«Piñera Tiempos Mejores»
Con eslogan en positivo y marcando diferencia con la Administración
Bachelet hacia adelante pero también hacia atrás, Sebastián Piñera Echenique se
impuso contundentemente en las primarias de Chile Vamos —coalición de los
partidos Unión Demócrata Independiente (UDI, derecha), Renovación Nacional (RN,
centroderecha, en el que militó Piñera Echenique hasta asumir la Presidencia en
2010), Evolución Política (Evópoli, centroderecha) y Partido Regionalista
Independiente (PRI, centro)— y marcó una gran diferencia con el otro movimiento
político en primarias, el Frente Amplio.
Con 58.36%, Piñera Echenique superó ampliamente a sus dos contendores
—senador independiente Manuel José Ossandón Irarrázabal (ex Renovación Nacional):
26.24%; diputado Felipe Kast Sommerhoff (Evolución
Política, Evópoli): 15.40%—, que juntos no le alcanzaron, y quedó claramente investido
como el candidato de la centroderecha-derecha para las elecciones chilenas del próximo
noviembre.
En la acera opuesta, los sectores más a la izquierda de la oficialista
Nueva Mayoría agrupados en el Frente Amplio —integrado por los partidos Revolución
Democrática (RD) y Humanista (PH), además de una larga decena de
movimientos y partidos no registrados de izquierda y ecologistas— también dieron
un claro candidato, aunque a mucha distancia de Piñera Echenique: la periodista
Beatriz Sánchez Muñoz ganó con 67.56% de los votos emitidos en la primaria del Frente
Amplio al sociólogo Alberto Mayol Miranda (32.44%). Lo relevante —al margen de denuncias,
principalmente de personeros del Frente Amplio aunque también de Chile Vamos— de
errores en las listas entregadas por el Servicio Electoral (Servel), lo relevante
es que, previo a las primarias, se estimaba que votación de 500 mil simpatizantes
sería un éxito y de 300 mil un fiasco; el resultado final fue de 327.613 votantes,
lejos de los 1.417.637 que fueron a las de Chile Vamos —y que superaron la
mejor expectativa de un millón, además de crecer en 600 mil sobre los
convocados por la coalición de centroderecha-derecha Alianza (en general,
conformada por los mismos partidos de Chile Vamos) para las primarias de 2013: 808.002—
e incluso de los obtenidos por Piñera Echenique: 827.347.
Panorama hasta noviembre
Con estas primarias, las candidaturas presidenciales de los
dos polos políticos quedan conformados claramente y sólo les faltaría definir
sus legislativas —en el Frente Amplio hasta ahora monolítica tras Sánchez Muñoz
y en Chile Vamos sólo Ossandón Irarrázabal aparentemente indeciso entre la
coalición que lo llevó a primarias y la Democracia Cristiana, aunque no tiene
que ser la decisión de sus votantes.
Y en el medio, la oficialista Nueva Mayoría, heredera de la coalición
de centro-centroizquierda Concertación de Partidos por la Democracia —partidos Democracia
Cristiana (DC, centro-centroizquierda), Socialista (PS,
centroizquierda-izquierda), Radical Social Demócrata (PRSD,
centro-centroizquierda) y Por la Democracia (PPD, centroizquierda)— que
gobernó Chile desde el retorno a la democracia en 1990 hasta 2010 y que para
2014 se movió más hacia la izquierda-centroizquierda con la inclusión de los
partidos Comunista (PCCh, marxista), Izquierda Ciudadana (IC, izquierda) y
MAS Región (izquierda neomarxista), entre otros.
Para el oficialismo hay una situación inédita porque, a hoy,
su panorama es con dos candidatos presidenciales y la incertidumbre de
presentar una lista parlamentaria única. Incertidumbre que, con mucho, es el
resultado de la ampliación, más ideológica que partidaria, de la Nueva Mayoría
que, por un lado, creo crisis de pertenencia en algunos integrantes de la
Concertación —sobre todo en la Democracia Cristiana— y mayor dificultad en
mantener cohesionada la coalición y sus grupos parlamentarios, sobre todo en
temas conflictivos de las reformas “estrella” de la Administración Bachelet
Jeria. Las candidaturas presidenciales del senador sociólogo y periodista Alejandro
Guillier Álvarez —apoyado por todo el bloque Nueva Mayoría excepto la DC— y la
también senadora Carolina Goić Boroević, en solitario por la Democracia
Cristiana.
El proceso tiene un detonante cercano: La bajada de
candidatura para estas elecciones del expresidente Ricardo Lagos Escobar —representando
al PPD— tras la decisión de la cúpula socialista de apoyar directamente al
precandidato radical —aunque independiente— Guillier Álvarez, lo que truncaba
una primaria equilibrada. Razón similar que incidió en la postulación directa
de Goić Boroević, aunque también fuera motivada por la relación poco armónica
dentro de la coalición desde su ampliación en 2013 y por la aducida pérdida de
identidad propia de la DC dentro de la Nueva Mayoría
Lo que puede convertirse en crisis para la centroizquierda
chilena —los partidos de la original Concertación— tiene un antecedente
arrastrado desde 2013. La incorporación a la nueva colación de partidos de
izquierda y marxistas —Comunista, Izquierda Ciudadana y MAS Región— y las
posteriores posiciones más a la izquierda de socialistas y radicales fueron un
factor importante de desavenencia para la DC —y, en menor grado hasta ahora,
para el PPD—; otro que ha gravitado en toda la actual administración —cuya
aprobación a junio pasado era de 18% y la desaprobación de 57% (CEP)— ha sido
el de las reformas estructurales propuestas por la campaña de Bachelet Jeria: educativa
—“educación pública, gratuita, de calidad”—, tributaria —aumentar la
recaudación fiscal para financiar los cambios en el sistema educativo— y
constitucional —para redactar una nueva Constitución que reemplace la vigente
desde el gobierno militar. Otras tres reformas propuestas fueron las del
sistema previsional, de la unión civil para homosexuales y el derecho al
aborto.
