“Y yo también te digo, que tú eres
Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia.” [Mateo 16:18]
En los próximos días,
115 Cardenales —117 de los 207 que conforman el Colegio
Cardenalicio son electores por no haber cumplido 80 años de acuerdo con lo
establecido en la Constitución
Apostólica "Universi Dominici Gregis" del Papa Juan Pablo II y la Carta Apostólica “muto proprio” de
Benedicto XVI; sin embargo, dos de
ellos no participarán: el indonesio Darmaatmadja, por enfermedad, y el
británico O'Brien, quien acaba de renunciar muy recientemente a pedido del saliente
Papa por acusaciones de "comportamiento inapropiado"— elegirán al nuevo Sumo Pontífice Romano, el 266vo. a partir del Apóstol
Pedro —aunque físicamente han sido
264 (descontando antipapas) porque Benedicto IX lo fue 3 veces antes de ser
excomulgado— en el encierro
eleccionario de la Capilla Sixtina.
Se han hecho muchas
cábalas sobre los favoritos: por regiones —se ha recordado que
Latinoamérica es el continente que tiene la mayor proporción de fieles
católicos, África es donde el catolicismo se enfrenta al fundamentalismo
musulmán y Asia es donde la religión ha tenido más crecimiento; un Pontífice de
EE.UU. lo excluyo por la identificación muy clara con el poder global y sus
manifestaciones unipolares—, por edad, por cercanía al Papa Emérito, por
aptitudes —clasificando a los papables entre “teólogos”,
“administradores” y “políticos”—, por ideología —moderados y conservadores
(progresistas no se mencionan)—; con preferencia que no pertenezca a un
movimiento —los más poderosos son
Opus Dei, Regnum Christi (movimiento seglar de la Legión de Cristo), Camino
Neocatecumenal y Comunión y Liberación— por los compromisos aparejados…
Cuando fue elegido
Joseph Ratzinger como Santo Padre se le consideró “de transición” tras
un largo Papado—26 años de Juan Pablo II, el tercero
más dilatado y de los más importantes política y mediáticamente. Lo auguraban
su edad —78, a diferencia de los 58 de Karol Wojtyla— y
su carácter poco público y se confirmó con su ejercicio y posterior renuncia.
Un probable identikit
del nuevo Vicario de Cristo: relativamente joven —entre 60 y 70 años—;
con sólido conocimiento del funcionamiento de la Iglesia; vocación de líder y
conocedor de los problemas sociales, y moderado o conservador de amplio
criterio. Y agregaría más: con probabilidad de origen no europeo.
Y como el próximo Papa
debería ser un hombre más joven —me atrevo a limitar la edad hasta 65 años, la
promedio de los Papas en los últimos cuatro siglos (Juan XXII con 76 y
Benedicto XVI con 78 son las excepciones)—, se limita la lista de
elegibles a 17: 1 de África (Turkson de Ghana), 2 de Latinoamérica (Scherer de
Brasil, y Robles Ortega de México), 4 de Norteamérica (Dolan,
Harvey, DiNardo y Burke, todos de EE.UU.), 2 de
Asia (Tagle de Filipinas, y Thottunkal
de India) y 8 de Europa (Bozanić de Croacia, Barbarin de Francia, Woelki y Marx de Alemania, Eijk de Países
Bajos, Nycz de Polonia, Koch de Suiza y Erdő de Hungría).
El que de ellos sea pastor, político y manager será nuestro próximo
Papa.
Referencias
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