miércoles, 12 de julio de 2017

Una concesión muy interesada


Cuando este fin de semana Leopoldo López pasó a régimen de prisión domiciliaria —por gestiones atribuidas a Rodríguez Zapatero y aduciendo el gobierno presuntos “motivos de salud”—, por cierto bastante relajada porque el líder opositor pudo subir al muro de su casa portando una bandera venezolana para saludar a los allí congregados y exhortarlos a continuar protestando, a muchísimos no nos quedó dudas que los cien días de manifestaciones opositoras —cada vez más de todos los venezolanos no maduristas, alrededor de 94% de la población—, el casi centenar de muertos, la alta inflación, la abrumadora carestía de alimentos y medicinas y con obligaciones de deuda asfixiantes estaban llevando al colapso final del gobierno, al que le urgía una negociación firme que permitiera a la cúpula madurista salir al exilio con mínimas garantías—algo de lo que se hablaba sotto voce que participaban gobiernos de la región y de la que Rodríguez Zapatero era partícipe.

La salida de López, como un líder principal opositor y sin el desgaste de ejercerlo día a día, podía para ser actor —junto con Julio Borges por la Asamblea Nacional y, quizás, la Fiscal Ortega por los chavistas “históricos”— de la transición.

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