martes, 18 de agosto de 2015

Esopo y el final capitalista


En su fábula “El pastor mentiroso”, Esopo contó la historia de un pastor bromista que siempre anunciaba a gritos que un lobo atacaba su rebaño pero era un bulo bromista y cuando realmente necesitó ayuda nadie lo fue a socorrer. Con ella, el fabulista griego quiso darnos la moraleja que “al que mucho anuncia lo que no sucede, a la postre nadie le toma importancia”.

Desde niño (hace ya varias décadas), oí muchísimas veces repetir el obituario del capitalismo en cada crisis que sacudía al sistema capitalista. Ya de estudiante, pude acercarme a quienes lo anunciaron primero: Marx y Engels, Lenin y Mao (también algo Bakunin) y sus predecesores, los socialistas utópicos (Owen, Saint-Simon, Fourier) y, menos, a Babeuf. (Menciono a todos para destacar que no fueron pocos y con buenas argumentaciones.)

Sin embargo, en ese período desapareció la Unión Soviética (resurgiendo Rusia y muchísimas repúblicas que fueron absorbidas por los dos imperios anteriores, el del águila bicéfala y el de la hoz y el martillo); el muro de Berlín cayó resquebrajado e implosionaron todas las democracias populares del este de Europa; la China de las comunas dio paso a un profundo capitalismo (mezcla de privado y de Estado con hegemonía centralista, nada nuevo como herencia de miles de años de Imperio) que también Vietnam copió, y los postulados de la Revolución bolivariana (hija populista de la Revolución permanente de Marx y Engels que heredó Trotsky y que después Fidel Castro latinoamericanizó) hacen aguas en las crisis de Venezuela (sus afines Brasil y Argentina también padecen) y amenazan Ecuador y Nicaragua (Bolivia se salva por ahora), mientras en Cuba la dirigencia política, con Castro el menor, pragmática y (seguro) dolorosamente proclama “¡Cuba sí… y los yankees también!”. Muy triste debe haber sido recién para los agoreros del capitalismo la “capitulación” de Tsipras después que Atenas se había convertido en lugar de peregrinación (real o virtual) de todos los anticapitalistas.

La justificación socorrida de los reveses es que la injerencia del capitalismo los fue socavando y ahogando (aunque el fracaso del bloqueo a Cuba sea una evidente constatación de esa pésima estrategia de EEUU y de su vergüenza con el pueblo cubano) y, al final, los hizo fracasar. Y aquí me entra una gran pregunta: si el capitalismo pudo vencer un sistema proclamado más solidario y muchas veces con grandes recursos (Venezuela recibió en la década dorada de los precios del petróleo casi ¡1.000.000.000.000,00 dólares! pero hoy está en acelerada quiebra), ¡entonces el capitalismo (injusto) es un sistema más eficiente!

La raíz del problema está en que los sistemas anticapitalistas usualmente tratan de lograr la justicia social distribuyendo la riqueza (muchas veces coyuntural) pero olvidando cómo crearla.

Ni el capitalismo ni la democracia son los mejores sistemas posibles pero su perfeccionamiento nos ha dado mejores condiciones de vida y sacado millones de la pobreza. Negarlo es autoengañarse.


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domingo, 16 de agosto de 2015

Hollywood en La Habana

No creo que alguien dude de que Hollywood es la otra capital estadounidense. Desde la apropiación diaria del gran espectáculo big show— tan permanentemente presente en la vida estadounidense, hasta la vinculación con sus dos grandes expresidentes recientes —Kennedy, el primero en salir a la TV (además de indiscreto amante de la Monroe) y Reagan con su Guerra de las Galaxias (espectáculo también)—, Hollywood y su fábrica de fantasías son inseparables de los hitos del país del Norte.

Y no podía dejar de ser un big show la iza de la bandera estadounidense en La Habana, en el mismo edificio en que 54 años siete meses y 24 días antes —cuento 13 días de años bisiestos— Larry Morris, Mike East y Jim Tracey, entonces tres jóvenes marines, la arriaban y ayer, invitados especiales en “la Embajada” —calificativo que nunca perdió aunque no lo fuera y que la distinguía sin confusión alguna—, se la entregaban a otros tres jóvenes nuevos marines —nueva guardia de la Embajada— para izarla.

También es simbólico que la ceremonia fuera el día después del 89 aniversario del Comandante Fidel, piedra en el zapato de 10 presidentes norteamericanos y su permanente crítico—hoy aún, al menos parcialmente, inconforme con la nueva situación—, “robándole” la noticia. Porque hacerlo este día también es muy simbólico —muy Hollywood—: es como un uróboros —la serpiente que muerde su cola— donde el onceavo presidente desde que «Ike» Eisenhower rompiera relaciones, las reabre para reiniciar una relación muy histórica.

Como dijo Kerry —el primer Secretario de Estado en La Habana en 70 años—, “ha llegado el momento de movernos en una dirección más promisoria”.
 

