«Por hipocresía llaman al negro, moreno;
trato a la usura; a la putería, casa; al barbero, sastre de barbas y al mozo de
mulas, gentilhombre del camino.»
[Francisco de Quevedo]
Con el «debido irrespeto» —me excuso del potencial
plagio lingüístico con Paul Krugman—, debo confesar que este acápite de mi nuevo
libro aún en revisión (Auge y caída del socialismo
del siglo 21) fue de los que más he disfrutado investigando y escribiendo y
ha sido de los pocos —muy probable el único— que en algún momento me arrancó una
sonrisa. Dicho esto, entremos en tema, no sin aclarar que la información
consultada aparece in extenso en mi
blog.
«La corrección política o lo políticamente
correcto es
un concepto utilizado para describir lenguaje, ideas políticas o comportamientos
con los que se procura minimizar la posibilidad de ofensa hacia grupos étnicos,
culturales o religiosos. El término se aplica también en un sentido más amplio para
describir la afiliación con la ortodoxia política o cultural; en forma similar, describe aquello
que podría causar ofensa o ser rechazado por la ortodoxia política o cultural de
un determinado grupo.» [Wikipedia.
Corrección política.]
Aunque la «corrección
política» es tan vieja manipulación del lenguaje como la
cultura —Gorgias de Leontinos [s. V a.d.C] mencionaba que: “La palabra es un gran
soberano, que con pequeñísimo y sumamente insignificante cuerpo lleva a cabo divinísimas
obras”— (Escandell Vidal, M.V. et
al.: El lenguaje humano, p. 48), el concepto —y su término— se popularizó
en las décadas de 1970 y 1980 bajo el supuesto de que su empleo promovería la igualdad
de todas las personas y grupos sin importar distingos ya sea por raza —una “mala
palabra” para el discurso “correctamente político”—, cultura, religión, género u
orientación sexual.
Lenguaje PC
«Pero hay que tener cuidado
de no caer en un puro ejercicio cosmético, en definitiva gatopardismo funcional
al statu quo.» [Marcelo
Colussi: “Lo políticamente correcto.”]
Aunque pudiera ser muy extenso,
a los fines de lo que necesitamos resumiré y simplificaré la sustentación.
No hay dudas que el empleo de un lenguaje políticamente correcto —o lenguaje PC, como también se le conoce—
tiene, sobre todo a primera vista, un efecto muy loable: La protección de los débiles,
la eliminación de las marginaciones —cualesquiera éstas sean—, la defensa de las
víctimas, la adhesión a la ética, el respeto de las minorías —marginadas o no y
con independencia de su nivel de presencia— y de la diversidad cultural, religiosa,
ideológica y de preferencias sexuales. (Espero no haber incurrido en
ninguna incorrección política al mencionarlos.)
Sin embargo, no siempre —casi
nunca— lo aparente es lo cierto. Tras todo lo loable de sus propósitos —a lo que
de plano me adhiero—, quienes usufructúan un pretendido “liderazgo” de su empleo
esconden una creciente manipulación del lenguaje: palabras prohibidas, frases obligatorias,
mantras impuestos —más allá de cualquier absurdo, como el Patria o muerte castrista
(remake del Libertad o muerte de las luchas independentistas para posicionar que
“la Revolución Cubana era Patria y los demás no lo era”) devino en el Socialismo o muerte chavista que saltó a
otros países de la ALBA, una incongruencia si se analiza cuán “socialistas” han
sido las economías del grupo—,barbarismos
y neologismos, en el mejor de los casos circunloquios —incluido la versión actualizada
de los significados invertidos del newspeak
novelado/denunciado por Orwell—, la mayoría ciertamente eufemismos que conllevan
una verdadera y antidemocrática imposición ideológica a través de exageradas —o
falsas— victimizaciones, muchas veces de muy activos grupos de presión o minorías
militantes.
«La corrección política
ha consistido […] en "poner nombres o cambiarlos" mediante la utilización
de eufemismos y misnomers (nombres inapropiados o incorrectos, aclaración mía),
"nombres o apelativos engañosos", y tiene antecedentes en conformismos
"impuestos por grupos de presión que exigían acatamiento a determinados valores
o definiciones". En ese sentido, "puede ser vista como una nueva forma
de ortodoxia" que no impone ninguna autoridad ni está amparada por ninguna
ideología específica; en sus orígenes sólo hay dispersas.» [Luis María Linde de Castro:
“La corrección política: un animal grotesco, pero feroz.”]
Los lenguajes PC —pluralizando la etiqueta por la diversidad de sus orígenes— tienen sus
principales fuentes en un origen ideológico: la conjunción de la visión marxista crítica del discurso de los
pensadores de las diferentes etapas de la denominada Escuela de Frankfurt —Max Horkheimer,
Theodor Wiesengrund Adorno, Herbert Marcuse, Erich Seligmann Fromm, Walter Benjamin (todos ellos de origen
judío perseguidos por el nazismo) y Jürgen Habermas— con la visión del lenguaje
como producto de la mentalidad burguesa —“lleno de falacias encubridoras de diversas
formas de sometimiento, de dominio y de desigualdad”— del pensamiento deconstructivista
y afines —Jacques Derrida, Roland Barthes, Paul-Michel Foucault, Paul de Man, Richard
McKay Rorty—, promovieron formas de “emanciparse” de “los mecanismos de dominación
y encubrimiento” insertos en el lenguaje, conllevando el predomino actual, en amplios
espacios intelectuales, sociales y políticos, de la hermenéutica de la sospecha.
El filósofo y antropólogo francés Paul Ricœur fue quien originalmente describió lo que denominó Escuela de la sospecha basada en tres fuentes: Marx, Nietzsche y Freud,
a partir de que los tres —desde sus diferentes posiciones— consideraron que la conciencia se tergiversa por intereses económicos —Marx—, por la represión del inconsciente —Freud— y
por el resentimiento del débil —Nietzsche.
La posterior unión de los postulados marxistas
de la Escuela de Frankfurt con los sostenidos por Franz Boas y la American Anthropological
Association por éste fundada que se resumen en la denominada hipótesis de Sapir-Whorf
—o PRL: Principio de Relatividad Lingüística, hoy totalmente descartada y que establecía que todos los pensamientos
teóricos están basados en el lenguaje que una persona habla y la forma en que la
persona entiende y conceptualiza el mundo—, fueron las fuentes definitivas de lo
que podríamos denominar el movimiento de lo
políticamente correcto que surge
en los EEUU en la década de los sesenta a partir de las protestas estudiantiles
de ese período —potenciadas por la lucha por los derechos civiles y la guerra en
Vietnam e inicialmente confluentes con el socialismo libertario— contra el establishment y su conjunción con las diversas
corrientes sociales que propugnan la abolición de situaciones de injusticia para
las mujeres, los negros y todas las minorías sexuales —de por sí, negro y minoría sexual son dos términos «políticamente incorrectos»—, religiosas
y de cualesquiera tipos. Fue Marcuse —el más comprometido de la Escuela de Frankfurt
con este movimiento— quien comúnmente es etiquetado como «padre de la Nueva Izquierda»
norteamericana.
