El 19 pasado, los 12.826.928 ciudadanos de Ecuador (incluidos
los votantes PPL: Personas Privadas de Libertad) fueron a elegir a su
presidente y vicepresidente, 137 asambleístas nacionales, cinco parlamentarios
andinos y responder una consulta popular sobre la propuesta de un pacto ético
para que los representantes electos retornen sus cuentas en el exterior. De
ellos, asistieron 10.445.966 y, de éstos, 1.019.844 votaron en blanco o nulo,
por lo que los votos válidos corresponden a 9.426.122 electores: 90,2% de los
que votaron y 73,5% del padrón electoral, de los que el candidato oficialista
Lenín Moreno Garcés obtuvo 3.704.464, correspondiente a 39,3% de los que
votaron válido y 28,9% del electorado total.
Comparado los resultados de las elecciones anteriores y ésta,
en 2006 Correa Delgado obtuvo en primera vuelta (fue segundo pero ganó en
ballotage) 22,6% de votos válidos; en 2009 alcanzó 52,0% y en 2013 (ambas ganó
en primera) logró 57,2%. Exceptuando 2006, Moreno Garcés logró 12,7% votos
válidos menos que Correa Delgado en 2009 y 17,87% menos que en 2013. ¿Por qué
esa caída? ¿Porque el candidato suplente tiene menos carisma (el actual
presidente no se presentó a esta relección, aunque la Asamblea Nacional aprobó
la relección sin término)? ¿Porque la oposición se presentó unida? ¿O porque
hay desgaste político de Alianza PAIS?
Aunque la personalidad arrolladora de Correa Delgado es
mucho más carismática que la de Moreno Garcés, el permanente apoyo que el
actual presidente le diera a su heredero designado durante toda la campaña
compensaría en gran medida la diferencia de carisma entre ambos, por lo que ésa
no sería la razón de la pérdida de votos. Además, en estos comicios la
oposición fue dividida en 7 candidaturas, 4 entre la centroizquierda y la
izquierda y 3 entre la centroderecha y la derecha ideológicas.
Fue el desgaste. Correa Delgado triunfó en 2006
con el propósito de frenar la inestabilidad política (entre 1996 y 2006 hubo
ocho gobiernos sucesivos), trabajar por la justicia social y contra la
exclusión y acabar con la corrupción. Sin embargo, Ecuador llegó a sus
elecciones presidenciales de 2017 con un decrecimiento de 1,7%, amplio gasto
social no sostenible —tratado de compensar parcialmente con altos impuestos— y
elevado endeudamiento; los escándalos de Petroecuador y la Refinería Esmeraldas
(un denunciado sobreprecio de 2.020 millones de dólares, sin cumplir todas las
expectativas) y otros de malversación y peculado con ministros y otros altos
funcionarios condenados, además del reciente develado de 33,5 millones en
coimas hechas por la Organização Odebrecht, entre otros. A la par de luchar por
la reducción de la pobreza (éxito destacado), el gobierno dilapidó los ingresos
extraordinarios sin inversión sostenible, fomentó la división de la población
por motivos partidarios, combatió la libertad de expresión y cambió la
meritocracia por la afinidad ideológica.
La anunciada realineación tras la candidatura de Guillermo
Lasso Mendoza (Movimientos CREO y SUMA: 28,1%) del Partido Social Cristiano
(tercero con 16,3%), a la que, al menos, podría sumarse Fuerza Ecuador (4,8%), le
daría al candidato opositor un panorama de arranque para ballotage de 49,3%.
De hoy al 2 de abril, Ecuador vivirá una segura feroz
batalla electoral y Latinoamérica esperará la que ya, en los hechos, es una quinta
derrota del socialismo del siglo XXI.
Información consultada
http://gestion.pe/politica/odebrecht-firma-acuerdo-delacion-justicia-y-paga-multa-millonaria-2176171
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