sábado, 11 de mayo de 2024

Las Bolivias después del Bicentenario (si llegamos...)

 

No, no soy alarmista. Tampoco soy tremendista ni terraplanista ni algo parecido. Es que, con todas las noticias y convulsiones, lo más sensato es dudar.

Porque el MAS hoy se fractura (¿alguien aún cree que era una maniobra distractora de la opinión pública para volver a unirse, felices como lombrices, para las elecciones?) o se canibaliza (que no podremos llamar autofagia en stricto sensu) y eso bloquea una Asamblea falta de consensos porque lo que quiere A (arcistas) no condice con lo que quiere los más de C y D (miembros de las diferentes oposiciones, sordas las más de la veces entre sí y sus desgranes que reproducen la sordera más amplia) y, menos incluso, con lo que quiere B (evistas), pero lo que quiere B casi nunca lo quiere A ni C ni D y lo que quieren los más de C y/o D no lo quieren (a veces sólo los C1 o los C2 o D3 u otro) pero no A ni B y, por ende, se bloquean.

Perdón por el galimatías algebraico aunque volveremos al caso— porque no quise hacerle desconflaute, amigo lector, pero era importante para destacar algo que, desde 2009 no pasaba: si en la Asamblea (antes Congreso) no hay una mayoría pro oficialista, la gobernabilidad se complica —o, peor, se estanca.

Un editorial de El Deber (“Con los tiempos en contra”, 6/5/2024) me ayudó a armar mejor mi pensamiento, poniéndole etapas a afirmaciones —recomendaciones estratégicas electorales— que ya había escrito antes más de una vez.

Saquemos cuenta en reversa junto con el editorialista: «El 8 de noviembre de 2025 se inicia un nuevo periodo constitucional», fecha inaplazable ni eludible porque se cumple el mandato que en 2020 empezó el actual mandatario (aunque acota más: «salvo que se produzca un golpe de Estado y se imponga una dictadura», lo que dejaremos por ahora). Revisando el cronograma electoral junto con el editorialista, los comicios —calculando primera con segunda (hablo de vueltas electorales) y repeticiones de votaciones— no deben ser después del 6 de septiembre de ese año (70 días antes de la asunción, aunque el referido editorialista contó distinto y le salieron menos días, unos 40 y algo) y las segundas votaciones a comienzos de octubre. Por ende, la convocatoria deberá anunciarse entre mediados y fines de abril y las elecciones primarias —si hubiera— antes de finalizar 2024. (Eso si no hay el hipotético adelanto de elecciones por renuncia del Presidente e inmediata postulación, pero ésa sería otra cuenta que no traeré al caso).

Estamos en mayo de 2024, quizás siete meses antes de las primarias y once antes de la convocatoria electoral. Se han anunciado o autoproclamado o aventados una docena larga de candidatos presidenciales (he leído de 13 pero pueden aparecer otros). El padrón electoral actual —un rápido y aproximado contraste con el vigente lo podremos tener en grosso cuando salgan los resultados del último Censo, comparando censados en edad electoral en los percentiles aptos para ejercer el voto con los empadronados— para 2021 fue de 7.332.925 electores habilitados y votó el 88,42 % (6.484.008), por lo que el porcentaje posiblemente sería similar para 2025 (un ponderado sería del 88,31 %, considerando los porcentajes de participantes en anteriores del período azul —y no de Picasso—: las fraudulentas de 2019: 88,31; 2014: 87,89; 2009: 94,54; 2005: 84,50).

Dicho de otro modo: 15 candidatos —si se mantienen en 13 los opositores al MAS, además de un opositor al MASLucho que lleve el MASEvo (que al final no será el propio Evo, aunque se les coman los hígados por menos generoso propósito que Prometeo) y el candidato cantado del MASLucho (es decir: el mismito Arce)— pelearán por las adhesiones de no más de 6,5 millones de electores. Una pelea que, para los más, será de escarbar migajas y que, para los menos, será cainita para unos y de réquiem para otros…