«Hoy en día, en lo que se dice o se hace, uno busca instantáneamente
motivos ocultos y asume que las palabras significan algo excepto lo que parecen
significar.» [George
Orwell: The Orwell Diaries, cita del 27/4/1942]
A
primera vista, lo que podemos entender como el intento de poner en evidencia situaciones
de exclusión, discriminación e injusticia —variantes de
la misma negatividad— por lo que el empleo de un lenguaje políticamente correcto debería
ser parte importante de corregirlo. Sin embargo, el lenguaje PC —amén
de que en la mayoría de los casos expresa eufemismos—, en lo peor de sus empleos,
conlleva nuevas discriminaciones.
Javier Venegas y Juan Manuel Blanco en su artículo “¿Y si
Clint Eastwood tuviera razón? Hacia una sociedad adolescente” utilizan a Philip
Milton Roth y su novela La mancha humana para ejemplificar cuán profundamente han
penetrado los absurdos en las universidades del denominado “mundo occidental”: «[…] la vida del decano universitario Coleman Silk se desmorona tras interesarse
por dos estudiantes que han faltado a todas sus clases, “¿Conoce alguien a estos
alumnos? ¿Tienen existencia sólida o se han desvanecido como negro humo?” pregunta
en el aula. Desgraciadamente para Coleman, uno de los aludidos resulta ser afroamericano
y, cuando llega a sus oídos la pregunta, la interpreta como un ataque racista. Aunque no había ánimo ofensivo
en sus palabras, puesto que jamás había visto al estudiante, Silk es acusado de
racista, cesado como decano y despedido».
En esa misma línea y en el
mismo artículo, ambos mencionan un hecho real —entre varios que refieren—: «En otra ocasión, un profesor
del Columbia College recomendó la visita a una interesante exposición de arte samurai
japonés. Inmediatamente, uno de sus estudiantes protestó airadamente, tachando su
sugerencia de políticamente incorrecta porque podía herir la sensibilidad de los
alumnos chinos. Obviamente, la objeción era absurda; la invasión de China por el
ejército imperial japonés había finalizado setenta años atrás. Sin embargo, para
el estudiante el tiempo transcurrido era irrelevante.» (El subrayado es mío.)
Prensa y lenguaje PC
De primera, el lenguaje PC
no comulga en prensa con las máximas de claridad —sin tecnicismos ni frases largas
y difusas—, precisión —redactar en términos asequibles
a todos— ni eficacia —ni
más ni menos: sólo las palabras justas e indispensables.
José Antonio Martínez García (“El lenguaje
(políticamente) correcto no es lo que parece.”), refiriéndose al empleo del lenguaje PC en la prensa
en su artículo “El lenguaje (políticamente)
correcto no es lo que parece”, lo denomina «un veneno en papel de regalo»
porque el empleo de eufemismos y de circunloquios para “maquillar” la realidad —ya
sea la más dura o la menos “políticamente correcta”— tienden a servir de filtro
de esa información —más allá del lenguaje pero por su causa— y terminan “hurtando”
la información, lo que termina convirtiendo
lo que nos llega como receptores de esos medios en información censurada y,
en muchos casos, tergiversada.
Un medio PC nos “informa” sobre “bombas inteligentes”
—o “bombas limpias”, creadas para aniquilar al enemigo “quirúrgicamente” (un símil
muy caro a muchas notas en medios)— pero que tuvieron fallas y provocaron “daños
colaterales” —cuando mueren (la palabra “asesinados” es aun menos PC) víctimas civiles
inocentes que estaban “imprevistamente” en donde cayó la bomba (que no era “tan
inteligente”)—; “ataques selectivos” —asesinatos—; “limpieza étnica” —bestial matanza
racista— o “enfrentamiento religioso” —masacre por cuestiones de religión—; “lucha
armada” —se equilibran víctimas y verdugos del terrorismo—; “guerra humanitaria”
—intervención armada en medio de una masacre—; “fuego amigo” —matar a propios… Otras
veces, el eufemismo casi justifica lo sucedido, como cuando el medio difunde un
“reajuste laboral” —despidos masivos—; “solución habitacional” —acuciante falta
de viviendas— o la etiqueta de “economías emergentes” —tan “amada” y socorrida en
informes internacionales y gubernamentales para designar a países hundidos en el
subdesarrollo. La misma asepsia sucede cuando se le denomina “usuario de sustancias
adictivas” a un drogadicto y el aborto se desdramatiza en la “interrupción
voluntaria del embarazo”.
De la corrección y los absurdos en el lenguaje PC
A los ejemplos de “corrección
política en el lenguaje” que vimos más arriba, podemos sumar muchos otros, a veces
eufemismos y otras puras pamplinas o despropósitos (varios
de éstos se los debo a Colussi y a su artículo arriba citado):
- · “Afroamericanos” (African-Americans) —el gentilicio puede sustituirse por el del país donde están— o "gente de color" por "negros” (blacks), aunque Black people era el denominativo bandera de Martin Luther King Jr. y de Malcom X.
- · “Alcohólico recuperado" por "ex borracho"
- · “Asesora del hogar” o "colaboradora doméstica" por “empleada doméstica” —peor “sirvienta”.
- · “Asiático" por "oriental".
- · “Asistente administrativa" —término que en muchas organizaciones tiene otras funciones laborales— por "secretaria".
- · “Asistente de logística” por “almacenero” o “estibador”.
- · “Auxiliar técnico de clasificación y reparto” por “cartero”.
- · “Captación puntual de agua” por “trasvase”.
- · “Controladora de accesos” por “portera”.
- · “Daños colaterales” por “víctimas civiles”.
- · “Desaceleración económica” o el politicastro “ahora las cosas van menos bien” por “crisis”. Y si la situación va de mal en peor y se pone “color hormiga”, el término se sustituye por “desaceleración acelerada” o, “mejor” inclusive, “aceleración negativa”… ¡y Santas Pascuas!
- · “Desocupado de larga duración” por “desempleado”.
- · “Gente internacional” por “extranjero”.
- · “Invidente” o “no vidente” por “ciego”.
- · “Limpieza étnica” por “matanza racista”.
- · “Persona con problemas de alimentación" —“gente de talla” o “personas de tamaño distinto” no son menos recomendables— por "gordo".
- · “Persona en situación de precariedad” —pudiera ser “económicamente explotado” pero depende del contexto— o el más absurdo eufemismo de “persona que carece de lo que otros tienen” por “pobre”.
- · “Persona —o “estudiante”, según corresponda— en transición programada entre cambios de actividad —o “de carrera” — por “despedido” —o “aplazado”.
- · “Personas con capacidades diferentes” por “minusválidas” o “discapacitadas”.
