«[Hay] un
virus todavía peor, el del egoísmo indiferente”. (Papa Francisco)
Mi
anterior columna (“Pandemia, endemia y un solo país”, 02/06) la definí como “un
catálogo de información necesaria sobre el COVID-19 para Bolivia y la Región”.
Esa tarea es aún muy necesaria (diría mejor: urgente) porque entendemos mal
cuando no hay información para neófitos (somos la gran mayoría), porque muchos
no entendemos su peligros y porque otros se dejan engañar por «algunas ideologías políticas que andan
cegadas por intereses de poder e inducen al pueblo a cometer errores y poner en
riesgo su salud y su vida» (“Cuidar
a los Ciudadanos”, comunicado de la Conferencia Episcopal Boliviana CEB,
10/06).
El 10 de marzo llegó la epidemia a Bolivia y el 22 el país inició la
cuarentena rígida. Hoy, casi 90 días después, estamos bordeando 20 mil casos
diagnosticados. ¿Fracasó la cuarentena? A pesar de los números, alarmantes sin
dudas, y de algunas proyecciones muy preocupantes, yo sostendré que no.
La proyección de Edgar Villegas que a fines de mayo se llegaría a 10
mil casos se cumplió cabal el primero de junio; su siguiente predicción, que no
descartaba que contagios de seis dígitos a fines de julio, la realidad hasta
ahora no la confirma. Manteniendo el cálculo promedio de duplicación de
contagios detectados cada 10 días, entre el 9 y el 10 de este mes hubiéramos
tenido más de 21 mil casos pero a 16 aún bordeamos los 20 mil. ¿Error? No lo
creo. ¿Menos pruebas PCR (Prueba de Reacción en Cadena de la Polimerasa, las que entran en las
estadísticas)? En la semana pasada, el
promedio diario fue de 1.452 pruebas mientras que antes, por ejemplo, en la
semana entre el 25 y el 31 de mayo fue de 807 (exceptuando un día donde se
informaron atrasadas); en realidad, a más pruebas, más detecciones. Si le
sumamos que el porcentaje a
nivel nacional de casos activos versus total de afectados confirmados el
13 fue del 81,2%, el 14 del 79,8% y el 15 el 78,7%, disminuyendo consecutivamente
por primera vez y, además, consideramos que los pacientes recuperados en salud
a nivel nacional el 15 fueron 3.430, el 18,0% de los contagiados totales (2.824
en Santa Cruz, el 24,1%), porcentaje muy superior al 3,3% promedio de
fallecidos respecto al total de contagiados desde fines de mayo, entonces,
amigos lectores, podemos tener esperanza que hemos logrado aplanar más la curva
de contagios.
El estudio del Institute for Health Metrics and Evaluation de la Universidad
de Washington en Seattle que mencionó la Presidente el día de Corpus Christi, fija
el “pico” de la curva de contagios totales el 27 de julio con un promedio de
alrededor de 94 mil casos; a partir de esa fecha empezaría a disminuir y una
proyección para R0 (transmisión cero) sería, posiblemente, de tres y medio a
cuatro meses después.
Eso nos lleva a entender la urgencia del mencionado comunicado
de la CEB cuando pide «dejar los intereses particulares o de
grupos, y buscar coordinadamente lo mejor para todos en esta hora difícil para
Bolivia», pidiendo entendimiento en pro del pueblo boliviano, como reafirmó el
Arzobispo de Santa Cruz, Monseñor Sergio Gualberti, el 11 pasado: «estamos llamados a promover la unidad, reconciliación y perdón [porque]
persisten resentimientos y rencores que
nos mantienen divididos y enemistados, y que incluso dificultan una acción
común para enfrentar a la pandemia».
El mensaje es diáfano: sobre intereses sectarios (movidos
por premuras políticas y desesperaciones de cálculo), lo principal es la vida
de los bolivianos. No al prorroguismo arbitrario, sí a la defensa de la vida.
Claridad meridiana para hoy en Bolivia la frase del Papa
Francisco en su homilía del 26 de marzo en la plaza de San Pedro: «estábamos en la misma barca, […] todos llamados a remar juntos […]. En esta barca, estamos todos».
No hay comentarios:
Publicar un comentario