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martes, 4 de agosto de 2015

Y Brasil huele más a queso rancio

                               
Se atribuye a Sócrates «la mentira nunca vive hasta llegar a vieja». Esto se está cumpliendo en Brasil porque José Dirceu de Oliveira e Silva acaba de ser aprehendido nuevamente. Jefe de la Casa Civil de la Presidencia —segundo cargo en importancia— durante el primer gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva y su más cercano colaborador durante décadas, en 2012 fue condenado por corrupción a diez años y once meses de prisión por ser el cerebro de la trama mensalão.

Preso un año y medio y en arresto domiciliario por seis meses, Dirceu ahora es arrestado dentro del caso Petrolão —la Operação Lava Jato, que ahora abarca otras entidades estatales como Electronuclear y Caixa Económica Federal y “casado” con Swissleaks— junto con un centenar de importantes empresarios y políticos —como João Vaccari Neto, el segundo tesorero del PT detenido por corrupción después de Delúbio Soares de Castro por el mensalão (ambos involucrado en otros casos)—, pero esta vez le será mucho más difícil excluir nuevamente al expresidente, ya investigado por posible tráfico de influencias en otros países para favorecer a la Organização Odebrecht —involucrada en el Petrolão y con su presidente preso—, financiadora de sus viajes. 

Según el libro Una oveja negra al poder de Andrés Danza y Ernesto Tulbovitz, Lula da Silva reconoció al expresidente uruguayo José Mujica que lidió con "muchas cosas inmorales y chantajes" porque “ésa era la única forma de gobernar” el país, pero el Instituto Lula acusó a los medios brasileños de “imprecisiones para crear interpretaciones equivocadas y divulgar mentiras".

Un refrán árabe dice «la primera vez que me engañes, será culpa tuya; la segunda vez, la culpa será mía»…
 

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Música, obra y entendimiento


Hace unos días falleció Don Miguel Dueri Antonmaría. Padre y tío de queridos amigos y mi amigo además él mismo, Don Miguel fue un patricio paceño a pesar de no haber nacido en Bolivia porque adoptó el país que lo acogió y al que, como muchos otros inmigrantes, ayudó a construir. Nacido en Belén, la Belén de Judea (hoy la Cisjordania gobernada por la Autoridad Nacional Palestina pero entonces bajo tuición británica) donde nació Jesús, allí aprendió la que sería su pasión, la música, y el instrumento que lo acompañaría siempre, el violín.

No voy a hablar del empresario exitoso que promovió la música boliviana a través de su disquera Discolandia, tampoco del radialista entusiasta con su emisora Panamericana. De quien voy a hablar es del joven palestino que llegó a América con su música y sus anhelos buscando, como tantos otros, reencauzar su vida.

El joven Miguel llegó a La Paz al final de la Segunda Guerra Mundial como muchos palestinos (la mayoría cristianos) que buscaban una vida mejor cuando estaba cerca la partición de su país de origen al finalizar el Mandato Británico, bajo el que él nació pocos años después de que empezara tras la derrota del Imperio otomano.

Su llegada a La Paz fue poco antes de que debutara la Orquesta Sinfónica Nacional de Bolivia el 18 de julio de 1947 dirigida por el Maestro Erich Eisner, un checo de origen judío inmigrante a América como el mismo Miguel. Desde entonces y hasta cerca de sus últimos años, el joven violinista palestino (ya boliviano) estuvo vinculado a la Orquesta y colaborando cada vez más en la difusión de la música a través de la radio y la disquera que después fundaría.

A los pocos días de su fallecimiento, otro amigo mutuo, el Maestro David Händel, quien durante años fuera Director de la Orquesta y promotor de la Fundación homónima y con quien Don Miguel colaboró estrechamente, me escribió un hermoso mensaje sobre nuestro amigo desparecido en el que me destacó un muy simbólico hecho para estos años de confrontación entre palestinos y judíos: que él, Händel, un judío norteamericano, lograra vivir una estrecha amistad y un afecto siempre fraternal de su amigo Dueri, un palestino boliviano que lo adoptó como su familia.

Miguel Dueri Antonmaría fue, como otros inmigrantes, un hombre que vivió más allá de los odios y rencores de religión y nacionalidad, un artista que brindó su música en Bolivia primero con un artista judío, Eisner, y cerró su ciclo interpretativo con otro artista judío, Händel, dando muestra de que el respeto y el entendimiento es la base de la convivencia entre pueblos descendientes de Abraham, unidos por el arte de la música.

Es muy triste despedir a los amigos. La semana pasada lo hice de un hermano, Luis Ramiro Beltrán Salmón, y hoy lo hago de un buen amigo. Ambos, desde sus espacios y virtudes, ayudaron a construir su país, Bolivia, y dejaron su legado.

Valen las últimas palabras que Miguel dijera a su familia esa noche: "Que tus palabras vayan a parar a la puerta del paraíso.”
                                                                                                                   


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