Pongamos que se repite el panorama de hoy, herencia de un fracasado 2020 para candidatos opositores, lo que es muy probable como base. Dos oposiciones —no partidos ni organizaciones políticas sino “asociaciones de buena voluntad” (¿o prefiere llamarlas “asociaciones de coyuntura” desde los sumados tras el idealismo sincero por un carisma hasta juntuchas de oportunismos, que de eso hubo en 2020)— y un oficialismo quebrado ya pronto en dos: así ha sido el germen de ingobernabilidad, y todo augura un panorama peor en 2025, con un MASLucho que depende de su billetera para sus ejecutores de justicia y sus “socios sociales” (cacofónico porque decir “socios de los movimientos” me recuerda a decir “socios movimientistas” y ya sabemos de eso), un MASEvo desfinanciado y reducido al Chapare —sus huestes rurales de “hermanos de la CSUTCB” hoy o son arcistas o ya no tienen gente rural porque están migrados y mixtados de mestizaje urbano en El Alto y en Santa Cruz— y en las oposiciones o los liderazgos están pasados de “su tiempo” o no les ha llegado éste aún o —los más— nunca les llegará.

En mi Manual para ganar elecciones (Plural, 2019) —perdóneseme la vanidad de autocitarme— describí que una candidatura presidencial para ser válidamente potente debe tener detrás una organización —llámese partido o agrupación pero no sindicato ni gremio— estructurada horizontal y verticalmente, con un líder que fuera identificado con ella (y no “invitado” de último suspiro), con una política (o ejercicio, como guste) de generación de cuadros, con una Misión y Visión (o llámele ideología) permanente en el tiempo y con un Proyecto País (no Planes de Gobierno al uso que ni el candidato lee) que sea un ejercicio de verdadera evangelización y motivación sociales. Mirando desde hace años el panorama electoral boliviano la mayoría de estas condicionantes (o todas) no las hay: el último de los comicios con un real exaltador de voluntades fue en 2005… y ya sabemos en qué devino.

¿Se repetirá el impulso de 2019 tras una candidatura —no un candidato— contra el Evo, ahora con otros matices pero con igual urgencia de cambio? En 2020 no lo hubo —pudiera decirse que el fracaso de la Transición (que no supo ser el nuevo puente) y el COVID (que castigó a todos) tuvieron la causa pero sería muy simplón el hacerlo. Porque no fue como en 2019, por la urgencia de un cambio de época acabada (mentiras, triquiñuelas, corrupciones, violencia y apremios, entre otros más que le “adornaban”), y ahora debería serlo pero ¿creeríamos hoy en un solitario San Jorge, imbuido de fe y esperanza, contra tales dragones, además de ahora desarmado?

Llegaré a mi punto: Descartaré que 2025 será una pelea entre organizaciones (el mismo MAS está en agonía y no es Fénix porque no pervivió mil años y su pira actual no es de sándalo y del otro frente no existen tales estructuras sólo etiquetas y voluntades);  obviaré que habrán líderes aglutinadores (ya di mi opinión más arriba sobre por qué sucedió 2019 y los que no llegaron a 2020) porque los de ese entonces cumplieron (o intentaron) su propósito, cuál este fuera, y ya pasaron, y de nuevos se sigue a la espera que cuajen (quizás para las subnacionales de 2026 con más intenciones de voto sumadas o para 2030), y, de final, me abstendré de esperar Programas (o Proyectos) País sólo a modo de manifiestos de campaña (o simples “sueños”).

¿Qué queda? Lo que fue posible en 2020 y, sin dudas, podrá ser más en 2025: gruesas (no por cintura corrupta) bancadas opositoras, y no importa que no sean una ni dos pero con liderazgos dentro de ellas que sepan conciliar y, sobre todo, unirlas en voluntades y propósitos para negociar con los que no le son afines; hay buenos parlamentarios (y también los hay aún de triste trayectoria, que eso pasa cuando no se criban desde los cuadros propios y no se cosechan las buenas semillas por la premura de sumar y llenar). El otro es la apuesta, ahora más posible, por ganar el mayor territorio: gobernaciones y alcaldías. Ambas serán llave de gobernabilidad y de gobierno, más allá del que lo ejerciera a la espalda de la Plaza Murillo porque a éste ¿qué le quedaría? ¿Manu militari? Ni Kaliman en 2019 pudo hacer la parodia para justificar al Evo en su cobarde estampida.

 

Información consultada

https://brujuladigital.net/opinion/una-peta-cuatro-elefantes-y-un-candidato

https://eldeber.com.bo/edicion-impresa/con-los-tiempos-en-contra_365245 

https://eldeber.com.bo/edicion-impresa/se-requiere-certidumbre_367541

https://eldeber.com.bo/opinion/la-prueba-de-fuego-de-los-aspirantes-a-la-presidencia_364887

https://es.wikipedia.org/wiki/Elecciones_generales_de_Bolivia_de_2005

https://es.wikipedia.org/wiki/Elecciones_generales_de_Bolivia_de_2009

https://es.wikipedia.org/wiki/Elecciones_generales_de_Bolivia_de_2019

https://es.wikipedia.org/wiki/Elecciones_generales_de_Bolivia_de_2014

https://es.wikipedia.org/wiki/Elecciones_generales_de_Bolivia_de_2020

https://es.wikipedia.org/wiki/San_Jorge

https://publico.bo/opinion/examen-diagnostico-a-candidatos-2025/   

https://www.brujuladigital.net/opinion/nuevos-lideres-y-el-destino-de-la-nacion

https://www.la-razon.com/nacional/2022/11/17/el-tse-sugiere-elecciones-en-septiembre-y-segunda-vuelta-en-octubre-de-2025/

sábado, 4 de mayo de 2024

Las Bolivias después del Bicentenario IV

 

Inicié la primera de mis columnas “Las Bolivias después del Bicentenario” (06/04) aclarando que había «encontrado artículos de opinión que me han sido muy interesantes lecturas, ya sea por coincidencia o por discrepancia» y en otra después me autopropuse «una pregunta obvia pero inescrutable hoy: ¿Qué nos espera después del Bicentenario? Sin embargo, cada vez me detengo más en el camino para llegar a ese Bicentenario y lo que nos esperará a las Bolivias».

Esta semana me llegaron dos documentos para pensar profundamente hacia adelante, sobre todo porque ambos tienen la marca de 2025 y nos conminan a actuar con prevención, preparación y mucha resiliencia. Me refiero a “Los escenarios urgentes después del censo” de Carlos Hugo Molina (El Deber, 30/04) y la larga entrevista a Jorge Akamine “Censo 2024: ¿Qué sigue?” (De frente con Óscar Ortiz, 24/07).

Empezaré con Akamine por la exposición etápica que nos provee. Actual presidente del Colegio Nacional de Economistas y miembro en 2022 del Comité Interinstitucional que elaboró la propuesta cruceña —contrapropuesta desde la realidad a la del Gobierno en ese momento—, la información que nos da nos permite seguir la razón de las etapas comprometidas por el Gobierno: ahora en agosto los resultados nacionales (fundamental para la redistribución o no de diputaciones), para final de este año los subnacionales (base para la reformulación de la geografía electoral y el futuro PGE); la importancia del cumplimiento de las fechas comprometidas para estos resultados con respecto a 2025 —redistribución de recursos, coparticipación tributaria, Pacto Fiscal y representación político-parlamentaria (que incluye el mencionado remapeo de circunscripciones)— y después, imbrica el contenido de su entrevista con la columna de Molina, centrada en los porqués y las urgencias de este Censo.

El análisis de Molina va a extender dos elementos: el mestizaje boliviano —entendido desde el punto de vista de integración, mezcla sociocultural—, algo que vengo defendiendo de 2011 (con muchos otros) antes del anterior Censo reafirmando lo que siempre sostuvo el antropólogo y sociólogo brasileño Darcy Ribeiro: «Los neoamericanos, producto del mestizaje, componen la mayoría de sus habitantes [de América Latina]. El resultado ha sido un pueblo mulato de negritud y mestizo de indianidad» (“La nación latinoamericana”, NUSO, N° 180-181, 2022); el otro —indisolublemente ligado a ese mestizaje sociocultural, que es su consecuencia— es la migración del campo a la ciudad.

