martes, 29 de noviembre de 2011

Lecciones no aprendidas

En nuestro castellano habitual –tan mestizado y nuestra lingua franca, aunque se lo quiera negar– hay un refrán muy socorrido: “No hay peor sordo que el que no quiere oír ni peor ciego que el que no quiere ver”, que hoy es un axioma para describir a muchos políticos en nuestra Latinoamérica.

La contundencia del triunfo del Frente Sandinista (FSLN) en Nicaragua pocas semanas atrás, reeligiendo al presidente actual Daniel Ortega Saavedra, al margen de todas las críticas que se pudieran hacer a los comicios (su legalidad al haberse interpretado asaz permisivamente el precepto constitucional que prohibía la reelección, entre otras) desnudó uno de los errores más comunes entre las oposiciones a los gobiernos bolivarianos: sus atomizaciones por los autoconvencimientos de la “propiedad de la verdad absoluta”.

En estas elecciones, al FSLN se enfrentaron el Partido Liberal Constitucionalista (PLC) y el Liberal Independiente (PLI) y las Alianza Liberal Nicaragüense (ALN) y Por la Republica (APRE); 3 de estos 4 opositores tienen el nombre de “liberal” por haberse desgajado del original Partido Liberal, como también parte del APRE lo fueron. Los números no engañan: los 4 partidos (con mucha afinidad ideológica entre ellos) alcanzaron 38% de los votos frente 62% (cuestionado) del FSLN, mientras que, separados, sólo PLI obtuvo una votación interesante (31%) y ALN y APRE no alcanzaron 1%; conclusión: separados, en general no tienen más capacidad que la de ejercer ruido mediático.

Distinta es la situación hoy en Venezuela. Después de los  arrolladores triunfos electorales de Chávez Frías y de llevar casi a la extinción a los partidos tradicionales (AD y COPEI), para el referéndum constitucional de 2007 el liderazgo movilizador opositor se desplazó de los partidos y organizaciones tradicionales a los jóvenes universitarios contestatarios y la propuesta gubernamental fue rechazada por 51% de los votos, un estrecho margen que fue el generador de la Mesa de la Unidad Democrática y sus resultados en las Legislativas de 2010, que igualaron los del gobernante PSUV, cumpliéndose el pronóstico de Klaus Bodemer, ex director del Instituto de Estudios Latinoamericanos de Hamburgo: “La fuerza de Chávez radica en la debilidad de la oposición.”

Bolivia tiene, hoy, muy buenos ejemplos de cuán debilitada está la oposición institucionalizada: Desde las elecciones de diciembre en Sucre para Alcalde, donde al MAS (originalmente con 2 candidatos, uno “nacional” y otro “local”) se le oponen Movimiento Sin Miedo, LIDER, Chuquisaca Somos Todos y Movimiento 25 de Mayo; pasando por el Concejo Municipal de Santa Cruz, con concejales oficialistas en fricción continua; o la Brigada Parlamentaria cruceña, en manos de la minoría (MAS), entre otros. No diferentes, a nivel nacional, están Unidad Nacional y el MSM, que no pueden ponerse de acuerdo y no logran proyectarse.

Deben los políticos bolivianos releer el estado del país y reevaluarse. Esta “receta” es para la oposición pero también para el oficialismo.


Referencias:

sábado, 19 de noviembre de 2011

Un round electoral pero con final inesperado

El 16 de Octubre, Bolivia realizó sus primeras elecciones para elegir los 56 integrantes de los diferentes estamentos del Poder Judicial: Tribunal Supremo de Justicia, Tribunal Constitucional Plurinacional, Consejo de la Magistratura y Tribunal Agroambiental. Con estas elecciones, debía completarse los cambios fundamentales de la Revolución Democrática y Cultural preconizada por el Gobierno del Presidente Evo Morales Ayma y cerrarse el ciclo de cooptamientos de los Poderes del Estado por el Partido de Gobierno (Movimiento al Socialismo, MAS): Ejecutivo, Legislativo (Asamblea Legislativa Plurinacional, con más de 2/3 después de las elecciones de diciembre de 2009), Electoral (Poder nuevo, establecido a partir de la Constitución de 2007) y, ahora más, Judicial.

