martes, 30 de julio de 2019

“51,3%=48,7%” y otras parafrenias



Terminé mi anterior columna [“País ‘sui géneris’ con síndrome de Munchausen”] mencionando que, como país, éramos ‘sui géneris’ y, a la vez, afectados (incluso: afectos) de victimizarnos y culpar a otro de los que hicimos o no hicimos. Leyendo después, me encontré el término clínico "parafrenia" que describe una ruptura con la realidad que lleva a creer formas de entender las cosas muy estrambóticas y poco razonables. De ambos, ejemplos nos huelgan.

Estas elecciones son muy buenas para entender que cohabitamos con parafrenias y Munchausen. Secuenciando, la primera es que vamos a realizarlas con un binomio presidenciable cuyo prorroguismo fue rechazado constitucionalmente por una mayoría de ciudadanos: el 51,3% por el NO versus el 48,7% por el SÍ, una diferencia en rechazo que superó el 2,6% de los ciudadanos que emitieron su decisión, aunque algún “malabarismo non-matemático” intentó equipararlos: sin dudas, un suceso delirante para quien lo creyera a pie juntillas (o hiciera creerlo). La continuidad en mantener el Poder (prorroguismo “obligado” por “la necesidad”, pragmática y no filosófica) luego se “justificó” con fórceps en la sentencia 0084/2017 y se “habilitó” en unas elecciones primarias que, segundo suceso, no eran “elecciones” porque no elegían a alguien frente a otro posible, sólo servía para habilitar con ese voto al prorroguista (“elección” cerrada circunscrita a militantes, pensada también para loarlo con “su éxito”, aunque sus huestes le dieron fiasco: una delusión).

El tercero es, por decirlo “en bonito”, una justificación rocambolesca. Me refiero a la ahora urgida, socorrida y entendida como panacea: la unidad opositora. Hoy, cuando quedan poco más de dos meses para las elecciones, los ayes van por lo que no se hizo antes del 28 de noviembre de 2018, “fecha límite para la inscripción de candidaturas para la elección de binomios presidenciales por cada partido político, agrupación ciudadana de alcance nacional o alianza” [“Calendario Electoral - Elecciones Primarias de Candidaturas de los Binomios Presidenciales para las Elecciones Generales 2019”, OEP, 19/10/2018] y se reclama hacer ahora. Sin entrar en señalar culpables ni culpas de la desunión, la razón del reclamo está, ahora, en que las intenciones de votos percibidas de la oposición dispersa (al menos en encuestas aceptadas mayoritariamente como presuntamente confiables como la primera de CIES MORI) no da ningún ganador; la imposibilidad es que los contendores que se “bajen” de la contienda, “bajan” a sus candidatos y eso hoy, que para partidos con resultados residuales nacionales y departamentales puede ser beneficioso para no perder personería, para aquellas candidaturas que (al menos, en algún departamento) tengan “asegurados” espacios en la ALP es, por decirlo así, una coña burlesca. Ése es un Muchhuasen, acentuado porque en la mencionada de CIES MORI ninguno (oficialista u opositor) gana en primera vuelta y, de muy hipotéticamente unirse todo el arco opositor, tampoco ganaría en primera tanda porque todos los opositores (o que como tal se presentan) unidos “alcanzan” (recuerde que la encuesta es una fotografía más o menos precisa de un momento) el 43% mientras el MAS “tiene” el 37%: la oposición “pasaría” la barrera del 40% pero no alcanzaría la diferencia del 10% con el siguiente, el MAS.

Lo que toca hacer con urgencia a todos, tirios y troyanos (léase el MAS y los ocho opositores), es mejorar sus captaciones y convencer de sus verdades (cualesquiera que éstas sean) al amplio porcentaje de indecisos. La hora de los ayes pasó y a los plañideros si fueran culpables, la historia no los absolverá. 

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