lunes, 31 de diciembre de 2018

La vuelta de tuerca política de América Latina



Desde final de 2015, Latinoamérica ha empezado una nueva vuelta de tuerca: en 2010 la izquierda made in Foro de São Paulo —dura y light— gobernaba o decidía en la mayoría de la Región (menos México, Belice, Honduras, Costa Rica, Panamá, Jamaica, Guyana y Colombia), “exitosa y generosa” con los más desposeídos gracias al boom extraordinario de los precios de los commodities, pero al cerrar 2018 en Latinoamérica prima el lato sensu ideológico contrario (la “derecha”, el liberalismo) y el forismo heavy sólo está aún en Nicaragua, Cuba, Venezuela, El Salvador y Bolivia —ambos a punto de elecciones trascendentes— y en versión light Quisqueya y Uruguay —éste también electoral en 2019 sin augurios favorables— (México, amén de populismo centralista, falta por saber qué hará). Una tendencia conservadora que se ha expandido en Europa y que en los EEUU ganó con Trump.

El último fue Brasil: Jair Messias Bolsonaro ganó la primera (46%) y segunda (55%) vueltas de las elecciones. ¿Cómo un candidato del minúsculo Partido Social Liberal —ultraconservador—, sin grandes recursos —tuitero popstar como Trump— y nostálgico de la dictadura, pudo ganar en un país tradicionalmente aperturista? Fue por la decepción con el populismo y la corrupción petistas de grandes sectores del electorado brasileño y a pesar de toda la campaña negativa sobre Bolsonaro —“misógino, homofóbico y fascista”—, apoyada en grandes medios internacionales.

¿Cuánto cambiará Brasil? Con un Congreso mayoritariamente conservador —partidos evangélicos incluidos—, un centro depreciado y las “izquierdas” reducidas, sus electores serán sus vigilantes. Y como la gravitación política regional de Brasil —primera economía regional— es enorme, eso significará una presión muy fuerte para cambiar regímenes en Venezuela y Nicaragua.

Para Bolivia, muy vinculado con Brasil —tiene la mayor frontera; se narcoexporta a Brasil y los cárteles brasileños están acá; el negocio del gas se reinventa en un nuevo contexto disímil y menos favorable; sus importaciones priman y estamos en un contexto político desfavorable —externo por el realineamiento ideológico regional e interno por el manifiesto apoyo de Bolsonaro a sectores opositores—, con seguridad la relación será estresante.

Hasta antes de la asunción, no se han dado encontronazos: Bolivia no ha sido puesta en el mismo “saco” que sus socios ALBA; se siguen buscando compradores privados para el gas; no se han “narcotizado” las relaciones…

Aún.



Información consultada

https://twitter.com/carlosdmesag
https://www1.folha.uol.com.br/internacional/es/brasil/2017/12/1942376-las-campanas-politicas-en-brasil-pediran-donaciones-y-haran-vaquitas-en-internet-para-la-eleccion-de-2018.shtml

jueves, 20 de diciembre de 2018

Un «regalo» navideño para Rusia y Turquía


Trump puede ser acusado de todo menos de no “fabricar” trend topics. La retirada de Siria es un suceso muy mediático con varias lecturas: la más simple es que Trump cumple una promesa de campaña —con la inmigración y el Obamacare no le ha ido bien y con China hoy está en “un equilibrio desequilibrado” de facto— y así “superaría” a Obama que no pudo cumplir su promesa de salir de Irak y Afganistán. Otra menos simple es que, en momentos en que está cambiando drásticamente su equipo y varios de sus íntimos están en la cárcel —Cohen y Manafort— o cerca de ella —Flynn—, el presidente quiera reposicionar su autoridad frente a un sector —el de los “halcones”— con el que ha tenido fricciones (Mattis, secretario de Defensa, antes había criticado abiertamente la idea de salir de Siria).

Queda una, “turbia”: un “regalo navideño” a Turquía pero, sobre todo, a Moscú, cuya benevolencia necesita él mucho ahora que el affaire de la conexión rusa en las elecciones crece cada vez más. Pero, ¿acaso no se beneficiaría al-Ásad y, por ende, Irán? ¿O le convendría a Netanyahu un poco de ruido para distraer las acusaciones que tiene?


