martes, 29 de enero de 2019

Venezuela, más cerca de la solución



En “Venezuela, sin más vueltas” escribí del “juramento” de Nicolás Maduro Moros y lo inicié desde lo írrito de origen del evento —en el Tribunal Supremo de Justicia y no constitucionalmente frente a la Asamblea Nacional— que se adicionaba a la ilegalidad de la elección, la ausencia de representaciones —sus aliados los presidentes Bolivia, Cuba y El Salvador, los primeros ministros de San Vicente y las Granadinas y de San Cristóbal y Nieves (sus deudores de Petrocaribe), otros delegados de  menor jerarquía de Rusia y China (Rusia y China sus princiaples acreedores), Bielorrusia, Turquía, Irán, Palestina y de la menguada izquierda Foro de São Paulo— mientras el Consejo Permanente de la OEA resolvía desconocer su legitimidad con los votos de 19 países, a los que sumaba el Grupo de Lima (excepto ahora México), la Unión Europea y los EEUU junto con los duros comunicados de la Conferencia Episcopal. En la práctica, excepto sus aliados (en febrero El Salvador dejará de serlo) y los países que enviaron representaciones, algunos pequeños países del Caribe (deudores de Petrocaribe) y Siria, el gobierno de Maduro no cuenta con apoyos; Portugal, México y Uruguay (muy criticado internamente) están en “posición expectante”.

La proclamación multitudinario de Juan Guaidó Márquez como Presidente en Funciones de Venezuela se convirtió en parteaguas, dando un escenario con un presidente ilegítimo pero apoyado por casi todas los Poderes del Estado que cooptó —pero con un poder muy cuestionado y disminuido—, un sector del PSUV, la cúpula de las Fuerzas Armadas (FANV) —posiblemente sólo el sector más comprometido en la corrupción y el narcotráfico porque la oposición adelanta conversaciones con parte importante del generalato— y algunos sectores sociales —posiblemente, ateniéndome de la participación y resultado electoral de 2018 estará entre el 31% y el 12%— (principalmente los colectivos) y algunos países aferrados a su supervivencia —acreedores, aliados ideológicos y varios beneficiados de su petróleo barato de Petrocaribe. Del otro, un presidente elegido constitucionalmente por el único Poder del Estado elegido democráticamente —por ende, con toda legitimidad—, reconocido por la mayoría de Latinoamérica y del resto del mundo, con amplio respaldo popular —incluidos chavistas— y por sectores militares cada vez más desembozados —manifestado en adhesiones públicas y en levantamientos como el de Cotiza— y que logró lo que parecía impensable: repotenciar a la oposición, unirla bajo un liderazgo —de un casi desconocido hasta enero pero con fuerte carisma— y, sobre todo, reempoderarla ante el pueblo venezolano y la comunidad internacional.

Guaidó, ante el bloqueo mediático, opta por el ejercicio de la democracia abierta en cabildos masivos. El viernes, en otro multitudinario, anunció cuatro medidas importantes: la primera, aceptar ayuda humanitaria internacional, con cuatro objetivos: paliar la grave crisis de alimentos y medicinas y desnudarla internacionalmente, confrontar a los militares si se atreven a prohibir su entrada y, sobre todo, desacreditar a Maduro que la ha negado permanentemente. Otras fueron la retención de activos venezolanos —fracturaría la escasa capacidad financiera madurista—, la divulgación boca a boca de la recién promulgada ley de amnistía y el pedido a los militares cubanos —importante cuando los llamó “hermanos”— que abandonen el control de la FANV y se queden a vivir si quieren.

Como respuesta al apoyo estadounidense, Maduro ese día dio 72 horas para expulsar a todos los diplomáticos estadounidenses. En otra muestra de su creciente debilidad, al cumplirse el plazo lo alargó a 30 días más.


