Empezamos
la “nueva normalidad” con cuarentena dinámica hasta el 31 de julio y nos
recentraremos en dos temas: elecciones y economía. Es ahora bueno analizar
dónde estamos y dónde podremos estar. También es adecuado saber realmente, sin
bulos ni berrinches (ya agoreros y masistas me han insultado), cuál es la
situación de la endemia en nuestro país.
En el
octavo reporte del Índice de Riesgo Municipal COVID-19 del MINSALUD, en
el país 11 municipios pasaron de riesgo medio y moderado a riesgo alto; los
departamentos de Cochabamba (a pesar de su boom
de nuevos casos) y el de Potosí son los dos únicos donde se han reducido los
municipios en riesgo alto: de 15 a 12 y de 3 a 2, respectivamente. Al 26 de
junio, el 24% (82) de los 339 municipios del país estaban con riesgo alto, 50%
(170) con riesgo medio y 26% (86) con riesgo moderado, un panorama que nos
avisa que las flexibilizaciones de las medidas de cuarentena tienen que ir
acompañadas por una adecuada concienciación.
Pero en contraparte, no todas las noticias son malas: El
porcentaje de casos activos versus el
total de afectados confirmados a nivel nacional el domingo 28 pasado fue del
69,8%: la décimo sexta disminución consecutiva porcentual de casos activos,
mientras que el índice nacional de recuperados versus el total de afectados confirmados el mismo día fue de 27,0, el
cuarto aumento consecutivo que para el departamento de Santa Cruz fue del 42,9%
y su décimo sexto aumento consecutivo porcentual. El promedio de recuperación
en 23 países latinoamericanos es del 43.0%, fluctuando entre el 94.1% en Cuba y
el 10,0% en Honduras (el promedio mundial del lunes fue del 10,7%).
Otro elemento positivo es el promedio diario de pruebas PCR
(aún insuficientes pero muchísimas más que en semanas anteriores gracias a que
de un único laboratorio de referencia al comienzo de la pandemia, el CENETROP, pasamos
a 22): se avanzó en las últimas cuatro semanas de 807 pruebas diarias promedio
en la semana 11 a 2.138 en la recién pasada semana 15.
Pero el dato más relevante es que, siguiendo el pronóstico
del ingeniero Edgar Villegas de que la cantidad de afectados se duplicaba cada
10 días, el domingo debimos bordear los 80 mil casos detectados y tuvimos
31.524, lo que constituye un “aplane de la curva” de contagios de 18 días,
beneficiando a una menor saturación crítica de los centros hospitalarios pero,
en contraparte, alargando el proceso de la endemia.
Y esto me lleva a las proyecciones del Institute for Health
Metrics and Evaluation de la University of Washington en Seattle, que se
actualizan periódicamente. Alrededor de fines de mayo, el pronóstico del IHME
para Bolivia era que el pico de la pandemia sería el 27 de julio con un
promedio de 93 mil casos detectados. Sin embargo, las medidas para flexibilizar
la cuarentena en muchos municipios del país le ha llevado el 24 de junio a 3
escenarios: el primero, con las medidas de rigidez usadas tendría su pico el 5
de agosto con más de 51 mil casos promedio; el segundo, haciéndolas más rígidas
(uso obligatorio de barbijo para todos, distancia social, desinfección
continuada, entre otros) daría su máximo el 31 de julio con unos 38 mil casos
detectados promedio, y el tercero, flexibilizando la cuarentena, el proceso
progresivo actual en todo el país, tendría su pico entre el 5 y el 6 de
septiembre (fecha electoral) con casi 93 mil casos detectados, iniciando su
descenso (sinusoidal) hasta entrado noviembre cuando alcanzaría valores
cercanos a R1 o R0 (R es el índice de reproducción o contagio; por ende R1 es
que cada contagiado activo potencialmente contagie a otro, y R0 es cuando cesan
prácticamente los contagios y se da por concluido este ciclo de la endemia).
La próxima columna, con mucha seguridad, será menos pandemia
y más elecciones.
Esperemos hasta entonces.
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