Leyendo “La unidad es un nuevo proyecto de nación” de
Gonzalo Chávez (El Deber, 12/01/2020)
recordé los recientes posicionamientos de muchos articulistas sobre la
conveniencia o innecesaridad de la unidad frente al MAS como meta de urgencia.
También recordé que en 2013 y 2014 ya me ocupé acá de la tendencia a la
dispersión electoral (“Más serán menos”, 24/12/2013 y “Menos serán más”,
24/06/2014) y todos conocemos los resultados, aunque las condiciones no fueran
las mismas pero las causas sí lo fueron.
Han salido varias aproximaciones sobre posibles tendencias
en las intenciones de voto pero aún ninguna realizada después de la
convocatoria a elecciones, por lo que la mayoría de los que aparecen incluidos
entonces no eran precandidatos y algunos tampoco lo son ahora. Me guiaré por la
de CIES MORI del 21 al 30 de diciembre pasado y difundida por UNITEL
(lamentablemente, no pude acceder a la ficha técnica porque no aparece en las
versiones digitales de los medios); este sondeo, a primera vista, podría dar
apoyo a la posición de que “el MAS perderá en segunda vuelta”: el 57% de las
intenciones (¡no votos aún!) supuestamente ya decididas apoyarían un candidato
no-MAS, y al candidato MAS no le alcanzaría ni con todos los indecisos sumados.
Haciendo un poco de make-up
entre el total de esas intenciones “ya decididas” (77,6%) sumándole indecisas (8,5%) más secretas (1,8%), las consideraremos como
el 100% de “válidas” (el 85,6% de intenciones totales), obviando que la suma de
“válidas” más en blanco/ninguna y nula no da el 100% sino el 97,3%. Si a esas intenciones
supuestamente ya decididas, adiciono a cada supuesto precandidato el prorrateo
proporcional de indecisas y secretas para obtener sus “válidas”, el
MAS obtendría el 22,8% de intenciones para primera vuelta y Añez (sin postularse)
el 17,2%, Mesa el 15,2%, Pumari el 9,0% (antes de unirse), Chi (sin
organización que le de soporte y promueva) el 8,9%, Camacho 7,6% (leí en un
medio que sumaban Pumari y Camacho, olvidando ¿intencionalmente? que en los %
de ambos hay muchas intenciones comunes), Doria Medina (no se ha postulado) el
2,0%, Quiroga (autoproclamado recién, sin definir organización) 1,8% y “otros”
el 1,0%. A primer análisis, el conjunto no-MAS obtendría el 62,8% de
intenciones válidas, que si se tradujera en votos reafirmaría la supuesta
innecesaridad de un frente.
Olvidemos el anterior análisis y esperemos otros después del
3 de febrero porque Añez y Doria Medina no han anunciado su participación,
Camacho y Pumari formaron dupla (si no vuelven a separarse), Chi no tiene quien
lo cobije, Patzi parece que va y otros seguirán apareciendo (aunque confío que
no sean 18 los candidatos como en el 85 o 13 como en el 80). El problema que se
avecina con la dispersión es la Asamblea Legislativa, cuya integración será
fundamental para que el próximo gobierno emprenda las tareas impostergables y
donde ninguna fuerza no-MAS logrará mayoría; peor considerando el sistema d’Hondt
utilizado en Bolivia para distribuir escaños que tiende a favorecer un poco más
a los partidos con más votos, sobre todo los que ganan en circunscripciones
electorales escasas en votantes (que en Bolivia son las rurales, muchas
dominadas por el MAS), además del baremo de la barrera electoral que
redistribuye (siguiendo d’Hondt) a otras organizaciones los escaños obtenidos
por aquellas que no lograran el 3% nacional.
El próximo gobierno necesariamente será de alianzas porque
ninguna organización tendrá mayoría legislativa. El país necesita para
refundarse de amplias voluntades cohesionadas con objetivos comunes. ¿Por qué
no vamos adelantando ahora?
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