“Un poco tullido..." Con ese saludo que hablaba de él,
Juan Carlos el Rey caracterizó –supongo que consciente– también a España y a
esta Cumbre Iberoamericana.
Lejanos los tiempos de Guadalajara 1991, cuando España –junto
con Portugal–, nuevo rico de una Europa comunitaria, abría sus brazos
(empresariales) a una Latinoamérica que salía de crisis. Hoy, esa parienta
“pobre” es la que, como destacaba Rajoy en su discurso en la inauguración de la
XXII Cumbre, supo alcanzar el éxito y a la que le pidió "más América
Latina en Europa y en España".
Porque la Cumbre de Cádiz, como descubre su mensaje “Una
relación renovada en el Bicentenario de la Constitución de Cádiz”, más que
conmemorativa de “La Pepa”, la primera Constitución española –que no de
Iberoamérica, porque la venezolana de 1811 le antecedió por un año–, es la de
los tíos dilapidadores empobrecidos que ahora buscan a los parientes criollos.
Cumbre deslucida por crisis y ausencias –faltan 6
mandatarios de los 21 miembros–, será otro “saludo a la bandera” para justificar
burocracias. Los temas de disenso bilateral –Bolivia y Chile por el acceso al
mar; Costa Rica y Nicaragua por el río San Juan; Chile y Perú por su frontera
marítima, entre otros– no tendrán ninguna solución más que discursos en esta
Cumbre, como tampoco se oirán los mensajes de sus mandatarios –excepto en sus
países. Y nada más.
Referencias
http://noticierostelevisa.esmas.com/internacional/526440/inauguran-xxii-cumbre-iberoamericana-cadiz/
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