Información consultada

https://actualidad.rt.com/actualidad/299535-netanyahu-israel-defender-retirada-eeuu-siria
https://www.nacion.com/el-mundo/politica/renuncia-asesor-de-seguridad-nacional-de-donald-trump/FGQPBZYFUFG6RF2RDCJOYUQ3TU/story/

martes, 18 de diciembre de 2018

Un mensaje de amor que nunca termina



Como cada año, llega la Navidad y el final de año y todos —creyentes o no— nos preparamos para celebrarla, con fe unos y, los que no creen, al menos con alegre disposición a compartir.

El domingo pasado fue —en los rituales católico, anglicano y de muchas iglesias cristianas hermanas separadas— el tercer domingo de Adviento: el de Gaudete o de la Alegría y es momento de recordar las epístolas del evangelizador Saulo de Tarsos —san Pablo— que nos ha promovido esa alegría durante dos mil años: «Estén siempre alegres»  y nos agrega a los creyentes  «en el Señor» para, a seguido, advertinos: «[…] fíjense en todo lo que encuentren de verdadero, noble, justo, limpio; en todo lo que es fraternal y hermoso; en todos los valores morales que merecen alabanza» [Filipenses 4:4,8]. Un mensaje universal que trasciende cualquier filiación y que el papa Francisco retoma en su primera exhortación apostólica Evangelii Gaudium (La alegría del Evangelio, 2013) cuando nos previene de la «tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien».

Como también la Natividad de Jesús es mensaje de amor y de esperanza que no termina al final de estas fiestas sino que deberíamos renovar en cada momento de cada año —como los primeros cristianos asociaron el nacimiento de Jesús con el renacimiento del Deus Sol Invictus ("el invencible Dios Sol" romano), fuente de luz y de vida. Pero también es un mensaje de sacrificio por un bien mayor —su hijo—, cuando María decide, para alumbrar a Jesús, afrontar el posible repudio de su sociedad —incluso la muerte lapidada, como aún hoy se practica por adulterio en Nigeria, Somalia, Indonesia e Irán en estricta y cruel aplicación de la sharía, de la que recientemente se salvó la nigeriana Amina Lawal gracias a la protesta internacional.

Contaré una doble y misma lección de amor que recibí. En los años 80, estando en Nicaragua tras la caída del somocismo, pude observar un acto de amor hacia el prójimo y la libertad cuando las comunidades eclesiales de base en Jinotega, Matagalpa, Masaya y Granada (una iglesia viva como por la que poco antes había sido asesinado Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, hoy santo) participaron decisivamente junto con la guerrilla del frente Sandinista para la Liberación Nacional (FSLN) en la insurrección popular urbana contra la tiranía dictatorial.

En pleno levantamiento (el somocismo fue derrocado en julio), la Conferencia Episcopal emitió el 2 de junio de 1979 su Mensaje al pueblo nicaragüense, afirmando que «el fin de las revoluciones no puede ser otro que el de lograr que ‘el hombre se considere a sí mismo como un ser social’». Juan Pablo II también defendió su comunión con esa lucha: «El camino de la Iglesia es el camino del hombre» (Redemptor Hominis).
Décadas después, algunos de los entonces jóvenes de la guerrilla traicionaron los ideales por los que habían combatido, y el orteguismo, como el somocismo, volvió a masacrar a su pueblo y a sus pastores, y nuevamente la iglesia nicaragüense (vilipendiada, amenazada y agredida) es parte de la lucha de su pueblo contra la nueva dictadura.

Hoy, como siempre, tenemos que recordar lo que nos previenen los Proverbios: «Que nunca te abandonen el amor y la verdad: / llévalos siempre alrededor de tu cuello / y escríbelos en el libro de tu corazón.» [3:3-4]

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viernes, 7 de diciembre de 2018

Y después de hoy, ¿qué más nos queda?



En “Por angas o por mangas, ¡qué ‘semana’!” [La Razón] auguré una semana muy complicada y aunque el TSE se adelantó a habilitar al binomio prorroguista para unas “primarias” que sólo servirán para esa mendaz habilitación.

Luego, el miércoles 5 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos realizó su Audiencia Pública sobre el pedido de organizaciones de la Sociedad Civil boliviana sobre “Reelección en Bolivia, la sentencia 84/17 y la Convención Americana” (de Derechos Humanos: el Pacto de San José), oyendo los alegatos de las organizaciones demandantes sociales y del Estado boliviano (sustituidos los magistrados que emitieron la sentencia por funcionarios gubernamentales). Y de colofón, ayer se realizó el masivo paro cívico nacional contra la re4postulación —sectores “cívicos” progubernamentales no lograron morigerar su contundencia.

