Con Fidel Castro Ruz se va el último actor de la Guerra Fría, sobreviviente de muchos ismos.
Incendió los ánimos de más de una generación con el mensaje de construir
sociedades más justas —aunque la praxis propia no lo lograra. Dirigió una
revolución triunfante contra un gobierno dictatorial, colocó a Cuba en el
primer plano permanente —con afinidades y desafectos— y fue consecuente con su
discurso, una coherencia sin oposiciones ni críticas. Construyó y mantuvo
inalterable por décadas una democracia vertical de partido único que no
aceptaba disensos; fracasó en exportar su revolución y en construir una
economía centralizada bajo decisiones ideológicas —a pesar de los ingentes
apoyos del campo socialista primero y de Venezuela después— pero siempre supo
utilizar a su favor las políticas de 10 presidentes estadounidenses y vivió 11
administraciones.
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