La reforma tributaria fue aprobada al comienzo de su
gobierno, aprovechando que necesitaba una mayoría simple. Por el contrario, la
reforma educativa ha presentado permanentes tropiezos —ha avanzado
parcialmente— y la reforma de la Constitución —necesitaba 3/5 de Congreso— quedó
abandonada —aunque avanzó en reformas colaterales, como el fin del sistema
binominal que daba espacios a la segunda fuerza en una elección (lo que
beneficiará en aspiraciones legislativas al Frente Amplio pero,
paradójicamente, podrá afectar sensiblemente al actual oficialismo si las
tendencias hacia Chile Vamos se confirman) y la aprobación de la Ley de
Partidos Políticos, así como la cuota de género en el legislativo. La reforma
del sistema de pensiones está prácticamente estancada y de las otras dos no
estructurales, la unión civil fue aprobada pero la despenalización del aborto
sigue en discusión con objeciones de conciencia.
La ausencia de primarias en la Nueva Mayoría le restó la oportunidad
perdida para aprovechar las opciones legales de campaña en la calle y la
televisión en ese período, presentando sus propuestas a la ciudadanía y
confrontando con los otros sectores; esta ausencia le favorecía más al Frente
Amplio —destino de descontentos a la izquierda con el gobierno actual— que a
Chile Vamos, que podría tener más afinidades con el electorado de la DC que con
el del resto de la Nueva Mayoría. También la misma candidatura de Guillier
Álvarez está en suspenso por la necesidad, aún incumplida, de alcanzar las
firmas necesarias —33.493 depuradas— para registrarse como candidato
independiente por no haberse registrado en ningún partido dentro de los nueve
meses anteriores al plazo para presentar las candidaturas; de no
alcanzarse hasta fines de julio —con dificultad tanto de la apatía del
electorado (no olvidemos que Bachelet Jeria fue elegida en ballotage por el
25,57% de los electores habilitados debido a que su 62.17% obtenido se remitía a una muy baja participación
efectiva: 41,13%) como de los mayores requisitos que la nueva Ley impuso a las
organizaciones políticas—, la Nueva Mayoría tendría que decidir apoyar la
candidatura democristiana o, lo peor, quedarse sin candidato presidencial.
La batalla en noviembre
Hasta hoy —7 de julio—, es probable que el 19 de noviembre
próximo se enfrenten por la Presidencia de Chile Piñera Echenique, Guillier
Álvarez —superando el escollo de la inscripción de candidatura—, Goić Boroević
y Sánchez Muñoz —éstas con pocas opciones reales—, además de otros candidatos
menores —en las de 2013 se presentaron 9— pero las opciones al presente apuntan
a la victoria de Piñera Echenique.
Quizás la batalla principal no esté en el primer frente sino
en las legislativas, cuando se elijan 23 senadores de 50 —aumento de 12 tras la
reforma electoral— para el período 2018-2026 y 155 diputados —35 más— hasta
2022.
Para la Nueva Mayoría, es crucial lo que decidan sobre
llevar una lista única de candidatos parlamentarios —una figura original de dos
candidatos presidenciales pero única de parlamentarios— o no porque, más allá
de las avenencias o no, se calcula que la división podría llevarlos a perder
hasta 20 puestos.
La definición de Ossandón Irarrázabal, aunque diste de ser
decisoria para sus votantes en las primarias, pudiera darle un aire adicional
al candidato que apoyo —o podría ser su fin político.
Sánchez Muñoz y el Frente Amplio, más que aspirar a
victoria, su meta deberá ser afianzarse. A pesar de su discurso cercano al
socialismo del siglo 21 y al trasnoche de la década del 70, su presencia en el
Congreso tenderá a mejores y más amplios debates.
La relectura de su electorado por la Democracia Cristiana
chilena, al margen de apartarlo de la contienda efectiva por la Presidencia y
de reducirle escaños, podrá ser importante para su identidad programática.
Por último, Piñera Echenique ya siente que pasó de
presidenciable a presidencial y eso le puede favorecer, tanto en cohesión de su
coalición como en adhesiones —de grupos y electores. De ganar, esta vez
gobernará fuera del superciclo del Big Push —aunque al final de su gestión vivió
su declive— pero, a diferencia del segundo gobierno de Bachelet Jeria —en plena
caída económica—, él entraría en una fase de estabilización de precios. En lo
internacional, enfrentar las decisiones de la Corte Internacional de La Haya
sobre sus litigios con Bolivia y mantener —o mejorar— su posicionamiento
regional.
Si no hay cambios radicales, ése sería el panorama a
esperar.
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