Y sobre ello, Umberto Eco recuerda en su “Sobre lo políticamente
correcto” que “luego no se les construyen rampas para acceder a los lugares públicos,
evidentemente se ha suprimido la palabra, pero no el problema”.
·
- “Pueblos originarios" por "indígenas" o “naciones indígenas”.
- · “Repatriación” por “expulsión”.
- · “Roma" por "gitano".
- · “Sobrecargo" —cuidado con emplear “sobrecarga”— por "azafata".
- · “Subsahariano” por “africano”.
- · “Técnico ecológico” por “barrendero”. (Y en ese supuesto de “corrección”, habría que cambiarle el nombre de la película El barrendero así como al personaje que en ella interpretó el gran actor mexicano Mario Moreno Reyes, Cantinflas.)
- · “Tercera edad" por "ancianos" —¡jamás "viejos"!
- · “Usuario de sustancias adictivas” por “drogadicto”.
Y las que colijo como unas joyas:
- · “Cosméticamente diferente” por “feo”.
- · “Dentición alternativa” por “dentadura postiza”.
«Si nos atenemos y plegamos a la subjetividad y el capricho de
cada uno, y a la extrema susceptibilidad de nuestros días, pronto no habrá nombre
que no esté estigmatizado y prohibido, y entonces no nos entenderemos.» [Javier Marías Franco]
A los eufemismos anteriores, se adiciona la
prohibición de expresar las asociaciones “noPC”: "cuento chino", "trabajar
como un negro" o "regatear como un judío", entre otros y también
el empleo de los disfraces de Halloween, pintarse la cara de negro con maquillaje
—Memín Pinguín estaría excomulgado latæ sententiæ—
y usar tocados o plumas como muchas tribus nativas americanas serían acciones políticamente
incorrectas.
Ni los libros de la Biblia —algunos comunes a las tres
religiones monoteístas principales— se han librado de expurgación: En 2006, 42 teólogas
y 10 teólogos alemanes publicaron la "políticamente correcta" Biblia en lenguaje justo (Bibel in gerechter Sprache), en la que Dios —Adonai—
es neutral, además, de llamársele "el Eterno" y "la Eterna",
"Él" y "Ella", "el Santo" o "la Santa",
"el Viviente" o "la Viviente" o, simplemente, "Tú"
y el tradicional «Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre…»
(Pater Noster,
Mateo 6:9-13 y Lucas 11:1-4) se convertía en «Tus hijos e hijas, Dios, que eres nuestra madre
y nuestro padre en los cielos, santifican tu nombre…»
Sin embargo, en esta nueva “traducción antisexista” Satanás,
el Diablo, el Demonio, el Mal siguen siendo, en todo momento, absolutamente masculinos.
Tampoco en el lenguaje PC faltan los usos de repeticiones
absurdas e innecesarias cuando en nuestra lengua —y en otras
incluso más— existe el masculino genérico viniendo desde el latín (y éste desde
el griego y el etrusco y, hacia atrás, desde otras itálicas en el tronco indoeuropeo,
sin olvidar el celta): "bienvenidos y bienvenidas", "los y las presentes", “los niños y las niñas” (y sus correlatos
escritos: "los y las niñ@s" o "los y las niñXs"), “los ciudadanos y las ciudadanas”, que
la Real Academia Española denuncia que «van
contra el principio de economía del lenguaje, y se funda en razones extralingüísticas.
[…] deben evitarse estas repeticiones, que generan dificultades sintácticas y de
concordancia, y complican innecesariamente la redacción y lectura de los textos»
(http://www.rae.es/consultas/los-ciudadanos-y-las-ciudadanas-los-ninos-y-las-ninas).
En “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer” (http://www.rae.es/sites/default/files/Sexismo_linguistico_y_visibilidad_de_la_mujer_0.pdf) del lingüista
Ignacio Bosque Muñoz y miembro de la Real Academia Española desde 1995, advertía
de los peligros que alteraciones de facto —indiferentes a las reglas lingüísticas
y a la misma evolución del lenguaje— conducen a lo que el ya antes mencionado Martínez
García llamó despotismo ético (El lenguaje de
género y el género lingüístico. Universidad de Oviedo). En
ese sentido, Bosque Muñoz afirmó «que los textos […] contienen recomendaciones que contravienen no solo normas
de la Real Academia Española y la Asociación de Academias, sino también de varias
gramáticas normativas, así como de numerosas guías de estilo elaboradas en los últimos
años por muy diversos medios de comunicación. En ciertos casos, las propuestas de
las guías de lenguaje no sexista conculcan aspectos gramaticales o léxicos firmemente
asentados en nuestro sistema lingüístico.» y concluyó: «La enseñanza de la lengua a
los jóvenes constituye una tarea de vital importancia. Consiste, en buena medida,
en ayudarlos a descubrir sus sutilezas y comprender sus secretos. Se trata de lograr
que aprendan a usar el idioma para expresarse con corrección y con rigor; de contribuir
a que lo empleen para argumentar, desarrollar sus pensamientos, defender sus ideas,
luchar por sus derechos y realizarse personal y profesionalmente. En plena igualdad,
por supuesto.»
Encontré en el artículo “Cómo ser políticamente
correcto” (http://es.wikihow.com/ser-políticamente-correcto)
algunas recetas de cómo serlo. Las mencionaré muy resumidamente y algunas comentaré
a continuación.
«Método 1 de 2: Adquiere más consciencia de la corrección
política
2
Aprende sobre diferentes
tipos de prejuicios. La educación es una manera excelente de superar prejuicios
y ser políticamente correcto.
3
Evita el lenguaje,
los pensamientos y las acciones políticamente incorrectas. Educarte y monitorear
tus pensamientos te ayudará a controlar tu lenguaje y comportamiento.
4
Evita los títulos
excluyentes y de género específico. Los títulos reflejan sexismo o discriminación
contra alguien, especialmente en el caso de las mujeres, debido a su género.
5
Evita usar términos
explícitamente religiosos. El mundo tiene innumerables religiones diferentes
y no todos comparten tus creencias. Algunos son agnósticos y ni tienen fe ni falta
de la misma en un dios o dioses.
6
Evita ciertas expresiones
que ofendan y devalúan a las personas con habilidades físicas o mentales diferentes.
Por ejemplo, di "persona con dificultades intelectuales" en lugar de "retardado"
y "físicamente incapacitado" en lugar de "inválido".
Sí debo señalar que estoy de pleno acuerdo con
la recomendación de evitar los chistes raciales y no “porque siempre son políticamente
incorrectos” sino porque son absurdamente ofensivos, al igual que los chistes machistas
y antirreligiosos.
7
Practica. Cuanto
más practiques la corrección política, más sencillo te resultará y menos probable
será que ofendas a alguien.
En ello, mucho han incidido los propios medios masivos de comunicación.
En Latinoamérica, sobre todo en los países bolivarianos, en su búsqueda de satisfacer
al Poder han actuado de forma que «nada tiene que envidiar al
trabajo de Winston Smith en el Ministerio de la Verdad en 1984 de Orwell», en palabras de Manuel Ballester (“Lo políticamente correcto o el
acoso a la libertad” p. 179).
Lenguaje PC bolivariano
El lenguaje PC, como hemos
dicho antes, es un fenómeno que ha permeado gran parte de la comunicación a la que
accedemos y de la “agenda verbal” de la mayoría de los políticos, no importa su
filiación ideológica ni su ubicación geográfica. Pero los gobiernos del socialismo
del siglo 21 han sido “empeñosos” cultores afiliados programáticamente a este lenguaje
—pretendidamente— igualitarista y aséptico.
Ejemplo de una “correcta” etiqueta eufemística llevada al
extremo del lenguaje PC o una parodia orwelliana —de ello absolutamente seguro estoy
de que no lo fue porque no le cuecen habas— fue la creación por el presidente Maduro
Moros del denominado Viceministerio para la Suprema Felicidad Social como la dependencia
encargada de las misiones sociales. «He decidido crear el viceministerio y lo he
llamado así en honor a nuestro comandante Chávez y a Bolívar. Tendrá el objetivo
de la suprema felicidad social.»
Nada mejor para entender a
dónde se puede llegar en el pretendido “igualitarismo” con el empleo del “lenguaje
políticamente correcto” que el ejemplo real del artículo 41 Título III capítulo
II sección segunda de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela:
«Artículo 41. Sólo los venezolanos y venezolanas
por nacimiento y sin otra nacionalidad, podrán ejercer los cargos de Presidente o Presidenta de la República, Vicepresidente
Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva,
Presidente o Presidenta y Vicepresidentes
o Vicepresidentas de la Asamblea Nacional,
magistrados o magistradas del Tribunal Supremo de Justicia, Presidente o Presidenta del
Consejo Nacional Electoral, Procurador
o Procuradora General de la República,
Contralor o Contralora General de la República, Fiscal [se saltó de incluir el término “fiscala”. Nota mía] General de la
República, Defensor o Defensora del Pueblo, Ministros o Ministras de los despachos relacionados con la seguridad de la Nación,
finanzas, energía y minas, educación; Gobernadores
o Gobernadoras y Alcaldes o Alcaldesas de los Estados y Municipios fronterizos y aquellos contemplados
en la ley orgánica de la Fuerza Armada Nacional.
Para ejercer los cargos de diputados o diputadas a la
Asamblea Nacional, Ministros o Ministras, Gobernadores o Gobernadoras
y Alcaldes o Alcaldesas de Estados y Municipios no fronterizos, los venezolanos y venezolanas por naturalización deben tener domicilio con residencia
ininterrumpida en Venezuela no menor de quince años y cumplir los requisitos de
aptitud previstos en la ley».
Maduro Moros con seguridad ha sido el gobernante (conste que no digo “el líder”) de la ALBA “más suelto de cuerpo”
al hablar —y aunque no es el único: aunque con “menor desempeño”
entran en esa categoría Morales Ayma (un poco más adelante lo mencionaré nuevamente)
de Bolivia y el afín Mujica Cordano de Uruguay, pero MM es el que más intenta ser
“imaginativamente PC”. Del presidente
venezolano son famosos sus barbarismos por querer evitar sexismos: “estudiantes de los liceos y liceas del país” —sobre becas
para los centros de estudio— (https://www.youtube.com/watch?v=v_sAAypju3s), “millonas y millones” —«Tenemos una generación de oro brillando por
el mundo. Hoy tenemos millones y millonas de Bolívar.»— (https://www.youtube.com/watch?v=R8yrIO1yt6s), “entregaremos 35 millones de libros y libras”
(https://www.youtube.com/watch?v=dY_uyExYU9U)
—y no se refería ni peso ni a moneda…
No puedo dejar a Maduro Moros sin recordar algunas muestras
de su “muy feraz imaginación”. Desde el pajarito que le hablaba y era Chávez que
no necesita comentarios, en el fragor de hablar y pocas luces, han surgido frases
antológicas: «Bolívar fue
huérfano de esposa» (https://www.youtube.com/watch?v=eq3HGJ72ULI), «Territorios del Alba [en realidad debió ser «de la
ALBA»] están libres de alfabetismo» (https://www.youtube.com/watch?v=pWIWD9rR2gU), «No dudé ni un milímetro de segundo» (https://www.youtube.com/watch?v=t23Tw6UbAao), «Las 35 horas del día, a todas horas» (https://www.youtube.com/watch?v=JXvdzWxaTHE), «Los extranjeros que nos atacan
son de otro país» (https://www.youtube.com/watch?v=I7TQ5aAna7Y), y otra peliaguda —a confesión
de partes…—: «Los capitalistas especulan y roban como nosotros» (https://www.youtube.com/watch?v=F0RIf59XzLk). El
recuento lo cierro una que recorrió todos los medios porque, como gobernante de
la ALBA, todas sus acciones públicas son transmitidas en vivo por la televisión y que cumple la máxima quien mucho habla, mucho peca —peor si
el pecado es de formación—; ésta fue en un colegio: «Así como Cristo multiplicó los
penes» [sic] (https://www.youtube.com/watch?v=Quzj1SKy6l4).
Pero en originalidades de ese tipo, con Maduro
Moros podría competir el expresidente de los EEUU George Walker Bush. Bastan algunos
ejemplos: «El futuro será mejor mañana.» «Un
número bajo de votantes es una indicación de que menos personas están yendo a votar.»
«No es la contaminación la que amenaza el medio ambiente, sino la impureza del aire
y del agua.» «Estamos empeñados en trabajar con ambas partes para llevar el nivel
de terror a un nivel aceptable para ambas partes.» «Es importante entender que hay
más intercambios comerciales que comercio.» «Sé que los seres humanos y los peces
podrán coexistir en paz.» «He hablado con Vicente Fox, el nuevo presidente de México,
para tener petróleo que enviar a Estados Unidos. Así no dependeremos del petróleo
extranjero.» «Desde hace siglo y medio América y Japón han formado una de las mayores
y más duraderas alianzas de los tiempos modernos. De esta alianza salió una era
de paz en el Pacífico.» ¿Y quién atacó Pearl Harbor? Y la Guerra del Pacífico
¿entre quiénes sucedió? «¿Ustedes también
tienen negros?» Bush al presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso. «Nuestros enemigos son innovadores y tienen recursos,
y nosotros también. No dejan de pensar nunca en nuevas maneras de hacer daño a nuestro
país y a nuestra gente, y nosotros tampoco.» «La gran mayoría de nuestras importaciones
vienen de fuera del país.» «Si no tenemos éxito, corremos el riesgo de fracasar.»
«Sólo quiero que sepan que cuando hablamos
de guerra, en realidad estamos hablando de paz.» Pero, al final de cuentas,
en él primó la sinceridad: «Yo mantengo todas
las declaraciones equivocadas que hice.»
También incluyo dos de Morales Ayma (http://eju.tv/2009/09/evo-se-pelea-con-la-historia-de-nuestros-abuelos-y-la-geografia-de-europa/):
«Nuestros abuelos lucharon históricamente contra todos los imperios:
imperio inglés [los que
jamás llegaron por los territorios españoles y portugueses de Sudamérica, fuera
de las acciones de la Guerra del Asiento que entre 1739-1748 afectaron a la zona
inmediata al Caribe y las invasiones al Río de la Plata en 1806 y 1807],
imperio romano [¡sic!],
contra todos los imperios, y ahora nos toca luchar contra el imperio norteamericano.»
«En países como Puerto Rico y Cuba los indígenas prefirieron autosuicidarse [sic] antes que ser esclavos de los españoles.»
Antilenguaje PC e incorrecciones políticas
Si el lenguaje PC es —pretendidamente— el de la
corrección y la mesura aunque termine siendo solapadamente un lenguaje de dominio,
su antítesis: el lenguaje políticamente incorrecto
—lenguaje noPC— se convierte en el del desenfado, la arrogancia,
el sinceramiento ríspido y la ofensa. En el medio queda el lenguaje nuestro de cada día, neutral aunque a veces peque de poco correcto
para otros.
Para ejemplificar ese lenguaje noPC me apoyaré
en dos presidentes muy conocidos: Evo Morales Ayma de Bolivia y Donald John Trump
de los EEUU.
Morales Ayma a veces peca
de sinceramientos y, otras, de imaginería muy popular. De las segundas es: «Algo interesante
sobre la calvicie, y perdonen los hermanos europeos: la calvicie (...) es una enfermedad
en Europa; casi todos son calvos, y esto es por los alimentos que comen, mientras
que en los pueblos indígenas no hay calvos, porque no comemos esos alimentos. Pueden
verme a mí por si acaso.» (https://www.youtube.com/watch?v=YKryZnWARWE)
La segunda cita que incluyo, además del dislate, es discriminatoria hacia los hombres
homosexuales: «El pollo que
comemos está cargado de hormonas femeninas. Por eso, cuando los hombres comen esos
pollos, tienen desviaciones en su ser como hombres.» (Íbidem)
De las primeras —las sinceradas—,
inicio con dos ciertamente sexistas, machistas y denigrantes: «Cuando voy a los pueblos,
quedan todas las mujeres embarazadas y en sus barrigas dice EVO CUMPLE.» [Éste es un programa
social en el que Morales Ayma reparte discrecional y directamente a los municipios
recursos o instalaciones —canchas de fútbol sintético, mercados—, de acuerdo con
su criterio personal y la afinidad política de los munícipes.] Y continúa
otra igual de machista: «¿Saben que han dicho las mujeres en un evento en Cochabamba? Las compañeras
en sus consignas dicen: “Mujeres ardientes, Evo presidente.” ¡Me han hecho asustar!
Otra compañera dice: “Mujeres calientes, Evo valiente.” No estoy mintiendo, está
grabado en la televisión. Otras mujeres, unas compañeras más agresivas o atrevidas,
dicen: “Mujeres aguantan, Evo no se cansa.”» De colofón sexista, incluyo
una selección de las coplas que le dedicaron y él celebró: «Este Presidente de buen corazón,
a todas las ministras les quita el calzón. / Las ministras andan por los balcones,
pidiendo limosna para sus calzones. / Estas bartolinas [Organización de mujeres
indígenas —principalmente campesinas— muy cercanas al partido de gobierno]
tienen mucha fama, porque yo las llevo directo a mi cama.» (http://www.180.com.uy/articulo/24585_Evo-les-quita-el-calzon-a-las-ministras) Lo paradójico es que
las ministras de su gabinete, presentes en el jolgorio, también lo celebraron mucho…
¿será cierto? ¿Derecho de pernada —el Ius primae noctis medieval— de carácter institucional
y extendido sin fecha de caducidad?
Más
polémicas son algunos sinceramientos sobre legalidad y derechos humanos.
Autoproclamado Defensor de Madre Tierra —la
Pachamama— (lo que no condice con la autorización para intervenciones hidrocarburíferas
en zonas protegidas ante la escasez de disponibilidades para cumplir compromisos
internos y externos, siguiendo el ejemplo de su colega Correa Delgado en Ecuador), Morales Ayma relativiza los derechos
humanos frente a los ambientales: «En este milenio es más importante
defender los derechos de la Madre Tierra que defender los derechos humanos.»
Más
polémicos son las que refiere a la legalidad y el cumplimiento de las leyes que,
al asumir su cargo (https://www.youtube.com/watch?v=TPBn2W9vZZ4) juró defender:
«Por encima de lo jurídico,
es lo político [...] cuando algún
jurista me dice: Evo, te estás equivocando jurídicamente, eso que estás haciendo
es ilegal, bueno, yo le meto por más que sea ilegal. Después les digo a los abogados:
si es ilegal, legalicen ustedes, ¿para qué han estudiado?»
«Estar sometidos a las leyes
es perjudicarnos. Aunque digan que es inconstitucional nuestros decretos, nuestros
hechos, no importa [...] No hay que
esperar las leyes, hay que seguir trabajando con decisiones políticas, y si nos
demandan de inconstitucionalidad nuestros Decretos Supremos, será el pueblo quien
juzgue.»
En
las antípodas de las ideologías pero en la confluencia de los discursos populistas,
el recién posesionado presidente de los EEUU Donald John Trump compite en desenfado
y agresividad con el líder cocalero. Enfrentado con más de la mitad del electorado,
ha logrado diferenciar los estadounidenses —nativos o naturalizados—
en los fracasados por la globalización —hasta ahora una meta de sus administraciones—
y los que se habían beneficiado de la recuperación, “casualmente” los segundos residentes
en ciudades de más de 50 mil habitantes —ninguna de las cuales ganó Trump— y los
que viven en zonas rurales o ciudades pequeñas —usualmente blancos y con nivel formativo
escaso, muchos desempleados.
Trump fue un torbellino electoral imprevisto
y ahora es un tornado político desde la Sala Oval. Sin restricciones al hablar ni
al decidir, sus opiniones imprevistas pero esperadas —muchas por Tweet, su “arma”
más rápida y asaz “demoledora”— mantienen en vilo, primero, y desangran, después,
lo que hasta ahora eran los EEUU para muchos.
México ha sido —y
sigue siendo— el enemigo principal en sus discursos:
«Cuando México nos envía a su gente, no nos envía a la mejor. No los envía
a ustedes. Ellos envían gente que tiene muchos problemas, y ellos traen esos problemas
consigo. Están trayendo drogas. Están trayendo crimen. Son violadores. Y algunos,
asumo, son gente decente.» «Haré un gran muro en nuestra frontera sur y haré que
México pague por él.» «México nos envía a la gente que tiene muchos problemas, que
trae drogas, crimen, que son violadores.» Frases con las que inauguró su
campaña para la nominación presidencial republicana el 16 de junio de 2015 en el
frente de su Trump Tower. «Este es un país en el que hablamos inglés, no español.»
Sobre los musulmanes:
«Prohibir el ingreso de los musulmanes a los Estados Unidos es algo de sentido
común.» «Si gano las elecciones, devolveré a los refugiados sirios a casa.»
Sobre las mujeres:
«Cuando eres una estrella, [las mujeres] te dejan hacerles cualquier cosa. Agarrarlas
por el coño. Lo que sea.» «Ya sabes, da igual lo que los medios escriban mientras
tengas junto a ti un trasero joven y bonito.» «Un hombre tiene claro lo que quiere
y hace lo que sea para obtenerlo sin ningún tipo de límites. Las mujeres encuentran
que ese poder que tengo es tan excitante como mi dinero.» «Las mujeres son, en esencia,
objetos estéticamente agradables.» «Poner a una mujer a trabajar es algo muy peligroso.»
Sobre sus contrincantes
femeninas:
De Hillary Clinton: «Qué mujer tan asquerosa.» «Si Hillary no puede satisfacer
a su esposo [refiriéndose sobre el escándalo con Monica Lewinsky], ¿cómo pretende satisfacer
a Estados Unidos?» Sobre la precandidata republicana Carly Fiorina: «¡Mira esa cara! ¿Acaso alguien
votaría por eso? ¿Se imaginan que ese sea el rostro de nuestro próximo presidente?»
Sobre su dominio
sobre sus seguidores:
«Yo podría estar parado en medio
de la Quinta Avenida y disparar contra alguien, y no perdería ningún votante, ¿bien?» Tras la matanza de San Bernardino.
Sobre el presidente
Obama:
«Diría que Obama es un incompetente pero no quiero hacerlo porque no es
elegante.» Comentario sobre la política exterior de Obama, sobre todo por
la negociación con Irán. «Tenemos un problema en este país, se llama musulmanes. Sabemos que nuestro
presidente es uno de ellos, que no es siquiera estadounidense.» Trump estuvo
años cuestionando que Obama sea estadounidense, a pesar de que en 2011 publicó su
partida de nacimiento en Hawai en 1961. «No sé cómo somos tan estúpidos y tenemos un presidente
como Barack Obama.»
Sobre otros políticos
republicanos:
«John McCain no es un héroe de guerra. Fue capturado.» El senador
John Sidney McCain III —candidato presidencial republicano en 2008— fue prisionero
de guerra en Vietnam entre 1967 y 1973. «Nunca ataqué a Rand Paul por su apariencia. Y créanme:
hay un montón de material allí.» El senador Randall Howard "Rand"
Paul es uno de los líderes del Tea Party Movement.
Sobre calentamiento
global:
«El concepto de calentamiento global fue creado por los chinos, para volver
a la industria manufacturera estadounidense poco competitiva.» «Nueva York está
congelado y lleno de nieve, necesitamos calentamiento global.»
Sobre China:
«Yo le gano a China todo el tiempo. Todo el tiempo.» Refiriéndose a sus empresas.
«Nuestro país ya no tiene victorias. Antes las teníamos pero ya no. ¿Cuándo
fue la última vez que le ganamos a China un tratado?»
Sobre el dictador
Kim Jong Un:
«Hay que reconocer su mérito. […] Cuántos jóvenes, tenía como 26 o
25 años cuando murió su padre, se imponen a unos generales duros y de repente entra,
toma el poder y es el jefe.»
Ah, y una “celebrando”
lo hispánico:
«Los mejores tacos son los que se hacen en el restaurant
de la Torre Trump. ¡Me encantan los hispanos!»
Por lo pronto,
su ascensión —además de las controversias que suscita y las medidas que toma— ha beneficiado
a los herederos de los derechos de autor de Orwell: 1984 ha trepado recientemente hasta estar
entre los cinco libros más vendidos en Amazon.com.
La posverdad
Una de las herramientas más efectivas de mitificación
y tergiversación en estos tiempos de hiperconectividad y redes sociales es la posverdad.
«Posverdad es un neologismo que describe la situación en la
cual, a la hora de crear y modelar opinión pública, los hechos objetivos tienen
menos influencia que las apelaciones a las emociones y a las creencias
personales. En cultura política, se denomina política
de la posverdad
(o política
posfactual) a
aquella en el que el debate se enmarca en apelaciones a emociones desconectándose
de los detalles de la
política pública y por la reiterada afirmación de puntos de
discusión en los cuales las réplicas fácticas —los hechos— son ignoradas. […] Se
resume como la idea en “el que algo aparente ser verdad es más importante que la
propia verdad”.» [Wikipedia,
Posverdad.]
Posverdad fue la Palabra del Año 2016 para el Diccionario Oxford, porque pasó
de ser un término periférico en los comentarios políticos en la pasada década a
ser el principal y ello gracias al Brexit y —aún más— la campaña de Donald J. Trump,
lo que le permitió al término crecer 2.000% respecto de 2015. La definición que
ofrece este diccionario es esclarecedora:
«En relación con o denota circunstancias en las que los hechos
objetivos son menos influyentes en la formación de la opinión pública que los llamamientos
a la emoción y la creencia personal:
'En esta era de la política posverdad, es fácil recoger datos
y llegar a cualquier conclusión que desee'
‘Algunos comentaristas han observado que estamos viviendo en una
era posverdad’» [Oxford
Dictionaries. “Definition
of post-truth.”]
La posverdad toma carta de
ciudadanía, en su sentido de falseamiento de la verdad, en 1992 dentro del artículo-ensayo
“The Watergate Syndrome: A Government of Lies” del dramaturgo serbioestadounidense
Steve Tesich publicado en The Nation (06/01/1992).
Refiriéndose al escándalo Irán-contras y la Guerra del Golfo Pérsico y a la manipulación
de la información —que contrapone con el caso Watergate, cuando la verdad prevaleció sobre los intentos de tergiversarla—, Tesich señalaba «que nosotros, como pueblo libre, hemos decidido
libremente que queremos vivir en un mundo posverdad» en el que «estas verdades ya no serían evidentes en absoluto».
La posverdad, al apelar a las emociones en la
formación de la opinión pública, sobreponiendo la creencia personal —muchas veces
limitada y que no reclama confrontación ni espera constatación— a los “hechos objetivos”,
produce una interpretación de la realidad,
una verdad a medias o, en definitiva,
una invención pero nunca una verdad. Es en ese momento que,
utilizada adecuada y eficientemente, la posverdad se convierte en un arma de lucha
inmejorable —e irrebatible.
Posverdad y medios de comunicación
Sin dudas, los medios de comunicación han contribuido
definitoriamente al aumento de la percepción de la posverdad dentro de su dinámica
de reposicionamiento ante la pérdida continua de confianza —a veces justificada,
otras no— de la opinión pública, lo que conlleva a la caída —“libre” en muchos casos—
de sus lectorías y ratings. Esto ha llevado soluciones muchas veces arriesgadas
que, al combinarse con otros factores, han devenido en un “cóctel muy explosivo”:
En los medios:
La reducción de su posicionamiento dentro de la opinión
pública ha conllevado una consecuente reducción de su penetración comercial: sus
ingresos disminuyen por la menor penetración y, adicionalmente, como consecuencia
de esa reducción disminuye la inversión de publicidad que reciben —que, a fin de
cuentas, en el caso de periódicos y revistas es la principal fuente de ingresos
y en medios audiovisuales la única— y los impele a priorizar el infoentretenimiento
sobre la información analizada. Súmele a estos factores anteriores, la coacción
que desde el Poder se actúa sobre la investigación y la crítica periodísticos en
los países poco democráticos o pseudodemocráticos opuestos a la transparencia.
Las soluciones que frente a esta situación ha tomado la
generalidad de los medios han sido dos:
1. Reducir
personal cualificado —y de sustituirlo, muchas veces hacerlo por otro de menor cualificación
y, por ende, menor remuneración—, lo que conlleva una pérdida de calidad informativa
e investigativa —el denominado «MacPeriodismo» en analogía con las hamburguesas
McDonald’s—, aunque puede servir para entrar en un público menos exigente.
2. “Asfixiar”
espacios controversiales y reducir la investigación, priorizando muchas veces el
“empaque” —packaging—
sobre el contenido.
A su vez, la necesidad de ser «medios 24/7» (informando
24 horas al día durante los 7 días de la semana) en un entorno donde
hay superabundancia de “información” los ha obligado a que la inmediatez prime sobre
lo definitorio. Y esa misma perentoriedad —de la que obviaré incluir lo tendencioso
asumido— les impide rectificar o, en el mejor y casi excepcional de los casos, hacerlo
de forma adecuada.
Adiciónele el desempeño de los medios oficiales, creando
su «verdad alternativa». Ejemplo de esto, en la edición digital de Correo del Orinoco (periódico
oficial venezolano) aparece una declaración del presidente Maduro Moros:
«Maduro indicó que el
6 de diciembre fue un día triste para la historia del país, pero afirmó que el pueblo
ha despertado y ha adquirido la madurez y valores necesarios para enfrentar la batalla
de resistencia dura» (“Presidente Maduro celebra tercer aniversario del
programa “Con el Mazo Dando”.”) dando a entender: a) los electores venezolanos erraron
votando mayoritariamente por la oposición a la Asamblea Nacional, b) el pueblo venezolano
lo apoya a él —“obviando” todas las protestas— y c) ¿qué es la “resistencia dura”
dura que menciona? Otro ejemplo muy claro de posverdad bolivariana sería en El Telégrafo —oficialista
en Ecuador— cuando da relevancia de la corrupción en el país —caso Odebrecht— hacia
sectores de la oposición —obviando que, según el Departamento de justicia de los
EEUU, el denunciado escándalo de los sobornos por más de 35,5 millones de dólares
a "funcionarios del Gobierno" ecuatoriano abarca 2007 a 2016, “casualmente” coincidente
con toda la administración de Correa Delgado— y asociándolos con el candidato opositor
Guillermo Lasso Mendoza (“¿Los hermanos Isaías comandan la campaña de CREO y
otros aparatos mediáticos?”), obviando también las implicaciones denunciadas de
sobornos de la misma empresa con la actual administración y “olvidando” los escándalos
de Petroecuador y la refinería Esmeraldas y otros de malversación (como la condena
a 8 años de prisión en ausencia contra Pedro Delgado Campaña, expresidente del Banco Central del Ecuador y primo
de Correa Delgado), coimas y peculado (incluyendo la condena a 5 años de presión
contra Raúl Carrión Fiallos,
ex ministro del Deporte, y varios de sus asesores, uno de los cuáles intentó comerse
los cheques con las coimas al ser descubierto, lo que dio nombre al affaire: el Caso “Comecheques”), lo que es muy
útil a la campaña oficialista del candidato Lenín Moreno Garcés y, a su vez, burlándose
del eslogan "Prohibido olvidar" que era muy recurrido por el aún presidente
Correa Delgado.
Los políticos
Los políticos, en todas latitudes, están en el mismo dilema
que los mass media:
profusión de competencia —no importa de qué tipo y nivel—, mayor escrutinio público
—tampoco incide la profundidad mediática— y necesidad de inmediatez vertiginosa
de reacción.
La solución se encuentra en tres recetas muy simples:
1. Lograr
mayor impacto en detrimento de profundidad.
2. Brindar
mensajes cada vez más drásticos, preferiblemente confrontacionales.
3. Estar
siempre visibilizados, no importa cómo.
Redes sociales
En las redes sociales, cualquier información puede expandirse
inmediata e irrestrictamente cuando un usuario produce o replica una información,
ya sea a sus contactos —su red— o públicamente. Esta expansión tendrá dos “motores”: la primera,
cuando el primer usuario y los replicadores se convierten en verdaderas “cámaras
de eco” —donde lo transmitido se amplifica dentro de un sistema "cerrado"
o de afinidades que descarta o censura otras visiones alternas—, donde las visiones
diferentes o competidoras se censuran, se prohíben o se representan minoritariamente; la segunda, cuando un usuario —intencionadamente
o no— activa un filtro —o el sitio visitado, mediante un algoritmo propio, ya ha reconocido y registrado sus posibles preferencias—
y “predice” qué le interesaría a ese usuario, ofreciéndole los resultados de una
selección “apropiada” para sus intereses y/o características, resultando, por una
parte, en la simplificación de la búsqueda pero, por otra, en una reducción del
acceso a información —y consecuente anulación de la comparación y confrontación—
porque ese usuario no accederá a información que no coincida con sus previos puntos
de vista y/o intereses, conformando “burbujas” —guetos de confort, asumidos—propias
de ese usuario, donde predomina un único punto de vista político ideológico sin
confrontación. Con estos guetos de confort —un apartheid autoimpuesto pero muchas veces provocado
por técnicas de microtargetings—,
las redes sociales han sido más efectivas en homogenizar ideas —dentro de esas células
de afinidad excluyentes— que lo que pudo lograr la estandarización impuesta por
la Inquisición o los “pensamiento único” del marxismoleninismo y el fascismo —dos
caras del totalitarismo.
Paralelo a los guetos de confort y consecuencia de ellos,
se genera un “ecosistema mediático paralelo” —sitios web, editoriales y canales
informativos, incluso salas de chat— que terminan repitiendo conclusiones u opiniones
sin constatación ni opción a la refutación. El grave peligro que ello concita no
está sólo en el grupo cerrado que “nutre” si no, mucho más, en las repeticiones
que los mass media
presuntamente serios y formadores de opinión pública hagan de ellos —muchas veces
por la “necesidad de no quedarse atrás” o por la falta de estructuras de constatación,
ambos elementos ya analizados poco antes— y provoque que campañas negativas muy
intencionadas y basadas en técnicas de posverdad evadan los —presuntos— controles
de veracidad de los hechos o que éstos sean desestimados atribuyéndoles su motivación
por prejuicios, en un habitual empleo aberrado de la “corrección política”.
Dentro de éstas últimas están las “informaciones” tales como
las del no nacimiento del ex presidente Obama en los EEUU o su afiliación a la religión
musulmana, por ejemplarizar con dos bulos muy conocidos recientemente. Posverdades
son, también, los «hechos alternativos» —eufemismo por mentiras que defiende Kellyanne
Conway, asesora del presidente Trump—, los casi cuatro millones de votos de indocumentados
–“ilegales”– que, según Trump, “explicarían” que Hillary Clinton haya ganado el
voto popular —dejando Trump malísimamente a la confiabilidad del sistema electoral
de su país—, el 45% de desempleo estadounidense actual que defiende Trump —obviando que en el momento más crítico de la
Gran Depresión, durante 1932, los cálculos situaron el desempleo entre 24 y 25%
de la población económicamente activa— en oposición al 4,7% informado por la Administración
Obama o que los EEUU tenían su nivel más alto de crímenes en los últimos 45 años
—«hay que parar la matanza ya» dijo en su discurso de posesión Trump, opuesto a
mayores controles en la venta de armas de fuego— o que Trump habría sido apoyado
por el Papa Francisco —el bulo tuvo un millón de compartidos en redes sociales.
Y para no ejemplificar sólo con los EEUU, Mr. Trump o sus seguidores, basta recordar
que los promotores del Brexit aseguraron que la salida del Reino Unido de la Unión
Europea permitiría destinar al servicio británico de salud 350 millones de libras
esterlinas a la semana, lo cual fue descartado absolutamente al día siguiente del
triunfo por uno de los que lo esgrimió, Nigel Farage, líder del populista United
Kingdom Independence Party (UKIP, Partido de la Independencia del Reino Unido).
La
confluencia de estos componentes —medios , políticos y Redes
sociales— tiende
a crear una «sociedad de la posverdad» y su consecuente «política de la posverdad»,
a los que se adicionan: en los mass media
la repetición sin verificación —por las razones de economía y competencia— de las
“primicias” y noticias de otros medios; el “bombardeo” de información
—que incluye su sobrecarga y aceleración—
que conduce a una feroz economía de la atención de los usuarios y una consecuente
discriminación —a veces arbitraria pero muchas otras selectiva— de ese boom informativo; la proliferación de “expertos”
o “opinadores autorizados”, en muchas
ocasiones reiterados en distintos medios y ocasiones por la inmediatez de su acceso
o afinidad con las posiciones del medio —la pluralidad no es bien recibida en lo
común—; el aluvión de contenido generado por usuarios de las redes sociales que,
en el mejor de los propósitos, dificulta y, en el peor, descarta distinguir entre
verdad o mentira, realidad o fantasía, rumor —inocente o falto de intencionalidad a veces— o bulo, precisión o inexactitud.
Un medio accede a una “información” —no importa si es un rumor
o un bulo en medios virtuales y redes sociales— y difunde “su” noticia —lo que se
“agrava” por el empleo que los medios masivos hacen de sus propios Websites y redes
sociales como “ventanas”— y, casi inmediatamente, el resto de los medios “se alinea”
con éste primero y la reproduce, sin verificarla tampoco.
No
menos importante es la incidencia de la “corrección política”: el miedo a ser tildados
de “incorrectos” tiene varios efectos negativos:
- Les lleva a evitar manifestar críticas justas a actuaciones de minorías —de cualquier tipo— por temor a ser tildados de “discriminadores”, cercenando la capacidad de ponderar hechos.
- Les inhibe de tocar temas peliagudos o conflictivos por la misma aprensión, lo que cercena su esfera de contenidos.
- Por el contrario del caso anterior, se sienten impelidos —conminados a veces— a tocar temas de interés exclusivo para un sector o minoría y hacerlo sin mirada crítica, lo que los hace peleles.
- Por último, puede llevarlos a inhibirse de analizar campañas políticas y sociales y sus candidaturas so temor de imparcialidad —o se convierten claramente en promotores de una de esas candidaturas.
En
la nueva «política de la posverdad», la discusión de ideas tiende a convertirse
en «un espectáculo estrechamente controlado,
gestionado por equipos rivales de profesionales expertos en técnicas de persuasión»,
“industria publicitaria” a la que Colin Crouch culpa de la crisis de confianza y
honestidad que han identificado esta forma de hacer política.
La
incapacidad de discutir otras ideas, de confrontar los “hechos”, de evaluar argumentos
que les contradicen, de evitar atribuir presuntas “conspiraciones” y “enemigos principales”,
sólo apartan de la realidad a lo que aceptan la posverdad —un grupo creciente— como
definitoria y, por ende, esas posverdades se convierten en temas de noticias importantes
e influenciadoras.
En
resumen, la posverdad podría considerarse como una inequívoca rebelión al sentido
común cuando hechos no creíbles que pasaran—el Brexit, el triunfo del No en Colombia
o el de Donald Trump— y a los que las encuestas descartaban, simplemente sí sucedieron,
a lo que complementa el filósofo británico A.C. Grayling cuando, en una entrevista
con la BBC (“Qué es la ‘posverdad’, el concepto que
puso de moda el "estilo Trump" en Estados Unidos”) advirtió que «el problema es una cultura online incapaz de
distinguir entre realidad y ficción». Así mismo, el más grave peligro que nos
ofrece la posverdad es su aceptación acrítica y su consecuente penetración indiscriminada.
Ya advirtió San Pablo
cuando dijo «la lengua es fuego»…
(Santiago, 3:6)
Información consultada
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CREO y otros aparatos mediáticos?” El
Telégrafo, 09/02/2017. http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/politica/2/los-hermanos-isaias-comandan-la-campana-de-creo-y-otros-aparatos-mediaticos.
“Presidente Maduro celebra
tercer aniversario del programa “Con el Mazo Dando”.” Correo del Orinoco, 08/02/2017. http://www.correodelorinoco.gob.ve/avances/presidente-maduro-celebra-tercer-aniversario-programa-con-mazo-dando/
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Coughlan, S.: “Qué es la
‘posverdad’, el concepto que puso de moda el "estilo Trump" en
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Pater
Noster, Mateo 6:9-13 y Lucas 11:1-4.
Real Academia Española: Diccionario de la RAE, Consultas
Frecuentes: “Los
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Roth,
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S.: “The Watergate Syndrome: A Government of Lies.” The Nation, 06/01/1992.
Varios: Bibel in
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Venegas, J. y Blanco, J.M.:
“¿Y si Clint Eastwood tuviera razón? Hacia una sociedad adolescente.”
Vozpópuli, 19/11/2016.
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