Después de éstos, ¿qué quedaría por hacer contra el prorroguismo? No son pocos los pasos siguientes.

Sobre el fallo del TSE, ya se han mencionado demandas de inconstitucionalidad y contra los vocales habilitantes, que no concluirán por la cooptación oficialista del (dizque) Poder Judicial pero serán mediáticamente importantes. Si la CIDH decide trasladar a la Corte respectiva la demanda —con independencia de lo que demore y de que no se respete la decisión final—, será un fuerte argumento legal y mediático. Además, la resistencia ciudadana seguirá con marchas, protestas, tribunas y medios —acá y en el exterior—, paros (puntuales o indefinidos) y, sobre todo, la principal herramienta de los cocaleros y el MAS antes de ser gobierno: los bloqueos, imprevistos y contundentes.
Sí, queda mucho más.

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martes, 4 de diciembre de 2018

Los apestados de la corrupción en la región



Lo impensable sucedió. La Línea en Guatemala y Lava Jato en Brasil destaparon la gran podredumbre de la corrupción institucionalizada en la región, convirtiendo en apestados a todos los involucrados en graves hechos de corrupción.

Las dos investigaciones desnudaron cómo el perverso maridaje entre corruptos —gobiernos y empresarios—promovió estructuras delincuenciales enquistadas en sus Estados. Los procesos remecieron a la clase política de ambos países —el desenfreno de corrupción no importó su signo ideológico, dispar entre ambos— y a buena parte del gran empresariado, sobre todo en Brasil: En Guatemala llevó a la cárcel a su presidente Otto Pérez Molina y a su vice Roxana Baldetti y en Brasil —indirectamente pero muy influenciante— a la destitución de su presidente Dilma Rousseff, además muchos otros encarcelados; por lo mismo, los últimos presidentes elegidos en Perú están acusados o, al menos, investigados.

La crispación ciudadana contra los corruptos creció en toda Latinoamérica y pasó factura a los políticos que engañaban con falsas esperanzas y dádivas mientras robaban con creces. Así pueden entenderse las victorias recientes de Jair Bolsonaro y Andrés Manuel López Obrador, Cambiemos resistiendo la crisis y Lenín Moreno potenciado, entre otros. (También explica, junto con la ineficiencia en 36 años gobernando, la debacle del PSOE en Andalucía, prolegómeno de lo podría ser una mayor caída nacional.)

En Ecuador, Moreno pareció más de lo mismo, pero en poco tiempo el nuevo presidente se encargó de destapar la corrupción “oficial” y la ineficiencia del período de su antecesor. Si inició apartando por el caso Odebrecht a Jorge Glas —vicepresidente elegido, para muchos el “candado” de Correa a Moreno, luego destituido y condenado a cárcel—, ahora lo ha hecho con su sucesora María Alejandra Vicuña por concusión y tráfico de influencias.

Vicuña y María Fernanda Espinosa —hoy presidente de la Asamblea de la ONU e investigada por el asesinato del general Jorge Gabela en 2012— eran las dos figuras de más alto rango provenientes del correísmo que quedaban en el actual gobierno.



Información consultada

https://es.wikipedia.org/wiki/Jorge_Gabela
https://www.eluniverso.com/noticias/2018/11/29/nota/7073985/caso-diezmos-maria-alejandra-vicuna-admite-depositos-su-cuenta

Por angas o por mangas, ¡qué «semana»!



Más que calendaria, esta larga «semana» es fenoménica por todos los sucesos que vivimos y viviremos desde dos perspectivas: local y foránea.

En la foránea, el affaire sin concluir de la Copa Libertadores la más palpable muestra de que la crisis del fútbol trascendió los apresurados relevos dirigenciales por los escándalos de corrupción— marcó el temor por la inseguridad en el evento más inmediato e importante en la misma Argentina: la Cumbre del G20. Esta Cumbre —con 6 invitados— fue el ansiado e imprescindible espaldarazo para la Administración Macri en su permanente bordeo de crisis y cuyo éxito lo beneficiará económica y políticamente —con los prometidos y posibles mayores flujos de inversiones y más reinserción mundial, Macri se potencia interna y regionalmente y el discurso opositor “duro” pierde sus bazas.