Ex ante. El proceso se inició con las postulaciones de candidatos a la Asamblea Legislativa Plurinacional y con 2 observaciones importantes: la misma habilitación de candidatos y la difusión de sus postulaciones.

Del primer aspecto, las críticas principalmente estuvieron dirigidas a que la mayoría de los candidatos tenían una afiliación definida o, al menos, una filiación segura con el partido del Presidente Morales. Si bien hubo casos observados por esas razones por la Comisión de Constitución de la Cámara de Senadores –reconocidos por su propio presidente, el Senador Eugenio Rojas (MAS)– y descalificados después por el Tribunal Supremo Electoral (TSE), en buena parte del electorado quedó la percepción de que la mayoría de los seleccionados eran afines al MAS; también influyó en la percepción ciudadana que la meritocracia no fuera un criterio de selección pero sí primara el apoyo de organizaciones sociales –generalmente, las afines al MAS.

El otro aspecto, el control para difundir las postulaciones también fue de amplia discusión. Con la vigencia del Nuevo Código Electoral, el Tribunal Supremo Electoral interpretó que el mismo le daba la facultad para “filtrar” –en el sentido de evaluar y autorizar– el trabajo de los medios de comunicación social respecto a las elecciones, arrogándose el TSE en estos nuevos comicios la potestad de coordinar y autorizar las entrevistas que se hicieran a los candidatos y prohibiendo cualesquiera otras que no estuvieran autorizadas por el ente. Esta disposición, defendida a ultranza por su Presidente Wilfredo Ovando Rojas –quien durante los comicios fuera sindicado por el Movimientos Sin Miedo, ex aliado principal del MAS y ahora en la oposición, como integrante del grupo de choque masista Los Satucos– conllevó tanta oposición de los medios y, en consecuencia, de la Opinión Pública por violentar los derechos constitucionales al acceso a la información y la libertad de expresión , que el Vicepresidente del Estado Plurinacional, Álvaro García Linera, tuviera que reinterpretarla, aclarando que no se restringiría la libertad de información.

Todas estas controversias, sobre los candidatos y de las restricciones mediáticas, conllevaron los resultados de las elecciones que analizaremos más adelante y que el mismo Presidente Morales –ya conocidos los resultados de las elecciones– criticara el proceso de información sobre los candidatos, mencionando que de los 116 candidatos a los cuatro Órganos de Justicia antes mencionados él mismo no reconocía los nombres de más de 4 o 5 cuando votó.

Mientras se desarrollaba este proceso, surgió en la población un movimiento no coordinado –más amplio que lo movilizado por los menguados partidos y políticos de la oposición, que tampoco en este caso actuaron como frente único– de votar nulo en las elecciones para demostrar su rechazo, no al proceso de cambios en la justicia –reconocida como habitualmente corrupta por toda la Opinión Pública– si no al proceso de selección de candidatos y a éstos en sí.

In situ. Al inicio de la noche del 16 de octubre, fecha de las elecciones, las cadenas televisivas empezaron a difundir los resultados de los sondeos en boca de urna de las elecciones y entonces se vio que el panorama era bien diferente que la victoria con 70% o más de la votación que había augurado el Presidente Morales Ayma.

Si bien esta técnica no es absolutamente confiable, su correcta aplicación permite un margen de coincidencia con la realidad bastante aproximado y que permite conocer, con buena probabilidad, cuáles serían los resultados de los conteos oficiales de votos.

En el caso de estas elecciones judiciales, esa noche se difundió por las redes televisivas el sondeo realizado por la empresa IPSOS APOYO OPINIÓN Y MERCADEO (con 6% de sondeados que no quisieron responder), el que arrojó los siguientes resultados: los votos inválidos –la suma de los votos en blanco y los nulos– para el Consejo de la Magistratura alcanzaban 62% de los sufragados (44% nulos y 18 % blanco) frente a 38% de votos válidos; para el Tribunal Agroambiental fue 57% (41% nulos y 16% blancos) y 43% válidos; mientras que para el Tribunal Constitucional Plurinacional invalidaron su voto 61% de electores que asistieron (44% nulos y 17 % blanco) frente a 38% de votos válidos; en el caso del Tribunal Supremo de Justicia, por su misma característica que eran elegidos diferenciados por departamento y por sexo, los resultados no estaban consolidados pero, aproximadamente, los votos inválidos alcanzaron más de 40% nulos y de 20 % blanco frente más de 30% de votos válidos. En total nacional, según el conteo rápido de la empresa IPSOS, los votos válidos suman 39% para todas las postulaciones, en tanto que 43% (45% en otras versiones informativas) corresponde a los nulos y 16% (18% en otras) fueron emitidos en blanco.

