Primer Pontífice
Francisco —desde hoy Franciscum PP.—, primer jesuita en el Sillón de Pedro y
primer latinoamericano Vicario de Cristo, Jorge Mario Cardenal Bergoglio llega al Pontificado sin haber sido “papable”
des el inicio —como fue Leonardo Sandri, el otro argentino—, a pesar de haber
sido uno de los más votados en el Cónclave de 2005.
Nacido en la porteña Villa
Devoto dentro de la clase media trabajadora, Bergoglio es hombre de contrastes:
moderado —ni conservador ni progresista en la Iglesia: ortodoxo en dogmas pero
flexible en otras áreas— muy preocupado con la pobreza y férreo crítico de la
desigualdad en su país natal y de sus políticos, también ha sido contrario
inflexible al matrimonio igualitario, los anticonceptivos y la inseminación
artificial gratuitos y las adopciones de niños por homosexuales, lo que lo opuso
con la Administración kirchnerista.
Muy austero y reacio a la prensa, el hasta
ahora Arzobispo de Buenos Aires y Primado de la Argentina fue acusado de supuestamente
colaborar con la dictadura militar y declaró como testigo en juicios sobre sacerdotes
jesuitas detenidos con varios laicos luego desaparecidos y por el robo de bebés
nacidos en cautiverio; en ninguno se demostró su responsabilidad.
Con su trayectoria
fundamentalmente diocesana, este Papa de 76 años y sin un pulmón desde muy
joven, a pesar de sus virtudes como pastor y su compromiso social, tendrá que
enfrentar la reforma de la Curia, la postura de la Iglesia ante la pederastia y
la corrupción del “banco” vaticano. Será otro Papa de transición como el
renunciado Benedicto XVI y posiblemente fue un elegido de compromiso frente a
empates en la elección del Cónclave —con 5 votaciones, la más larga de las
últimas.
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