileña Rousseff—,
la situación salvadoreña que encuentra tiene graves prioridades en empleo,
seguridad y educación. La alta delincuencia —más de 70.000 jóvenes y adolescentes
en las maras— conlleva una de las mayores tasas de homicidios de la región —69,2
muertes violentas por 100 mil habitantes—: a pesar de su industrialización
tiene un alto desempleo y una desigualdad manifiesta —Gini 48,3—, mala salud y
educación y alta corrupción.
Estas serán difíciles tareas y ahora sin el apoyo económico
de sus principales aliados ideológicos: Venezuela y Cuba.
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