En estas últimas semanas, la criminalización del servicio
médico ha estado en primer lugar de la discusión pública y eso también cuestiona
el conjunto de los servicios de salud porque la mala praxis sanitaria —que no es
sólo del personal profesional— está muy ligada a las condiciones de ejercicio.
Obviando la campaña malintencionada de “que los médicos se
roban insumos” —un sinsentido cuando es permanente denuncia la falta, no ya de
equipos, sino de suministros básicos además de ítems— y las repudiables
expresiones sobre presunto analfabetismo de los movimientos sociales, el debate
me retrotrae a la campaña del sacerdote Mateo Bautista García en 2015 para que
el Estado destinara 10% del PIB a la salud como una forma de equilibrar las
falencias acumuladas durante décadas. La respuesta oficial fue —amén de los
denuestos habituales y del desprestigio de la capacidad del P. Mateo por “decir
datos falsos”, obviando que él había sido Delegado del Consejo Episcopal
Latinoamericano para la Pastoral de la Salud en el Cono Sudamericano,
Secretario Ejecutivo de la Comisión Episcopal para la Pastoral de la Salud en
Argentina y Delegado para la Pastoral de la Salud de la Arquidiócesis de Santa
Cruz de la Sierra, entre otras, por lo que conocía con causa del tema— que el
Estado destinaba mucho más de esa cantidad. Las cifras oficiales ayudarán entender
los argumentos: las cifras redondeadas de Presupuesto General del Estado (PGE) —gastos
consolidados, corrientes y sectoriales— son del MEF y las del PIB a precios
actuales, PIB PPA, que convertí de dólares a bolivianos, son del Banco Mundial.
En 2006, primer año de la Administración Morales pero con un
PGE aprobado en la anterior, el PIB PPA fue de Bs. 79.706 millones (M), el PGE en
gastos consolidados fue de 46.332 M, el gasto corriente de 26.966 M y el gasto
sectorial en salud “y deportes” —en ningún año se diferencia cuánto a cada
cuál— de 3.052 M, lo que hace que para el sector salud “y deportes” el
porcentaje de gasto sectorial respecto al gasto consolidado fue de 6,59% y al
corriente de 11,32% pero su correspondencia con el PIB PPA sólo fue de 3,83%.
Al año siguiente, ya con PGE aprobado bajo la actual administración pero aún
con recursos reducidos, el gasto consolidado fue de 58.918 M, el corriente de
33.092 M y el sectorial “más deportes” fue de 3.421 M para un PIB PPA de
91.315, lo que da porcentajes de gasto sectorial de 5,81% (consolidado), 10,34%
(corriente) pero 3,75% (PIB PPA).
Para no abrumar con cifras (el cuadro 2005-2016 completo está a continuación), en 2016 el
gasto sectorial “incluido deportes” fue de 15.955 M, lo que es 7,35% de los
217.140 M del PGE de gastos consolidados, 13,56% para los 117.631 M del de
gastos corrientes pero sólo 6,78% para los 235.290 M del PIB PPA de ese año, el
porcentaje más alto del docenio del MAS. Por eso se comprende que el presidente
y los ministros Arce y Ferreira se atiendan en el exterior porque las
condiciones determinan la praxis de salud y no sólo el ejercicio profesional
hoy satanizado.
|
PGE
gasto consoli-dado |
PGE gasto
corriente
|
P SALUD
|
% SALUD vs.
gasto consoli-dado
|
% SALUD vs.
gasto corriente
|
PIB PPA
|
% SALUD vs.
PIB PPA
|
2006
|
46.332
|
26.966
|
3.052
|
6,59%
|
11,32%
|
79.706
|
3,83%
|
2007
|
58.918
|
33.092
|
3.421
|
5,81%
|
10,34%
|
91.315
|
3,75%
|
2008
|
82.554
|
54.551
|
4.273
|
5,18%
|
7,83%
|
116.051
|
3,68%
|
2009
|
123.138
|
67.826
|
4.295
|
3,49%
|
6,33%
|
120.686
|
3,56%
|
2010
|
125.964
|
59.971
|
5.543
|
4,40%
|
9,24%
|
136.764
|
4,05%
|
2011
|
119.471
|
69.453
|
6.278
|
5,25%
|
9,04%
|
166.782
|
3,76%
|
2012
|
145.943
|
83.610
|
7.491
|
5,13%
|
8,96%
|
188.505
|
3,97%
|
2013
|
172.223
|
96.246
|
10.063
|
5,84%
|
10,46%
|
213.387
|
4,72%
|
2014
|
195.430
|
108.604
|
12.007
|
6,14%
|
11,06%
|
229.652
|
5,23%
|
2015
|
221.181
|
126.626
|
15.464
|
6,99%
|
12,21%
|
229.680
|
6,73%
|
2016
|
217.140
|
117.631
|
15.955
|
7,35%
|
13,56%
|
235.290
|
6,78%
|
2017
|
210.347
|
119.224
|
18.304
|
8,70%
|
15,35%
|
|
|
Para terminar, tres hechos inmediatos: En Paraguay —donde el
gobierno no pudo imponer la reelección—, el continuismo light perdió la
candidatura de su propio partido. En Chile, la alternabilidad volvió con la
elección de Sebastián Piñera, un golpe para el “legado Bachelet” y para el
revisionismo del Frente Amplio. Por el contrario, el continuismo en Honduras
—reelección forzada por su Tribunal Supremo— se da en fuerte confrontación y
repudio.
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