Certeramente, Molina —Padre de la participación Popular, exPrefecto y reconocido investigador— los vincula «con el modelo impuesto por los triunfos electorales del Movimiento al Socialismo y la instauración de un estado “originario indígena campesino”; mientras la realidad mostraba una sociedad boliviana que abandonaba el campo y crecían las ciudades, el gobierno establecía un discurso ideológico [que yo declaro claramente indianista y, por ende, racista y antinacional], aprobaba políticas públicas y destinaba recursos para la inversión en sentido totalmente distinto», tergiversando la realidad nacional y, peor, hundiendo la nacionalidad en lo que Molina identifica claramente como “oportunismo político” que terminó creando «una suerte de reservación racial de 36 parcialidades, insostenible en pleno siglo xxi» y que Molina resume definitivamente: «Un campesino, de cualquier signo político, deja de ser campesino si abandona el campo y se traslada a vivir a una ciudad, pues no traslada su modo de producción, sin modificar su opción ideológica» y que cierra en una denuncia muy clara de la demagogia oportunista del falso “Proceso de Cambio”: «Un indígena y un originario pueden continuar con su cosmogonía y su visión de la vida si se trasladan de la selva a la ciudad, pero no traslada su modo de vida porque en ella no hay cacería, pesca ni recolección, debiendo vivir en un medio hostil en el que lo único que puede ofrecer es su fuerza de trabajo por culpa del estado que no lo ayudó a desarrollar los instrumentos que necesitaba para su nueva existencia [ni] ha logrado destinar recursos efectivos para que las nacionalidades, en su lengua y escritura [si las tuvieran], hayan logrado institucionalización e incorporación en la vida cotidiana de la sociedad boliviana». La conclusión es de Perogrullo: La migración campo-ciudad como generatriz del mestizaje conlleva la desaparición de la dicotomía excluyente urbano-rural.

Me queda un punto importante, que se infiere de ambos trabajos: la representatividad democrática del ciudadano boliviano, que parte de dos aspectos —a mi entender democráticamente corruptos en Bolivia como en Venezuela—: el valor del voto, cuyo “peso” electoral es distinto para circunscripciones electorales urbanas y rurales —incluso entendiendo que la mayor territorialidad rural (por la expansión dispersa de su electorado) puede ser de una moderada justificación— y “el elector de primera y el de segunda” con las circunscripciones especiales, donde esa diferencia se agrava (su crítica podría aparejar la etiqueta de “racista” independiente de su racionalidad), constituyendo una segregación real respecto del resto de los que formamos la Nación Boliviana para quienes la detentan (y no digo “disfrutan” porque no lo creo porque el ejercicio de su “particularidad autónoma” queda sólo en lo simbólico) en el modelo demagógico de la Constitución de 2009, “cosida” para el MAS (y para Chávez en el 1999 y Correa en 2008) por sus asesores neocomunistas españoles del Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS, luego generatriz del ahora casi desaparecido partido PODEMOS).

Me salto el Padrón Electoral (contrastable en buena medida con los resultados censales si son fiables), el pleno ejercicio de las autonomías y el guirigay de elecciones judiciales —engendro sin meritocracia pero con partidocracia— y primarias —¿de uno? Al final de 2025 llegaremos a una elección que —al día de hoy— será entre un MAS implosionado o dividido (depende de lo extremo de la confrontación) y un arco de opositores —la mayoría repetidos y desgastados— con propuestas —hasta ahora— fracasadas, desfasadas o “epidérmicas” que no logran mover oposiciones.

Ojalá me equivocara.

 

Información consultada

https://youtu.be/va18ILd2How

https://abi.bo/index.php/noticias/feeds/35-notas/noticias/politica/26276-comision-tecnica-crucena-admite-que-presento-una-propuesta-incompleta-para-el-censo

https://erbol.com.bo/nacional/equipo-técnico-de-santa-cruz-abandona-la-mesa-del-censo-“parece-que-ya-está-decidida-la

https://www.facebook.com/watch/?v=708031190692648

https://eldeber.com.bo/edicion-impresa/los-escenarios-urgentes-despues-del-censo_364666

https://www.brujuladigital.net/opinion/nuevos-lideres-y-el-destino-de-la-nacion

https://www.topuniversities.com/world-university-rankings

https://es.statista.com/grafico/16658/universidades-latinoamericanas-en-el-qs-world-univeristy-rankings/

https://revistas.usal.es/cuatro/index.php/1130-2887/article/view/alh2014676590

https://www.oas.org/sap/docs/deco/v%20reunion%20de%20autoridades%20electorales%20final.pdf

https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-68512013000100011

https://www.publico.es/politica/28-ciudadano-voto.html

https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1665-05652011000100006

https://es.wikipedia.org/wiki/Darcy_Ribeiro

https://eldeber.com.bo/opinion/la-nacion-mestiza_275682

https://nuso.org/articulo/la-nacion-latinoamericana-2/

https://nuso.org/articulo/la-utopia-salvaje-de-darcy-ribeiro/

https://es.statista.com/grafico/16658/universidades-latinoamericanas-en-el-qs-world-univeristy-rankings/