lunes, 22 de agosto de 2011

Tolerancia es libertad


«No estoy de acuerdo con lo que me dices, pero lucharé hasta el final para que puedas decirlo». [Atribuido a Voltaire]

Muchas veces pensamos que nuestros ideales de defensa de los Derechos Humanos –sustentados en la Tolerancia– surgieron cuando muchos de nosotros ya vivíamos o poco después, tan cercano como la segunda mitad del siglo pasado. Pero si escasa muchas veces es nuestra apropiación de los valores de la Tolerancia –no menciono el discutir los ideales–, más escaso es nuestro reconocimiento de sus orígenes.
Hace cerca de 3 siglos, dos hombres escribieron sendas obras basadas en los principios que surgían con el fin de feudalismo: Carta sobre la tolerancia [1685] de John Locke y Tratado de la tolerancia [1763] de Voltaire (François-Marie Arouet). En su obra, Locke defendía la libertad de conciencia (religiosa y también política) como base de la tolerancia de los gobiernos respecto del pensamiento de sus ciudadanos, lo que conduce, inevitablemente, hacia la libertad personal  dentro de un Estado cuya función sería defender (y mejorar) la vida, la libertad y el bienestar de la población.
Años después, Voltaire en su Tratado… y en otras de sus obras definió la intolerancia como enemiga de la razón y una respuesta salvaje frente al entorno, que desconoce y no acepta o no quiere comprender.
Surgidas ambas obras en la defensa irrestricta de la libertad de pensamiento cuando aún estaban cerca las crueldades fanáticas de la Reforma y la Contrarreforma, Voltaire avanzó más y, junto con otros pensadores de la Ilustración, sentenció que sólo en una sociedad libre (por tolerante) se logra el bienestar de los individuos porque puede generarse progreso social.
Continuando esta línea, en 1859 John Stuart Mill (otro pensador inglés) publicó su Sobre la libertad, en la que defendió la tolerancia del Estado frente al ciudadano como reafirmación de la libertad personal para forjarse su felicidad. Mill, en su libro, hizo una defensa frontal de la diversidad, concluyendo que su respeto es la mejor defensa frente al despotismo.
Es entonces que, como estos pensadores y muchos más desde entonces, debemos coincidir que la tolerancia es posible cuando ejercemos el intercambio de ideas opuestas, no quizá para aceptarlas totalmente sino para comprenderlas, y que en ese diálogo podamos acercarnos más a quien –hasta ese momento oponente– se convierte en nuestro igual y entre ambos, cediendo y aceptando, construyamos nuestro progreso social.
En la Declaración de Principios sobre la Tolerancia de la UNESCO, aprobada por los Estados Miembros en 1995, se deja manifiesto que «es la responsabilidad que sustenta los derechos humanos, el pluralismo […], la democracia y el Estado de derecho» y «también significa que uno no ha de imponer sus opiniones a los demás». 
Para terminar, quiero decir como el Primer Ministro noruego Stoltenberg este sábado pasado a las familias de las víctimas: «Juntos, hemos ganado a la ira. Juntos, abrazamos la apertura, la tolerancia y el sentido de comunidad.»

Referencias:

domingo, 7 de agosto de 2011

Bolivia y otros temas

186 años atrás, la Asamblea Deliberante –convocada por Antonio José de Sucre– proclamó en La Plata la Independencia del Alto Perú –hoy Bolivia–, tanto de España como del Río de La Plata y del Perú. Premonitoriamente, el Libertador Simón Bolívar (designado “Padre de la República y Jefe Supremo del Estado”) criticó privadamente al Mariscal Sucre por esta declaración pues, por ser país ubicado al centro del Continente, iba a ser presa de otros y sufrir muchas guerras.
Cuando el sábado pasado el país celebró su aniversario, el recuento dio avances y falencias. Del país que surgió en 1825, amplios territorios se perdieron –por ineptitud de gobernantes, malos tratados y guerras–; el mestizaje ha sido mucho pero la inclusión del indígena poca, siempre; el país no ha aprovechado sus recursos para crecer –un magro 6% fue el tope reciente; el concepto de Nación Boliviana, más allá de discursos y sacrificios, se ha construido débilmente, y hoy convive con una multinacionalidad conceptualmente precisa pero prácticamente abstracta. Siempre habrá justificaciones para estas falencias pero la responsabilidad es –como fue y será– de todos los que vivimos acá, propios y extraños.
Acabo de llegar de Asunción del Paraguay, tras 3 años de no ir. Con más paz social y mejor economía (14,5% de crecimiento en 2010 con PIB de USD 17.168 MM para 6.340.639 habitantes para per cápita de USD 2.708, mientras Bolivia alcanzó 3,4% con PIB de USD 19.182 MM para 10.426.154 habitantes para per cápita de USD 1.840), el país encontró –con dificultades, por supuesto– un equilibrio bastante armónico entre un sector privado pujante, principalmente agropecuario, y medidas sociales del Gobierno Lugo, después de las prevenciones que se discutían cuando las elecciones de 2008 (precisamente en mi anterior estadía). Una buena noticia para un país hermano y un buen final para la gestión Lugo.
Otro tema que me quedó pendiente fue la asunción del Presidente Humala. Afrontando la difícil tarea de revertir la imagen de populista chavista que él mismo se creó, frente a un país dividido por su política (según analistas, el voto contra Alberto Fujimori fue el que decidió su 51,4% de victoria), eligió dos figuras reconocidas por las finanzas para tranquilizar los mercados: Luis Miguel Castilla Rubio como Ministro de Economía y Finanzas –viceministro de Hacienda del Gobierno García– y mantuvo a Julio Velarde Flores como Presidente del Banco Central de Reserva del Perú. Los próximos 100 días clarificarán su posición.
Y una última del “folclor” latinoamericano: La ex Primera Dama guatemalteca, Sandra Torres Casanova, apeló a la Corte de Constitucionalidad de su país para ser candidata presidencial, lo que prohíbe la Constitución de su país a familiares y parientes del presidente en funciones; para esquivar la prohibición, se divorció del Presidente Álvaro Colom el 8 de abril de este año. En segundo lugar en preferencia, se ha declarado “madre soltera” y algunos de sus seguidores han declarado que desconocerán las elecciones si ella no participa, dándola por segura ganadora.

Referencias: