El 01 de octubre, la Corte Internacional de Justicia (órgano
principal y no subordinado de las Naciones Unidas) rechazó la demanda boliviana sobre la obligación de Chile de negociar
un acceso soberano para Bolivia al Pacífico. El fallo inapelable de la CIJ (no
“informe”) excluye la vía multilateral pero, explícitamente, recomienda
continuar el diálogo y negociaciones bilaterales, en buena vecindad, para
abordar las situaciones de interés mutuo.
Más allá de la decisión en sí, demoledora para las amplias
expectativas generadas en la población (algunas irreales como la de un
inmediato regreso al mar) y que generó sentimientos de frustración por el
fracaso de la demanda (es un yerro interesado argüir que es “primera vez que el
mundo la conoce” porque ya se había discutido en 1920 en la Sociedad de
Naciones y desde 1979 en la OEA, como reafirmó el presidente Morales el 02/10 en
conferencia de prensa), ésta obligará al país a reformular su orientación
marítima, sin descartar negociaciones con Chile para lograr beneficios mutuos, ya
que el comercio boliviano es prioritario para la Región de Arica y Parinacota y
el potencial cambio de puertos sería mediato.
Hoy Bolivia tiene, no solo la opción sino la realidad de
exportar a través de nuestros puertos soberanos sobre la Hidrovía
Paraná-Paraguay que, por acuerdo con Paraguay desde la Guerra del Chaco, le da
acceso irrestricto al Atlántico, a la vez que utilizar las zonas libres desaprovechadas
concedidas por Brasil (Paranaguá), Argentina (Rosario) y Uruguay (Montevideo y
Nueva Palmira). Puerto Aguirre, la principal vía actual de exportación de soya,
y Puerto Busch (ambos sobre la Hidrovía en el departamento de Santa Cruz) son
las puertas de Bolivia al Atlántico; potenciar su aprovechamiento (sobre todo
Puerto Busch, el más prometedor para desarrollar en corto tiempo) demandaría
una inversión moderada (muchísimo menor que la imprescindible para el adecuado
funcionamiento de Ilo) que pudiera provenir de la iniciativa privada local en
la medida que el Estado brinde las condiciones legales para ello, potenciándose
más en la posibilidad de interconectar las redes ferroviarias oriental y
occidental, anhelo desde los 50 ahora facilitado por pertenecer un mismo grupo
empresarial y una alternativa complementaria al Bioceánico. La cualidad
marítima por el Oriente se reafirma por ser la principal región económica del
país, la más expansiva y la mayor exportadora (descontando gas y minerales).
Hoy Bolivia tiene la posibilidad y la urgente necesidad de
salir al Atlántico frente a las actuales opciones marítimas hacia el Pacífico por
Chile: Arica (exportaciones generales), Iquique (importaciones) y Antofagasta
(exportación de minerales, insustituible económicamente por su ubicación). Ilo
2 desde 2010 es opción pendiente de aprobación por el plenario del Congreso
peruano (hoy en versión reducida); después de aprobarse, el puerto (que será sin
soberanía) requerirá de milmillonarias inversiones durante un quinquenio o más
para acondicionarlo adecuadamente.
En lo histórico, tras la Guerra del Pacífico la Guerra
Federal movió el eje simbólico del poder desde Sucre a La Paz y el real desde
la oligarquía de la plata a los nuevos “barones” del estaño y el comercio; la firma
del Tratado de 1904 aseguraba su comercio exterior y la construcción chilena
del ferrocarril Arica-La Paz confirmando el statu
quo tras la guerra de 1879. Hoy, el eje exportador desplazado hacia el
Oriente (agropecuario pero también de mineral del Mutún) modifican la realidad económica
y, necesariamente, la geopolítica nacional. Obviarlo es suicida.
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