martes, 26 de septiembre de 2017

Populismo y corrupción matan democracia


Populismo y corrupción —generadores de desigualdad, otra constante— son dos males que, con carácter de endemia, sufrimos en Latinoamérica porque, más allá del tinte ideológico o la corriente política, los hemos tenido de izquierda, de centro —quizás los menos— y de derecha. La suma de ambos —unido a soluciones “rápidas y fáciles”— son uno de los factores que, con frecuencia, han imposibilitado el afianzamiento de nuestras democracias, a veces más etiquetas de discursos que realidades.

De las soluciones “fáciles”, estos días tuve un ejemplo que combina lo solidario, a primera vista, con resultados negativos. La fuente era un pedido en Change.org que reclamaba que el dinero que el Estado mexicano daría a los partidos en las elecciones se dedicara a cubrir las necesidades de las víctimas del reciente terremoto; analicémosla.

El solicitante pedía que “el INE Instituto Nacional Electoral done los casi 7.000 millones de pesos destinados a los partidos políticos en México a los damnificados de la tragedia”, lo que equivaldría a USD 388 millones [M]. En realidad, la cifra es mayor si consideramos todo lo que recibirán los partidos políticos, tanto de fondos federales como estatales: 11.904 M de pesos, poco más de USD 660 M. A primera vista pareciera muy positivo pero un análisis rápido desfonda la idea.

Aunque a priori se me pueda acusar de insensible, es precisamente la solidaridad consciente la que me mueve a ello. Se calcula que el terremoto del 19 de septiembre de este año pueda costar hasta 1% del PIB mexicano —equivalente esto a más de USD 10,6 miles de millones [MM]; el de la misma fecha en 1985 costó más de USD 5,6 MM a precios actuales. En principio, el gobierno movilizó los USD 5 MM del Fondo Nacional de Desastres, a lo que se podrían sumar los USD 56 MM que cuentan las aseguradoras para este tipo de eventos —aunque el nivel de asegurados es bajo.

Visto desde la posibilidad muy cierta que el financiamiento ilegal —narcotráfico y empresarial prebendalista, entre otros, que aun con el financiamiento legal afloran su presencia— cubra el pretendido desfinanciamiento de las campañas —las de 2012 costaron (entre egresos y apoyos) más de USD 3 MM y crecieron 250% sobre las de 2006; de crecer así, y espero que no, las de 2018 costarían casi USD 8 MM—, la propuesta de desfonde es arriesgada y sumamente peligrosa porque las campañas no dejarán de realizarse y de alguna forma se financiarán. Sin embargo, la propuesta olvida —u obvia— que el combate a la corrupción —que “roba” a México entre 9 y 10% de su PIB, unos USD 100 MM por año— puede ser una excelente vía de recuperación de recursos, sobre todo si comparamos con Brasil y Lava Jato, donde en los más de dos primeros años se ha logrado recuperar USD 330 M de los casi 2 MM desfalcados en el escándalo —aunque se calcula que los diez años petistas, Petrobras perdió más de USD 13 MM.

Obvia respuesta. El escándalo de los sobornos de la Organização Odebrecht hizo visible la corrupción casi generalizada; de sus “beneficiados”, durante el período cuatro los más corrompidos: 70% fueron gobernados por socialistas del siglo 21 y afines con USD 515,5 millones: Argentina, Brasil, Ecuador y Venezuela, dos por gobiernos de izquierda moderada: República Dominicana y Perú y cuatro —los menos sobornados (13%) pero no menos corruptos— por centroderecha y derecha:  Colombia, Guatemala, México y Panamá.

Volveremos sobre populismo.
 

Información consultada

http://cnnespanol.cnn.com/2016/10/04/cinco-de-los-10-paises-mas-corruptos-del-mundo-son-iberoamericanos-segun-informe/

martes, 12 de septiembre de 2017

Elecciones en Chile, ¿qué nos tocará?


El 19 de noviembre próximo, los electores chilenos elegirán a su próximo presidente para 2018-2022. Como la relación con Chile, por lo confrontacional y emocional, gravita mucho en el pensamiento, política, economía y el día a día bolivianos —diluyendo otras vecindades— y porque, además, el próximo presidente de Chile será quien acompañe la relación con Bolivia cuando salga la decisión de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), cualquiera sea ésta, pues es bueno que los conozcamos cuáles podrían ser ganadores.

(Recordemos que la demanda boliviana ante la CIJ solicita que Chile negocie "de buena fe" una salida soberana al océano Pacífico basándose en derechos expectaticios, por lo que se podría lograr en la más favorable sentencia para Bolivia— sería la recomendación —no conminación porque la CIJ no tiene el atributoa Chile que negocie una solución mutuamente aceptable. Bolivia aún podría algo a su favor: solicitar un tribunal arbitral de conformidad con la obligación establecida en el artículo XII del Tratado de Paz y Amistad firmado con Chile el 20 de octubre de 1904 y el Protocolo de 16 de abril de 1907.)

Los candidatos presidenciales chilenos (por orden alfabético de apellidos para que nadie me acuse de preferencias “tan temprano”) y sus partidos son: Eduardo Artés Brichetti (Comunista Acción Proletaria, marxista-leninista antirrevisionista), por la Unión Patriótica; Marco Enríquez-Ominami Gumucio por su Progresista (izquierda); Carolina Goić Boroević, senadora, candidata por la Democracia Cristiana (centro-centroizquierda); Alejandro Guillier Álvarez, senador y candidato independiente por la fracturada oficialista Nueva Mayoría (Radical Social Demócrata, Socialista, Comunista, Por la Democracia y MAS Región, entre otros de centroizquierda-izquierda); José Antonio Kast Rist, diputado exUDI, candidato independiente, el más a la derecha; Alejandro Navarro Brain, senador (izquierda) por País; Sebastián Piñera Echenique, expresidente [2010-2014], independiente por la coalición de centro-centroderecha-derecha Chile Vamos (Unión Democrática Independiente, Renovación Nacional, Evolución Política y Regionalista Independiente, entre otros), y Beatriz Sánchez Muñoz, candidata de la coalición Frente Amplio (más de una docena de agrupaciones de extrema izquierda-izquierda-centroizquierda, últimamente intertensionados).

De los ocho, los abiertos a dar salida al mar a Bolivia son representantes de la izquierda: Navarro Brain —sin soberanía—, Artés Brichetti —sin especificar— y Enríquez-Ominami Gumucio —con soberanía, anuncio que hizo en La Paz— mientras Sánchez Muñoz declaró que no fijaría posición pública. Sin embargo, Enríquez-Ominami Gumucio sólo aparece con 4% en la encuesta del 06/09 de CADEM —lejos del 10,99% que obtuvo en 2013 o del 20,14% en 2009—, mientras Artés Brichetti y Navarro Brain no aparecen preferidos, como ha sucedido en las anteriores publicadas ni en la GfK Adimark de julio, por lo que esos apoyos son irrelevantes.

La pelea será entre Guillier Álvarez y Sánchez Muñoz por lograr estar en un ballotage. Sin embargo, a la fecha ninguno ha logrado acercarse al 20% de preferencias (entre potenciales 45% a 52% que vayan a votar de los más de 13 millones habilitados) ni bajar la barrera de 15 a 24% que les separan de Piñera Echenique, potencial ganador que apuesta a decidir en primera vuelta y del que ya Bolivia sabe, desde su anterior período, cuál será su posición.
 

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