(Como aclaración, la diferencia en la votación para cada Órgano se debía a que en la inmensa papeleta de votación había 5 opciones de votación diferenciadas: 4 para cada Órgano en particular, mientras que para el Tribunal Supremo de Justicia habían las opciones de votar para hombres y para mujeres. También debe mencionarse que el TSE decretó que la votación para cada estamento era diferenciada e independiente de la otra, por lo que los votos válidos para un estamento podían no corresponder con los de los otros, y lo mismo para blancos o nulos.)

Ciertamente, estos pronósticos desataban una crisis de credibilidad respecto de las elecciones y auguraban un fracaso –aunque fuera moral– de los comicios y sus elegidos, por dos razones fundamentales: la primera era que, en los comicios bolivianos de los últimos 30 años de democracia (según el oficial Atlas Electoral de Bolivia), el voto nulo –que es expresión de rechazo al evento electoral– no había superado jamás 6% (presidenciales de 1985 y 1989) de los votos emitidos. La segunda, matemática, porque como consecuencia de la cantidad de votos inválidos, la inmensa mayoría de los candidatos que fueran elegidos sólo recibirían un apoyo marginal de los electores que votaron, mas aun del total del Padrón Electoral si consideramos el abstencionismo, que en este proceso fue de poco más de 20% –se debe recordar que en Bolivia el voto es obligatorio y su incumplimiento es motivo de sanciones diversas.

Ex post. Los resultados oficiales del TSE se hicieron esperar. Anunciados inicialmente para el sábado 29 de octubre y demorados en varias ocasiones –con denuncias por la oposición de irregularidades y discrepancias en votos, algunas que fueron aceptadas como “errores de trabajo” frente al político opositor Samuel Doria Medina, sobre todo con la suspicacia del crecimiento de los votos válidos por el aporte de la votación rural–, fueron finalmente entregados el 11 de noviembre.

Según la información proporcionada por su presidente Ovando, de los más de 5 millones de electores habilitados, participaron en las elecciones poco más de 4, lo que dejó un abstencionismo de más de 20%, uno de los mayores en los últimos años.
Por Órgano, para el Tribunal Agroambiental los sufragios válidos en total fueron 42% (1.768.576) frente a 15% (629.469) los blancos y 43% (1.779.425) los nulos; en total, la participación fue de 80% y los inválidos 57%. Los 3 tribunos elegidos como Titulares obtuvieron 17% de los válidos (Bernardo Huarachi Tola) pero sólo 7% de los emitidos (con una representatividad al Padrón habilitado de 6%), 9% de los válidos (Deysi Villagómez Velasco) y sólo 4% y 3% de emitidos y habilitados; y 7% (Gabriela Armijo Paz) y sólo 3% y 2% respectivamente. Por supuesto, tanto en éste como en los otros, los suplentes alcanzaron cifras menores.
Para el Tribunal Constitucional Plurinacional, válidos fueron 42% (1.758.283), blancos 14% (579.363) y nulos 44% (1.838.903); la participación se mantiene en 80% y los inválidos fueron 58%. Los 3 tribunos elegidos como Titulares obtuvieron: Gualberto Cusi Mamani, válidos 16% (pero sólo 7% de los emitidos y 5% de los habilitados); Efrén Choque Capuma, 11%, 4% y 4%, respectivamente; y Ligia Velásquez Castaños 7% de válidos frente a 3% de emitidos y 2% de habilitados.
En el tercer Órgano, el Consejo de la Magistratura, los votos válidos fueron 42% (1.758.283), blancos 16% (659.617) y nulos 42% (1.760.789); la participación se mantiene en 80% y los inválidos fueron 58%. Los 3 Consejeros elegidos como Titulares obtuvieron: Cristina Mamani Aguilar (la más votada entre todos los elegidos), válidos 26% frente a 11% de los emitidos y 9% de los habilitados; Freddy Sanabria Taboada, 9%, 4% y 3%, respectivamente; y Wilma Mamani Cruz 9% de válidos (porcentualmente menor a Sanabria), 4% de emitidos y 3% de habilitados.
El último de los Órganos del Poder Judicial en elección, el Tribunal Supremo de Justicia, como ya mencionábamos se definía por candidaturas departamentales y por sexo. Debo mencionar que Jorge Von Borries Méndez, Presidente del anterior TSJ por designación expresa del presidente Morales, fue reelegido con 56% de los votos válidos de su departamento (Santa Cruz) –uno de los porcentajes más altos obtenidos–, donde los votos nulos fueron 47% y los blancos 23%, un total de inválidos de 70% y participación de 73%.
A modo de comparación, el Presidente Morales ganó su primera elección diciembre de 2005 con cerca de 54% de los votos del electorado, y para el 2009, en su primera reelección, obtuvo casi 64%, por lo que éste 41% significa un significativo revés electoral pues, a pesar de que son elecciones distintas las presidenciales de las judiciales, el involucramiento protagónico del Presidente Morales haciendo campaña por el voto favorable en estos comicios lo convertía en una votación a su persona: “De frente hago campaña; voy a hacer campaña, no por una persona (un candidato), sino por el voto Sí.”




