martes, 24 de abril de 2018

UNASUR y Nicaragua: una semana “cargada”



El viernes pasado, seis países miembros de UNASUR —Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Perú— emitieron un duro comunicado anunciando su retiro “temporal e indefinido” de la organización “por inoperancia” e imposibilidad en lograr consensos causado por el bloqueo —de raíz ideológica— por Venezuela y Bolivia respecto de las propuestas de la mayoría. Recién comenté [“Nueva crónica de una muerte anunciada”, El Deber, 21/04/2018] que «a siete años de constituida y 14 de fundada la UNASUR —que nunca fue “inocente” ideológicamente— [...] muere [...] por inoperancia y exceso de amor... bolivariano».

Al margen de que la UNASUR —con sus no-natos Consejo de Defensa Suramericano y el Banco del Sur— fue, junto con la CELAC, parte del enfrentamiento de Hugo Chávez Frías con el “imperialismo” —los EEUU y su, reconozco, frecuente torpe política con “el patio trasero”— y de su sueño hegemónico de “una Latinoamérica bolivariana sin los EEUU” sustentado en el motor de sus petrodólares y que, con Venezuela quebrada y sin HChF, sólo quedaba Bolivia frente una mayoría entre la derecha-centroderecha y el centro —Argentina (desde el año pasado anunció su intención de salir), Brasil, Chile, Perú, Colombia y Paraguay, todos miembros del Grupo de Lima— y el centro-centroizquierda del Ecuador —lejos de la Era Correa— y Uruguay —Lacalle Pou, segundo cercano en intenciones para 2014, ya anunció que el país abandonaría definitivamente.

La UNASUR y la CELAC no sólo duplicaron muchas de las funciones que sigue realizando la OEA sino, con mucha más razón política que necesidad real al dar proyección al alineamiento ideológico, alimentó la burocracia regional: 13,1% del presupuesto de USD 9,83 M (todos datos UNASUR 2014). Hoy, el apartamiento significa que la UNASUR o se enmienda —y pierde su razón de existir— o pierde sus ingresos, 80,9% aportado por los apartados —eso en el caso que Venezuela no esté en mora, lo que agravaría el spread.
Pero la autosuspensión de los seis por la inacción causada por el alineamiento madurista, no significará —descontando la falta de recursos— el consenso de los restantes: aparte de los bolivarianos —Venezuela y Bolivia—, Ecuador y Uruguay ya no son sus aliados tácitos, Guyana es miembro del Grupo de Lima mientras que Surinam “surfea” una crisis muy similar a la venezolana.

Simultáneamente, en la Nicaragua de la “Revolución Cristiana, Socialista y Solidaria” la decisión de aumentar los aportes a la Seguridad Social —quebrada sin el apoyo de los petrodólares venezolanos— desencadenó la furia de la población y develó el desconcierto de la nueva dinastía mientras sectores que le apoyaron tácitamente —empresarios, Iglesia católica— se le distanciaban, sobre todo la Iglesia. El recule en las medidas, cinco días después de iniciadas las protestas y tras la brutal represión que dejó una treintena de muertos, posiblemente sea un parche insuficiente porque, como dijo el papa Francisco, «Las ideologías terminan mal, no tienen en cuenta al pueblo. [...] terminaron siempre en dictaduras».

Una organización sin secretario general desde enero de 2017 y sin sus reuniones “anuales” de Jefes de Estado desde 2014 es preocupante para todos pero para Bolivia lo es más porque los apartados la acusan de bloquearla por su alineamiento incondicional con el madurismo —como también en la OEA, en MERCOSUR... Como grave es a Bolivia que en Nicaragua caiga la dinastía sandinista y que en El Salvador implosione el otro aliado madurista centroamericano.

La pregunta crucial es: ¿Y después de La Haya, por quién se alineará la Región?

Información consultada

http://celac.mmrree.gob.ec/

domingo, 22 de abril de 2018

Nueva crónica de una muerte anunciada



En su Crónica de una muerte anunciada, García Márquez describe el conflicto de pérdida de virginidad que lleva a la muerte de Santiago Nasar. Treinta y siete años después de publicada la novela y 67 de la historia real que la sustentó, a siete años de constituida y 14 de fundada la UNASUR —que nunca fue “inocente” ideológicamente— también muere, pero por inoperancia y exceso de amor... bolivariano.

