En mi anterior columna (“Lección del medio del mundo”,
28/02) analicé los resultados de las elecciones del 19 de febrero pasado en
Ecuador, cuando los 9.447.362 ciudadanos que emitieron su voto válido —90,0% de
los que votaron y 71,9% del padrón electoral (datos al 100% del CNE)—, forzaron
una segunda vuelta de votación el próximo 02 de abril cuando castigaron al
oficialismo retirándole 17,9% de los sufragios que obtuvo escasos cuatro años
atrás.
Entonces mencioné, el desgaste de un proyecto —la Revolución
Ciudadana— como la razón de la pérdida de votos. Triunfador en 2006 el actual presidente Rafael Correa Delgado y nuevamente victorioso en 2009 —ya bajo su nueva
Constitución, lo que ha sido común a todos los gobiernos del denominado
socialismo del siglo 21— y en 2013, una suma de yerros lo erosionaron: mal
manejo económico —decrecimiento de 1,7% en 2016— con amplio gasto social
no sostenible —paralelo a sus éxitos en reducir la pobreza —, altos impuestos y
elevado endeudamiento; corrupción escandalosa en Petroecuador y la Refinería
Esmeraldas, ministros y otros altos funcionarios condenados por malversación y
peculado, y las coimas recién develadas de Odebrecht, entre otros. En la década
correísta, se dilapidaron los ingresos extraordinarios sin inversión
sostenible, fomentó la división de la población, atenazó la libertad de
expresión y primó la afinidad ideológica.
Agradezco las observaciones que entonces me hiciera una muy
querida amiga en Quito. Una importante fue sobre la capacidad mediática del
gobierno. De acuerdo con la Secretaría Nacional de Comunicación, dispone de seis
medios oficiales (Ecuador TV, Radio Nacional del Ecuador, los periódicos El Telégrafo, El Ciudadano y PP El
Verdadero y la Agencia Andes) y doce incautados (e indebidamente retenidos:
dos editoras de periódicos y revistas, cuatro radios y seis televisoras), además
de otros prooficialistas como los comunitarios.
La gran lección que dejó esta primera vuelta para los
opositores —como en cualquier país otro país del socialismo del siglo 21— es
cómo la incapacidad de coaligarse provoca la dispersión del voto y beneficia al
oficialismo porque en Ecuador, a pesar que 60% votó contra la continuidad, Alianza
PAÍS estuvo a punto de ganar en primera vuelta.
Para ballotage, el opositor Guillermo Lasso Mendoza y su
alianza CREO y SUMA contarán con votos del espectro anticontinuista, desde la
derecha hasta movimientos indígenas y de izquierda. Una reciente encuesta de
CEDATOS —que en sus cinco encuestas previas a primera vuelta auguraron
ballotage— da a 52,1% a Lasso Mendoza y 47,9% a Moreno Garcés con indecisión de
19% —similar al reciente ausentismo—, con margen de error de 3,4%; otra no
nacional de Diagnóstico —no hay registro de encuestas para la primera— le daba
al oficialismo casi 13% de ventaja en cuatro provincias y tres ciudades
principales, aunque proyecta como nacional.
Fue interesante que el 22 de febrero —tras tres días de
lento escrutinio después de los comicios que despertaron muchas susceptibilidades—
con 88% de actas escrutadas, Moreno Garcés y su contrincante estaban, números
redondos, con los mismos porcentajes del final, marcando tendencia posible en
segunda vuelta.
El 2 de abril será la verdadera encuesta. En primera vuelta,
el recién depuesto comandante del Ejército Luis Castro Ayala señaló supuestos fallos en la custodia militar del
material de votación.
Información consultada
http://www.eluniverso.com/noticias/2017/02/28/nota/6067204/conteo-terminado-ente-cne-muestra-escanos
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