No menos importante en la «semana» ha sido el cambio de mando en México. De un repudiado presidente “construido” Enrique Peña Nieto, “fabricado” por el PRI para aparentar renovarse tras la debacle de 2000— que sale con la más alta desaprobación desde 1994 —entre 68 (Reforma) y 74% (Mitofsky)— a otro (Andrés Manuel López Obrador, AMLO) que es heredero de la recia (y populista) “cultura” de ejercicio de poder de Luis Echeverría Álvarez, el epítome del presidencialismo priista —«la dictadura perfecta» para Vargas Llosa. Ganador con más de 53% de los votos y mayoría (simple) en Senado y Diputados, AMLO ha sido aclamado como “el regreso de la izquierda” en el momento en que los socialistas 21 y el Foro de São Paulo van en acelerado retroceso en la Región —entre sus invitados a la asunción estaban los últimos gobernantes de la ALBA: Maduro, Díaz-Canel, Ortega (que declinó), Morales y Sánchez Cerén (ambos finalizando mandatos), además del presidente del legislativo de Corea del Norte. Y aunque su discurso fue muy promisorio —hizo fe de antirreeleccionista, combate a la corrupción y la violencia y promoción de la economía—, el nuevo sexenio —y deseo equivocarme— podría ser muy complicado para México.

¿Y para Bolivia? Después del apresurado cierre de precandidaturas presidenciales con sus imprevistos, el Órgano Electoral ha coleccionado sapos: las precandidaturas son, de hecho, ya candidaturas definidas porque no tendrán contrincantes que dirimir —exceptuando la aún no aceptada de Rafael Quispe y Juana Calle en el MAS frente a la de Morales y García Linera, descartada en referéndum constitucional pero forzada por el Tribunal Constitucional—, lo que hace innecesarias las primarias porque serían un ejercicio para los militantes de votar por su candidato único (¿alguien recuerda los “candidatos únicos” del implosionado “socialismo real” soviético?); además, las militancias “truchas”: 35 mil denunciadas hasta el viernes pasado pero que, (considerando la costumbre usual de asistir masivamente en último momento) pudieran llegar a 100 mil hasta el miércoles 5, que serían el 1,54% del padrón electoral —2,31% si le adicionamos los casi 50 mil repetidos según auditó la OEA.  

Súmenseles otros hechos que acaecerán: el mismo 5, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) abordará la reelección indefinida recibiendo a opositores y al ministro Pary —ya el TC se apresuró a negarle competencia, lo cual pareciera una perogrullada porque la CIDH se basa en el mismo Pacto de San José que el anterior TC utilizó de argumento para aprobar el “derecho” a la eternización—, el 6 Bolivia parará contra la re4elección y el 8 el TSE deberá decidir sobre la inclusión de la dupla oficialista.

Mucho para tan pocos días.

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jueves, 29 de noviembre de 2018

G20: más caos y espectáculo que resultados



Viernes y sábado, Buenos Aires fluctuará entre ser una ciudad fantasma —tras el inusual feriado y el pedido de las autoridades que dejara la ciudad todo el que pudiera— o un campo de batalla entre los manifestantes antiG20 y las fuerzas de seguridad —22.000 agentes, 3.000 del ejército y 5.000 custodios extranjeros—, aún con el recuerdo fresco del bochornoso y violento final frustrado de la Copa Libertadores.

¿Vale la pena el gasto argentino —con una economía “magullada”— de cerca de USD 112 millones (43 en seguridad)? Desde el punto de vista de la Administración Macri, es la oportunidad de reubicar definitivamente Argentina en el escenario internacional: los 26 países presentes (a los 20 esta vez se sumaron 6, por lo que serán 5 latinoamericanos) representan el 81% del PIB global, 61% de toda la población mundial y 75% de todo el comercio. Pero no será fácil.

Desde adentro, los presidentes Trump, Xi Jinping, Putin y el príncipe heredero Bin Salman acapararán la atención de los medios, los tres primeros por sus relaciones conflictivas y el saudita por las denuncias sobre él. Desde afuera, porque a pesar de todo el despliegue de seguridad y la inversión realizada, “seguridad” es la palabra menos confiable ahora, a pesar de los denodados esfuerzos del gobierno argentino.

¿Sirven estas reuniones o, como la reciente Cumbre Iberoamericana, son gasto insulso y turismo “oficial”? Mediáticamente al menos —si las protestas no degeneran en violencia— pueden ser un buen ejercicio de relaciones públicas y un autoespaldarazo a Macri.
(Como anécdotas, Peña Nieto asistirá su último día de gobierno a la firma del T-MEC —el nuevo TLC— en BsAs y Temer iniciará su último mes en Planalto.)

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