La UNASUR —como la CELAC— fue resultado del sueño de Hugo Chávez de “una Latinoamérica bolivariana sin los EEUU”, duplicando ambas muchas de las funciones de la OEA y, como otros tantos organismos surgidos al calor de la burocracia regional y con mucho más empeño ideológico que razón real, pervivió mientras hubo un motor que la empujara. Pero sin HChF, con Venezuela quebrada y con Bolivia de único otro paladín —contra “viento y marea” del resto de la Región— ahora que el Ecuador de Lenín Moreno se mueve al centro-centroizquierda del Uruguay de Tabaré Vázquez y con el péndulo subregional hacia el centro-centroderecha —perdido el miedo al chantaje ideológico conque el bolivarianismo arrinconaba antes a gobiernos no afectos— y sin visos de otro bandazo próximo, es que los seis socios —cinco las mayores economías sudamericanas— se le apartan “temporal e indefinidamente” —Argentina lo anunciaba hace un año—, dándole un duro portazo a la recién estrenada presidencia pro-témpore boliviana, devolviéndola a la soledad que encontró en la Cumbre de Lima.

Sin cabeza hace 17 meses y ahora sin cuotas, tuvo más existencia que el Consejo de Defensa Suramericano y el Banco del Sur, los otros dos integrantes del proyecto bolivariano en Sudamérica, cuyas “pinzas” ideológicas eran la ALBA-TCP y el Foro de São Paulo.


Información consultada

http://celac.mmrree.gob.ec/

jueves, 19 de abril de 2018

¿Cambio en el poder o recambio dentro del poder?



Estos dos días son significativos para Cuba porque significa —temporalmente al menos— la salida de un Castro del Poder y, luego de seis décadas, que habrá oficialmente al frente del país un civil que nació después de 1959: Miguel Díaz-Canel Bermúdez, conceptuado en medios como un «apparátchik» tecnócrata que ha ido ascendiendo paulatinamente en las indisolublemente unidas —hasta ahora, al menos— estructuras estatal y política.

He leído algunas suposiciones fantasiosas que pronosticaban la posibilidad de que Díaz-Canel deviniera en “un Lenín Moreno —o un Gorbachov— a la cubana”. Nada más irreal si se conoce la conformación del Poder en Cuba: Su cargo depende, orgánicamente, de la Asamblea Nacional, que lo elige entre sus integrantes y puede destituirlo por voto propio —la Constitución vigente no contempla otra revocación—, y políticamente del Buró Político del Partido Comunista —al que pertenece—; por si fueran pocas ambas vías de control y dirección, gran parte de la economía —sobre todo las más generadoras de divisas— está bajo el directo control de militares que son, a su vez, miembros de ambas estructuras.

Sin embargo, Díaz-Canel tendrá que acelerar el «proceso de reestructuración del empleo y los salarios» (de estatal transferido a ocupaciones no estatales) decidido en 2011 que al final del período asignado (2016) sólo se había cumplido el 10% del total y el 27% de los 313 Lineamientos aprobados como imprescindibles a pesar de que, como augurara su antecesor —que hasta el próximo Congreso del PCC lo dirigirá—, «o rectificamos o ya se acabó el tiempo de seguir bordeando el precipicio, nos hundimos, y hundiremos».

La ascensión, por ende, más que un cambio es un recambio dentro del Poder.

Información consultada

http://www.eldeber.com.bo/especiales/El-fin-de-la-era-Castro-Raul-dice-adios-al-poder-en-Cuba-20180417-9241.html
https://www.nytimes.com/es/2018/04/17/opinion-sabatini-cuba-castro-canel/

domingo, 15 de abril de 2018

Periodistas asesinados por una paz mal hecha



El anuncio por el presidente ecuatoriano Moreno Garcés del asesinato de tres integrantes de un equipo de prensa del diario quiteño El Comercio: el periodista Javier Ortega, el fotógrafo Paúl Rivas y el conductor Efraín Segarra cuando investigaban la violencia en la frontera con Colombia, develó cuán incompletos y apresurados fueron los Acuerdos de Paz que firmó el Gobiernos Santos con la guerrilla de la FARC y regresó a primer plano cuánto del conflicto colombiano ha involucrado a Ecuador.

