Contra la inmensa mayoría de los pronósticos, Donald John
Trump podrá ser investido el 22 de enero como el 45vo. presidente de los
Estados Unidos de América. Elegido no por votos populares sino por el sistema
de elección indirecta que ha existido en EEUU desde los Padres Fundadores —los
compromisarios miembros del Colegio Electoral, electors, quienes son los que eligen al Presidente y Vicepresidente—
y por el que también Albert Gore, Jr., perdió en 2000 frente a George Walker
Bush a pesar de sus 543.895 votos populares más, Trump se alzó con la mayoría
del Colegio Electoral porque Hillary Rodham Clinton, a pesar de tener 1.334.672
votos populares más —un 1,01%— hasta el viernes pasado, porque sigue el conteo
en diversos distritos, no pudo alcanzar los 270 votos electorales que
necesitaba de los 538 en disputa.
En estas dos semanas después de la votación he leído y oído
múltiples análisis pero me gustaría precisar algunos puntos. En primer lugar,
no necesariamente las últimas encuestas electorales se equivocaron: la de
IBD/TIPP difundida la noche del 7, víspera de la elección, y que aún aparece en
The Huffington Post Poller, le daba 1% de ventaja. En segundo, la elección
demostró que no todos los ciudadanos de EEUU se han beneficiado con la
recuperación; que las dos costas —en general— votan distinto del interior del
país y su sur —frontera permeable—; que las ciudades no piensan igual que las
zonas rurales —Trump no triunfó en ninguna ciudad de más de un millón de
habitantes—; que los discursos misóginos y machistas no deciden todo el voto
femenino —como tampoco, a la postre, afectó el affaire sexual con la
Lewinsky al presidente Clinton— ni los xenófobos a muchos inmigrantes
naturalizados. Tercero, en este período electoral —desde su inicio en 2015
hasta hoy— las redes sociales han tenido importantísima participación y los mass media —sobre todo la gran prensa— posicionaron
a Trump en la mente de todos, al comienzo satirizándolo y luego oponiéndose frontalmente.
Y cuarto: ganar una campaña con discursos incendiarios siempre es mucho más
simple que gobernar.
Aunque desde que Trump anunció su precandidatura utilizó
como lema «We are going to make our country great again» (Vamos a hacer a
nuestro país grande de nuevo) que definitivamente se convirtió en «Make America Great Again» (Haz América grande de nuevo) recordando el
lema del presidente Ronald Reagan [1981-1989] «Let's Make America Great Again» (Vamos a hace América grande de
nuevo) y lo ayudaba a posicionarse como heredero de la Era Reagan, la de mayor
liderazgo internacional del país en décadas, en realidad Trump y sus posiciones
heredan el aislacionismo del fracasado America First Committee de inicios de
los 40 —aunque las posiciones del AFC no incluían las más agresivas de Trump.
Los muchos que ahora hablan de la dicotomía wasp —acrónimo
de blanco, anglosajón y protestante— versus
no-blancos basándose en los crecientes incidentes contra emigrantes y
afroamericanos, en las declaraciones xenófobas de Trump y en quiénes selecciona,
olvidan —como él quizás— que EEUU se forjó como una gran nación gracias sus
muchos inmigrantes —como sus abuelos paternos Friedrich Drumpf y Elisabeth
Christ y su madre Mary Anne MacLeod.
Cuando el primer lunes después del segundo miércoles
de diciembre, los elegidos al Colegio Electoral emitan sus
votos, entonces —sólo entonces— EEUU tendrá su nueva Era.
Información consultada
http://www.hispantv.com/noticias/opinion/314291/clinton-gana-voto-popular-victoria-trump-colegios-electorales
http://www.infobae.com/america/eeuu/2016/11/13/la-revancha-del-hombre-blanco-el-actor-clave-que-volco-la-eleccion-en-estados-unidos/
http://www.latercera.com/noticia/henry-kissinger-ex-secretario-estado-asesor-seguridad-nacional-fenomeno-trump-una-reaccion-la-clase-media-estados-unidos-al-ataque-valores/
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