Referencias:
Corte Nacional Electoral: Atlas Electoral de Bolivia. La Paz, 2010.
http://www.telam.com.ar/nota/4338/

miércoles, 16 de noviembre de 2011

De varias elecciones

El fin de semana pasado, 2 países centroamericanos fueron a elecciones: Guatemala y Nicaragua.
Guatemala iba a la segunda vuelta de unos comicios que buscaban el sucesor del centroizquierdista Álvaro Colom Caballeros, proceso electoral que tuvo el intento de postulación de su ex esposa Sandra Torres Casanova, quien se divorció de él en abril de este año para tratar de burlar el precepto constitucional guatemalteco que prohíbe postular a familiares del presidente en ejercicio, lo que no logró.
En esta segunda vuelta se enfrentaron el general retirado Otto Pérez Molina –perdedor en 2007 frente a Colom–, del Partido Patriota, y Manuel Baldizón Méndez, del Partido Líder, ambos políticos de derecha. Según los analistas, Pérez Molina ganó por su discurso más basado en combatir la inseguridad ciudadana y menos populista que el de su oponente.
En Nicaragua, el presidente Daniel Ortega Saavedra fue reelegido con más de 62% de los votos, en unas elecciones matizadas por 2 hechos: la cuestionada legalidad de su postulación –para muchos, contraria a la Constitución vigente pero que un fallo judicial la interpretara favorablemente–, y el fraccionamiento de la oposición, incluidos 3 partidos que se denominan Liberal.
Con este tercer período de Ortega–el primero de 1985 a 1990–, en Nicaragua se afianza el Frente Sandinista, con orientación populista de izquierda que mantiene una relativa bonanza económica, en gran medida por el apoyo económico de Venezuela, país del que Nicaragua es un firme aliado.
Con estas 2 elecciones, no cambia sustancialmente el panorama político de Centroamérica, porque se han superado las graves contradicciones internas de la década de los 90, aunque no se hayan solucionado todos los problemas.
Del otro lado del Atlántico, el próximo domingo 20 España elegirá al nuevo Presidente del Gobierno entre Mariano Rajoy Brey (PP) y Alfredo Pérez Rubalcaba (PSOE). Pero las últimas encuestas (DYM) dan al PP 47% de los votos válidos, lo que le aseguraría una amplia mayoría –la mayor obtenida– y la Presidencia para Rajoy, y un descalabro para el PSOE, que sólo tiene como baza el afianzar la duda en los indecisos de que el PP va a aplicar, en toda España, las mismas medidas que sus gobiernos autonómicos están aplicando hoy.