Los tres fueron secuestrados el 26 de marzo por el grupo “Oliver Sinisterra” disidente de las FARC liderado por el ecuatoriano Walter Artízala Vernaza, alias Guacho, hoy uno de los delincuentes —narcoterrorista lo llamó Moreno— más buscados de Ecuador y Colombia. Lo grave es que este grupo —dedicado al narcotráfico y la extorsión en la región, con entre 100 y 500 integrantes, muchos niños y jóvenes recién reclutados— es uno de los 10 identificados —y una veintena presunta— como “disidentes” de las FARC que han cometido muchos actos de violencia en la frontera y la región del Pacífico, además de grupos del ELN, de las desaparecidas Autodefensa y del EPL, muchas veces peleando entre ellos y con los cárteles de la droga.

Para Ecuador, el fantasma de Luis Devia Silva, alias Raúl Reyes, el comandante de las FARC muerto por las FFAA colombianas en un santuario dentro del país —denunciado como “permitido” entonces por Correa—, es permanente recuerdo que el conflicto armado de Colombia ha involucrado a su país y también lo desangra.

Información consultada

martes, 10 de abril de 2018

“Todos son iguales ante la ley...”



Así empieza el Artículo 7 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de la Naciones Unidas y más adelante aclara: “En el ejercicio de sus derechos y en el disfrute de sus libertades, toda persona estará solamente sujeta a las limitaciones establecidas por la ley con el único fin de asegurar el reconocimiento y el respeto de los derechos y libertades de los demás, y de satisfacer las justas exigencias de la moral, del orden público y del bienestar general en una sociedad democrática” y, ante dudas que pudieran surgir, reafirma que “Estos derechos y libertades no podrán en ningún caso ser ejercidos en oposición a los propósitos y principios de las Naciones Unidas” [Artículo 29, numerales 2 y 3].

El show mediático-populista que escenificó el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva en lo que fuera la base para iniciar su actividad sindical y política: su Sindicato dos Metalúrgicos do ABC en São Bernardo do Campo (la ciudad donde residía y que su Partido dos Trabalhadores perdiera, como cientos de prefeituras más, en las elecciones municipales de octubre de 2016) más la violencia de grupos afines en Curitiba a su llegada y el falso patetismo grandilocuente de su mensaje de despedida (loa a la impunidad y al mesianismo), con mucha seguridad acrecentó el 46,7% de los que “nunca votaría por Lula” en la última encuesta divulgada en Brasil en marzo (135ª Pesquisa CNT/MDA) contra el 18,6% de intención de voto espontánea para primera vuelta, a 6,3% de distancia de su siguiente: Jair Bolsonaro.

Porque la popularidad de Lula y las intenciones de voto que ahora recibía no están basadas en él ni en su PT sino en la añoranza del denominado milagro brasileño del octenio de Lula (aunque su promedio de crecimiento del PIB fue de sólo 4,5% y muchas de las boas noticias do Lulinha escondieron grave corrupción, como el mundial de fútbol o las olimpiadas, o fueron pura propaganda, como entonces el Pré-Sal): si, por sólo mencionar tres graves escándalos y los montos que se utilizaron en coimas, sobreprecios y otros hechos de corrupción, a los 10 mil millones de dólares del Petrolão revelados hasta ahora por Lava Jato se le sumaran las billonarias sumas corrompidas durante el Mundial de Fútbol (en construcción de estadios, se calculó un sobreprecio del 42%) y los Juegos Olímpicos, Brasil hubiera mejorado significativamente su IDH en el octenio y no sólo variar de 0,699 a 0,724 (leves mejoras que en el ranking mundial bajó al país del lugar 66 al 77).

Sus ocho años fueron “exitosos” económica y socialmente porque (mérito de su gobierno) continuó las políticas macroeconómicas y profundizó las sociales de su antecesor Fernando Henrique Cardoso, y porque (mérito ajeno) los súper ingresos por los commodities lo posibilitaron, magnificados frente al descalabro cuando decreció la economía 7,4% en sus dos últimos años de gobierno de su sucesora, regresando a la pobreza a muchos de la clase media emergente; añoranza que obvia cómo muchas de las medidas sociales temporales devenidas en permanentes no generaron empleo de calidad y sí prebendalismo y que “disculpa” a Lula de los desmesurados esquemas de corrupción que empezaron a descubrirse en el mensalão y explotaron en Lava Jato.    

La jornada de viernes para sábado y los apoyos en el disminuido Foro de São Paulo pidiendo impunidad para Lula me recordaron la amoralidad de Cordell Hull, secretario de Estado de los EEUU, sobre el dictador nicaragüense Tacho Somoza y la glosé: «Puede ser que Lula sea un corrupto, pero es nuestro corrupto». 


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