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lunes, 28 de enero de 2019

Se le acaba el discurso y el tiempo a Maduro



En “¿Implosiona la “lealtad” militar a Maduro?” [El Deber, 22/01/2019] me pregunté «¿Cuánto más aguantará la dictadura?» y respondí «su principal sostén interno —la fuerza militar— parece que implosiona». En la vertiginosa vorágine que hay en Venezuela, es dudoso el verdadero respaldo de la FANV al grupo de Maduro y no porque pudiera ser parte de un “golpe de Estado” sino porque su cese, unido con las empoderadas protestas populares, tendría el mismo efecto que en 1958: la implosión incruenta del régimen, no explosión sangrienta.

El viernes, en otro cabildo de democracia abierta, Guaidó anunció cuatro medidas: el aceptar ayuda humanitaria internacional, la retención de activos venezolanos, la divulgación boca a boca de la recién promulgada ley de amnistía y el pedido a los militares cubanos —los llamó “hermanos”— que abandonen el control de la FANV. Todas de gran impacto: la ayuda humanitaria —rechazada siempre por el madurismo— es ansiada por todo el pueblo y la FANV no podría negar su entrada; confiscar los activos le quita los ingresos a la dictadura —principalmente de vender petróleo a EEUU—; por obvios, es innecesario comentar los otros. A ello se suma el pedido de Gauidó al personal consular venezolano en EEUU —ordenado de regresar por el régimen— que se queden allá y sus primeras aceptaciones.

Cuando este comentario salga publicado —escribo el viernes—, es muy probable hayan sucedido nuevos acontecimientos, incluido el apoyo a una transición y elecciones de sectores no maduristas del PSUV y constitucionalistas de las FANV y el tiempo de la dictadura —al igual que sus agostados “argumentos”— cada vez más rápido se acaba.

Maduro debería recordar a Talleyrand: «Con las bayonetas, todo es posible. Menos sentarse encima.»

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https://www.infobae.com/america/venezuela/2019/01/25/estados-unidos-busca-cortar-los-ingresos-del-regimen-de-maduro-y-dirigirlos-a-juan-guaido/

martes, 22 de enero de 2019

¿Implosiona la “lealtad” militar a Maduro?



Ayer, miembros de la Guardia Nacional Bolivariana —lamentablemente represiva en 2014 y 2017— tomó la unidad especial de seguridad en Cotiza (Caracas), secuestró armamento de guerra —hubo también en otras ciudades—, lanzó llamamientos a la población a desconocer a la dictadura (que provocó rápidas movilizaciones de vecinos fuertemente reprimidas) y unidades militares los capturaron luego de enfrentamientos.

¿Hecho aislado o, por el contrario, muestra de la descomposición de la cadena de mando militar y el descontento social de la tropa, como defiende el presidente de la transición Juan Guaidó?

A los sucesos de 2017 con el alzamiento de sectores policiales (dirigido por Óscar Pérez, victimado al año siguiente) y de militares (toma del fuerte Paramacay), se une éste de la GNB que validaría los persistentes rumores de centenares de militares —desde oficiales de diverso rango a soldados y guardias— aprehendidos y muchos torturados por oponerse al régimen.

Tres elementos con sintomáticos de este suceso: El primero que, a diferencia de los anteriores, fue antecedido por diversas declaraciones públicas de grupos de militares; el segundo, que la población vecina salió masivamente a apoyarlos y fueron duramente reprimidos. El tercero, que la legitimidad del gobierno cada vez se desvanece más en la medida que se refuerza en la Asamblea Nacional donde Juan Gauidó aumenta su propia legitimidad dentro y fuera del país— como verdadero factor de transición, uniendo a la oposición fragmentada y la población decepcionada de esa oposición en los últimos tiempos.

¿Cuánto más aguantará la dictadura? Su principal sostén interno —la fuerza militar— parece que implosiona y con ello arrastrará al régimen. Refugiada en Miraflores y en sus engendros —el TSJ y la CNE desacreditados y una Constituyente ilegítima— cada vez tiene menos opciones de encontrar una salida y salvarse de lo que, en los hechos, es su autofagia.    


Información consultada

https://erbol.com.bo/noticia/seguridad/21012019/venezuela_detienen_un_grupo_de_militares_que_se_alzo_contra_maduro
https://veja.abril.com.br/mundo/militares-sao-presos-apos-incitarem-rebeliao-contra-governo-de-maduro/?utm_source=pushnews&utm_medium=pushnotification
https://www.voanoticias.com/a/venezuela-alzamiento-militar-carabobo/3974277.html

martes, 15 de enero de 2019

Venezuela, sin más vueltas


El pasado 10, Nicolás Maduro Moros “juró” su segundo período frente al Tribunal Supremo de Justicia y no lo hizo frente a la Asamblea Nacional —como exige la vigente Constitución chavista de 1999— porque el TSJ la declaró “en desacato” cuando la oposición ganó inobjetablemente sus dos tercios. Sólo estaban los presidentes de Bolivia, Cuba y El Salvador nadie del Grupo de Limacon representantes de menor nivel de Bielorrusia, Turquía, Rusia y China; de la menguada izquierda Foro de São Paulo fueron a pagar deudas. (Siria e Irán lo reconocieron.)

¿Le servirá a Maduro ese juramento? El mismo día, el Consejo Permanente de la OEA resolvió desconocer su legitimidad y reclamar «la realización de nuevas elecciones presidenciales [en una fecha cercana] con todas las garantías necesarias para un proceso libre, justo, transparente y legítimo», entre otros aspectos. Votaron a favor 19 países; en contra, sólo Bolivia y Nicaragua (aliados del madurismo), Dominica, San Vicente y las Granadinas, Surinam (todos dependientes de Petrocaribe) y la misma Venezuela mientras entre los abstenidos estaban miembros de Petrocaribe y México regresando a la Doctrina Estrada del priismo. Súmensele los desconocimientos de legitimidad por la Unión Europea y los EEUU, la ruptura de relaciones por Paraguay, el retiro de diplomáticos del Grupo de Lima, los duros comunicados de la Conferencia Episcopal y nuevas sanciones.

Venezuela está en crisis terminal: desde la asunción de Maduro en 2013, el PIB cayó 53%; en 2018 la inflación fue de ¡1.700.000%! y el desabastecimiento de alimentos y medicinas rondó el 80%; cinco millones de venezolanos han emigrado (de 32 millones en 2018); más de 300 presos políticos y cientos de muertos en protestas. Pero es falaz acusar de esta crisis a Maduro: fue el heredero designado por Chávez —consciente de su incapacidad para cambiar “su legado”— y sus mentores —éstos de su subordinación absoluta— y por ello lo único que ha hecho ha sido continuar —sin los inmensos ingresos del período anterior— el populismo derrochador, caudillista y ególatra del difunto Comandante “Eterno”, el verdadero causante del desastre.

Frente a la crisis y reconocida internacionalmente como autoridad democrática pero sin poder efectivo: la Asamblea Nacional. Coincido con Rosa Townsend en la debilidad y dispersión de la oposición representada en la Asamblea pero considero ésa sería precisamente su oportunidad: Sin la mayoría de sus líderes principales (presos, exiliados, prohibidos o desacreditados) y cumpliendo la alternancia acordada, un poco conocido diputado —Juan Guaidó Márquez— del partido de Leopoldo López se convirtió en su más joven presidente. Lo demás ya es parte de la historia venezolana: su nuevo líder, ahora asumido como presidente interino y reconocido por varios países.

Ahora Maduro llama al diálogo como tabla de salvación, obviando que nadie cree en dialogar con él después de tantos otros que utilizó para ganar tiempo. Seguro habrá un diálogo pronto que ya estarán negociando sectores no maduristas del PSUV con la Asamblea Nacional y militares no comprometidos, pero será un diálogo sin Maduro; la detención violenta de Guaidó y su presta liberación —a pesar de las amenazas de Cabello e Iris Varela— fue la muestra de una grave fractura de la cadena de mando madurista.

Esta columna la terminé el domingo; quizás hoy sea historia pasada. En 1819, hace 200 años, Simón Bolívar —con 35 años, la misma edad de Guairó convocó el Congreso de Angostura para iniciar La Gran Colombia. Coincidencia histórica, quizás parangón y buen augurio para el reinicio de Venezuela.

Información consultada

https://www.youtube.com/watch?v=XD8PsJRi5KM

jueves, 10 de enero de 2019

¿Desafío, bravuconada o libreto obligado?



Hoy Nicolás Maduro Moros será “investido” presidente por el Tribunal Supremo de Justicia. Lo entrecomillo porque ni las elecciones cumplieron requisitos democráticos —altísima abstención (54% según el gobierno, 74% según la oposición), boicot de la oposición y posibilidades de fraude por uso de diferentes documentos, como el polémico “carné de la patria”— ni se juramentará, como establece la constitución de Chávez de 1999, frente a la Asamblea Nacional —de mayoría opositora— porque el mismo TSJ la declaró “en desacato”, además del incierto panorama interno —incluido el descalabro económico (el PIB cayó en 53% durante la gestión de Maduro) y la permanente represión.

En esta investidura serán muy pocos los gobernantes presentes: sus aliados bolivarianos Cuba, Nicaragua, Bolivia y El Salvador, junto con delegados de Turquía, China, Uruguay y México (y posibles de Rusia, Vietnam y Corea del Norte). Al rechazo de la Asamblea Nacional a reconocer su legitimidad, se une el de 13 países del Grupo de Lima (excepto México, que reinstauró la Doctrina Estrada del priismo) —a los que el madurismo amenazó con tomar “las más urgentes y crudas medidas diplomáticas”—, EEUU, Canadá y la Unión Europea; también el grupo IDEA de expresidentes hispanoamericanos y la Conferencia Episcopal Venezolana.

Con un gobierno cada vez más debilitado, apoyado en unas fuerzas armadas poco comprometidas, dependiendo del soporte externo —Cuba y Rusia—, con su base social en franco deterioro —más allá del prebendalismo— y ahora con mayoritario rechazo internacional, la interrogante —para el mismo madurismo— es ¿cuánto más aguantará?

Información consultada

https://www.elpais.com.uy/opinion/editorial/perdon-venezuela-dictadura-maduro-editorial.html
https://www.libremercado.com/2018-01-29/el-pib-de-venezuela-se-hunde-un-45-en-tres-anos-y-la-inflacion-podria-superar-el-13000-1276612871/
https://www.portafolio.co/internacional/inflacion-en-venezuela-noviembre-de-2018-524276

jueves, 3 de enero de 2019

Bolivia-Brasil, ¿la necesidad callará a la ideología?



En la posesión presidencial en Brasil, es destacable que el presidente Morales —en un entorno poco afín con la mayoría de los invitados en sus antípodas políticas— no haya mostrado lo ideologizada que están nuestras relaciones exteriores y, además, haya moderado —callado más bien— su diatriba habitual de la izquierda made in Foro de São Paulo. (También lo demostró el corto encuentro con Piñera, el primero tras La Haya.)

Ese cambio—espero que no sólo sea temporal— es fundamental porque entre ambos países hay vínculos muy importantes: somos miembros del MERCOSUR; Brasil es el principal exportador regional a Bolivia y su principal importador —hasta ahora y por corto tiempo más porque el negocio del gas se le achica a Bolivia, que urgentemente le busca compradores privados en ese país, además de para la urea chapareña—; la frontera común es la segunda mayor sudamericana y los vínculos entre nacionales son profundos y diversos. Pero también hay en contra: Bolivia narcoexporta a Brasil y los cárteles brasileños están acá; la corrupción de la época petista salpicaba a Bolivia y el alineamiento masista con el PT ha podido ser suicida para el futuro de las relaciones.

¿Qué pasará? De cumplir Bolsonaro sus promesas, el combate a la droga será intenso; Brasil buscará la autosuficiencia energética dentro del plan de austeridad y en lo exterior e ideológico combatirá a los gobiernos remanentes del socialismo 21 —está pendiente si el apoyo de Bolsonaro a sectores opositores— y a su propia izquierda forista. Todos panoramas que impiden augurios esperanzadores pero capeables con pragmatismo en ambas fronteras.

Información consultada

https://elpais.bo/claves-en-la-relacion-bolivia-brasil-tras-la-investidura/

martes, 1 de enero de 2019

2019, Año del Cerdo y de muchas cosas más



El 5 de febrero próximo (nueve días después de ¿nuestras? primarias y dos después de que el TSE publique sus resultados), los asiáticos celebrarán el inicio del año nuevo lunar y para la astrología china se iniciará el Año del Cerdo de Tierra. Como muchos conocen, la milenaria cultura china tiene una astrología cargada de simbolismos, con signos anuales según su calendario lunar y con ciclos docenales; precisamente, el 2019 es el fin de uno de esos ciclos de 12 años: el de vigencia del elemento Tierra, un año que la astrología china predice como de grandes cambios (final de un docenio) e inicio de otro: los años de Metal.

Volviendo a estas “elecciones primarias”, mi primera duda es si son útiles; la respuesta es sí y no (ying y yang). “Sí” para el MAS-ISP porque, al aceptar que participara, el TSE refrendaba la sentencia 84/17 del TCP y los partidos y alianzas que compitieran tácitamente lo aceptaban aunque explícitamente se opusieran a ello; “sí” también para el MAS-IPSP, porque el corto tiempo que se dio a los partidos luego de raudamente promulgada la Ley de Organizaciones Políticas creó una dificultad de origen para la unidad opositora y “sí” (también para el MAS-IPSP) porque complicaba, de origen, la sincronía entre plataformas y organizaciones políticas. (Aún hay otro “sí”: el de explicitar el “músculo” partidista, pero a esto llegaremos después.) Pero es “no” porque desde ya todos conocemos “los binomios ganadores” porque sólo compite uno por cada organización registrada, lo que las convierte en un gasto inútil.

Según el artículo 29 numeral I de la Ley 1096 (LOP), las elecciones primarias se realizarán 120 días antes de la convocatoria para elecciones generales y esta convocatoria será 150 días antes de la fecha de la elección (artículo 94 numeral I de la Ley 026 de Régimen Electoral); si sumamos que las primarias, según el numeral II del mencionado artículo 29, se convocarán con 120 días de antelación a su realización, entonces el país estaría inmerso en contiendas electorales 390 días antes de cada elección nacional, unos 13 meses (algo que es excede al resto de Latinoamérica pero “entendible” recordando que desde enero de 2015 vivimos la campaña por la re4candidatura del señor presidente).

La segunda duda se refiere a si la oposición (“las oposiciones”) está fortalecidamente preparada para terciar en las próximas elecciones generales y mi respuesta es “a hoy, aún no”. De los 10 partidos habilitados hasta noviembre, ocho concurren a las primarias; lo que pudiera parecer pluralidad, en realidad es dispersión porque siete enfrentarían al gubernamental MAS-IPSP; este síndrome MUD (por el grave fracaso opositor en Venezuela de la dispersión en la Mesa de la Unidad) se acentúa porque las plataformas ciudadanas tampoco han podido cohesionarse a cabalidad, creando un proceso a dos velocidades: una para el oficialismo, potenciado por la maquinaria del Estado, y otra para las oposiciones (partidarias y ciudadanas) armándose sobre la marcha.

Sin aún resultados de las primarias ni encuestas actualizadas confiables (aunque a tanta distancia de las elecciones recuerdo que al inicio de 2002, Alberto Costa Obregón y Libertad y Justicia “ganaban” absolutamente en las encuestas pero en junio las perdió con menos de 3%), me es fácil augurar que varias candidaturas opositoras se retirarán luego de las primarias y que, por “músculo” partidario (estructura) y electoral (adhesiones, financiamiento), en octubre el enfrentamiento principal estará entre el MAS-IPSP, Comunidad Ciudadana y “Bolivia dijo No”.

¿Se cumplirá el vaticinio de fin de ciclo?

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