Y nos queda Bolivia, donde el pasado viernes 11, después de varias postergaciones, el Tribunal Supremo Electoral presentó los resultados de las elecciones judiciales y confirmó que los votos no válidos (blancos y nulos, alrededor de 15% y 43%, respectivamente) ganaron ampliamente a los válidos (43%, aproximadamente), con abstencionismo de 20%.

De ello, sólo tengo 2 comentarios: según el oficial “Atlas Electoral de Bolivia”, el voto nulo de los últimos 30 años de democracia –que es expresión de rechazo al evento electoral– no había superado jamás 6% (presidenciales de 1985 y 1989) de los votos emitidos. El otro es matemático: consecuencia de la cantidad de votos inválidos, la inmensa mayoría de los candidatos que fueron elegidos sólo recibieron un apoyo marginal de los electores.

                                                                                            


Referencias:
http://www.lavozdegalicia.es/espana/2011/11/07/00031320697109184924988.htm

martes, 1 de noviembre de 2011

Soberbia e imprevisión


El Diccionario de la Real Academia Española –la que Limpia, fija y da esplendor– define soberbia como: “Satisfacción y envanecimiento por la contemplación de las propias prendas con menosprecio de los demás”, mientras que San Agustín de Hipona en el siglo IV ya decía que “la soberbia no es grandeza sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande pero no está sano” y el filósofo español Fernando Savater en su libro Los siete pecados capitales la expone así: “no es sólo el mayor pecado según las escrituras sagradas, sino la raíz misma del pecado. Por lo tanto de ella misma viene la mayor debilidad. No se trata del orgullo de lo que tú eres, sino del menosprecio de lo que es el otro, el no reconocer a los semejantes”, para concluir más adelante que “la soberbia es el valor antidemocrático por excelencia”.

Semanas atrás, en esta columna escribía de imprevisión y soberbia. Y me refería al ejemplo mundial de los Indignados y su enfrentamiento, en muchísimos países y diversísimos aspectos, contra la soberbia del Poder, y concluía en Bolivia y paralelizaba el avance –entonces inconcluso y recién sucedido Yucumo– de la Marcha en Defensa del TIPNIS con el repliegue del gasolinazo de diciembre 2010, sobre cómo la incomprensión de la realidad era consecuencia de una visión desde el Poder y no desde la sociedad, lo que llevaba a no prever las consecuencias de los actos o, peor incluso, a sobrevalorar la propia capacidad y menospreciar la ajena, porque cualquier imprevisión es consecuencia de una autoevaluación engañosa.

Después de ese artículo y el siguiente, llegó a La Paz la Marcha y, con multitudinario recibimiento popular, obtuvo cumplidos –en Ley al menos– sus objetivos y el Presidente Morales tuvo que, al fin, llegar a donde estaban los marchistas porque acampaban a sus puertas. No creo, como afirmó en una entrevista Rafael Puente, que su acercamiento lleve a un nuevo optimismo y sea una muestra de grandeza, porque lo hubiera sido 66 días antes y no cuando la majestad de la investidura presidencial estaba cuestionada.

Pero la imprevisión –“acción de disponer lo conveniente para atender a contingencias o necesidades previsibles” según el DRAE– como causa de soberbia no sólo afectó al Poder constituido –engolosinado por los ascendentes resultados que desembocaron en su triunfo en diciembre 2009–  si no también ha sido la piedra de toque de la oposición en Bolivia.

2007 y 2008 fueron años donde se gestó un bloque regional opositor –la denominada “Media Luna”– que, con múltiples intereses diversos en cada región, articuló en su momento la oposición al primer Gobierno Morales pero que, sobredimensionando su capacidad y menospreciando la ajena, implosionó a la primera zancadilla, fragmentándose y silenciándose cuando no acercándose al Poder y, por ende, perdiendo su convocatoria y efectividad, que era su legitimidad.

Gobierno y oposición deben releer la realidad actual y actuar sin soberbia por el bien del país. La mejor receta, la da Savater: “¿cómo evitar caer en la soberbia? El remedio es muy simple, pero a veces duro de asumir: ser realista.”

Referencias: