martes, 8 de noviembre de 2016

La encuesta final


Mientras Ud. lee esta columna —que desde ahora es suya aunque no coincidamos— el pueblo de EEUU estará votando —aunque muchos ya lo han hecho por las distintas opciones adelantadas— en las que quizás sean las elecciones más atípicas en la historia estadounidense. Aunque en mi anterior columna (“Trump, victimario victimado”, 25.10) las mencioné, vale recapitular algunas atipicidades a la fecha: la virulencia de los ataques de Donald Trump a contrincantes —primero a sus correligionarios precandidatos, luego a su contrincante demócrata, siempre xenófobos, chauvinistas y machistas, entre otros— y la manifiesta “sequía” de ideas y propuestas; la participación mediática, principalmente el boom de redes sociales; la admiración de Trump por Vladímir Putin — “el tercer candidato”— a quien pidió se inmiscuyera —hackeando— en las elecciones; las desmesuradas propuestas populistas, tanto de Bernard Sanders como de Trump; el cuestionamiento de Trump al sistema democrático norteamericano: la separación de poderes y la solvencia y transparencia de sus elecciones; también el daño hecho a los valores de su partido y enfrentado a su dirigencia. 

Pero, como para Cuāuhtēmoc, el último tlahtoāni mexica, este período para los demócratas tampoco ha sido “un lecho de rosas”: lo que al inicio para Hillary Diane Rodham Clinton parecía una segura elección como candidata presidencial —pocos contrincantes (6), apoyo del establishment y la maquinaria del partido— se convirtió en una angustiosa batalla voto a voto en las primarias contra Sanders, de quien tuvo que incluir muchas de sus propuestas en su plataforma; la impopularidad de Clinton —una encuesta nacional (ABC/WPost) publicada este 2 le daba 60% de opinión desfavorable— y el escándalo de los emails —su gran imprudencia cuando era Secretaria de Estado—, agravado por el tardío anuncio de nuevos correos por James Comey, director del FBI y exrepublicano, aunque a dos días de las elecciones nuevamente la exoneró.

Hoy, además del Presidente y Vicepresidente —por el sistema de votos de los compromisarios electos—, los estadounidenses seleccionarán 34 de los 100 senadores, los 434 representantes y 13 gobernadores, además de muchas elecciones locales. Además de Clinton y Trump y sin ningún chance hay otros candidatos: Gary Johnson (Libertarian Party), Jill Stein (Green Party), David McMullin (Better for America, parte de Stop Trump Movement), Gloria La Riva (Party for Socialism and Liberation y Peace and Freedom Party), Laurence Kotlikoff (independiente con apoyo de Americans Elect), Roque De La Fuente (Reform Party y American Delta Party) y Darrel Castle (Constitution Party).

Entre 1831 y 1833, Alexis-Henri-Charles de Clérel, vizconde de Tocqueville, analizó la democracia estadounidense —Francia recién empezaba su experiencia de monarquía constitucional con Luis Felipe I— en su libro De la démocratie en Amérique donde señaló: «Las sociedades políticas son, no lo que les hacen las leyes, sino lo que les preparan a ser de antemano los sentimientos, las creencias, las ideas, los hábitos de corazón y de mente de los hombres que las componen, lo que el temperamento y la educación han hecho de ellos.»

Hoy se enfrentan la representante del establishment político estadounidense —las encuestas del fin de semana le ampliaban su margen favorable— con el del mundo del entretenimiento. Yo no votaría por el showbiz.

In God I Trust!


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