"Lo que tiene que primar […] es la
salvaguarda de la democracia”. [Mons. Sergio Gualberti Calandrina]
El martes pasado, cuando entré en la ducha para mi ablución
matutina encontré una mariposa de las que pululan en casa que estaba en la
parte interior de la pared de vidrio del box. Abrí la puerta del baño y traté
que saliera, pero parecía que la tozuda quería salir por la ventana; esperé a
que estuviera posada en la malla, la abrí y cerré el vidrio de la ventana: nada.
Ni antes de la ducha, ni durante ella: era una mariposa entrampada entre dos
vidrios (del box) o entre malla y vidrio de la ventana sin querer huir de esa
“prisión autoimpuesta”. Y ahora la veo cada vez que quiero ducharme: sin salir
del baño, quiero pensar que “feliz” de estar allí.
A primera vista pareciera similar esta anécdota y la
parábola de la rana hervida donde la temperatura del agua donde está la rana va
elevándose tan gradualmente que, al comienzo, no hace nada (incluso disfruta la
tibieza) pero según la temperatura aumenta la rana cada vez se aturde más y,
finalmente, no puede salir del agua caliente y termina cocinándose, lo que es
una parábola de que muchísimas veces no notamos como cada día nos apartamos un
poquito más de alguna de nuestras metas o propósitos… hasta llegar a un punto
muerto, el de la irreversibilidad.
En la historia de mi mariposa, ella tiene las opciones de
escapar (la puerta y la ventana abiertas) pero no sale. ¿Por qué? Quizás
porque, como la rana hervida, se acostumbró y ya no le interesa salir pero, a
diferencia del batracio, no muere: sólo le interesa aparentar que quiere salir.
Podría llamarlo el Síndrome de la Mariposa Entrampada.
He dedicado alguna de mis recientes columnas y tuits a
prevenir contra la profusión de candidaturas no-MAS y no pocas veces recibí una
muy optimista respuesta de que “en segunda vuelta nos unimos todos” (no voy a
volver a aburrir con D´Hondt y la dispersión resultante en la Asamblea
Legislativa). Ése es un fehaciente ejemplo de una actitud displicente,
conformista: de nuestro Síndrome de la Mariposa Entrampada.
Previne hace poco que cuidáramos de no llegar el 3M a la profusión
de opciones. Pues “le ganamos” al 20-O: competirán cinco alianzas y cinco
partidos. Varias organizaciones políticas estuvieron semanas discutiendo unidad
(negociando inclusive) y se oían y leían llamado de precandidatos a por ello.
Al final, fueron ayes sin convicción más que para provocar a otros a unírseles
pero cuando la presidente Añez Chávez lanzó su precandidatura, se armó el
guirigay.
Ni celebraré ni criticaré la decisión de la presidente pero
lo cierto es que, como quien avienta un juego de mahjong, “la mayoría de las fichas
salieron volando”. Entiendo y justifico las críticas de los precandidatos
(no-MAS y MAS) porque la nueva precandidata los vapuleó en su entrampamiento
(incluso a algunos quebrándole sus principales apoyos) pero no entiendo las
denuncias de “inconstitucionalidad” y “similitud con Evo” que algunos políticos
(no recuerdo de los precandidatos sino de terceras o cuartas líneas) han
proferido, quizás porque no contrastaron la constitución. Aunque me cuesta
entender “la falta de ética” de Añez Chávez y aceptaría el epíteto de
“oportunista” (porque sí aprovechó su oportunidad), me indignan las insinuaciones
contra la probidad de Salvador Romero Ballivian (a quien no conozco
personalmente), intentando forzar su renuncia.
Ya circulan artículos y tuits apócrifos atribuidos a
analistas reconocidos. Mucho entrampamiento aún habrá pero, como escribió
Roberto Laserna en Los Tiempos, si
Jeanine quiere ganar «debe demostrar que
es posible hacer campaña sin abusar del cargo».
No hay comentarios:
Publicar un comentario