En los últimos tiempos
me he sentido muy confundido por la utilización de los conceptos políticos (más
que ideológicos) de “izquierda” y “derecha”. Uno de ellos como definición de todo
lo bueno, lo positivo, lo avant-garde, y el otro como un sticker ofensivo que a
quien se lo espetan trata de arrancárselo presto, acusando al otro de diatribas.
Lo más curioso es que nadie acepta ser “de derecha” por estas tierras iberoamericanas
que van desde los Pirineos yendo a la izquierda (no es casual) hasta el Pacífico.
Hagamos historia para conocer
de dónde surgió esta diada tan mentada. Es 1788 y la Francia de los Borbón, en gran
crisis, convocó sus Estados Generales con los representantes de los “Estamentos”:
Nobleza, Clero y Tercer Estado (la naciente burguesía). Inaugurados, pronto
fueron un proceso de ruptura con el absolutismo: primero Asamblea Nacional y, después,
Asamblea Constituyente. Y acá es cuando “nace” la dicotomía porque los que buscaban
conservar el sistema o modificarlo sin abrupciones (los “conservadores”, los moderados)
se reunieron a la derecha del presidente de la Asamblea y a su izquierda estaban
los que querían modificarlo a profundidad o cambiarlo (los “radicales”, los progresistas).
“Lateralidad” quizás influenciada
por la preeminencia de los diestros y las cosmovisiones de la Antigüedad: el lado derecho era del sol (el cielo y la luz, el oriente donde nace el
día) y el izquierdo de la luna (la tierra y la oscuridad, la noche); en las culturas
patriarcales “estar a la derecha” era “ser de confianza”… También la biología brinda
el concepto de “orden natural” y el sentido dextrógiro prima sobre el levógiro.
Etiquetamos como de “derecha” o “izquierda”
según el lado de la dicotomía que defiendan: individualismo o colectivismo, confesionalidad
o laicismo, propiedad privada o pública, igualdad de oportunidades o de resultados,
mercado libre o regulado, tradicionalismo
o progresismo. Simplificadamente, la derecha priorizaría la conservación
del orden y la izquierda el cambio
político y social. Sin embargo, en la historia reciente esto no es tan obvio.
Décadas atrás, la Unión Soviética y las
democracias populares eran epítome de “izquierda” (como los No Alineados) y “Las
venas abiertas de América Latina” un libro fundamental. Sin embargo, después
desaparecían el país de los Soviets y sus aliados con estrepitoso fracaso de
sus economías y pasaban de “revolucionarios” a “reaccionarios” (y el fracasado
NoAl paría muchas dictaduras y fracasaría) mientras el autor de “Las venas…”
reconocía que fue el “intento de un joven de 18 años de escribir un libro sobre
economía política sin conocer debidamente el tema” y "esa prosa de
izquierda tradicional es pesadísima".
Me falta concluir que izquierda y derecha son
disímiles y relativas dentro de aquellas que así catalogamos y, además, mutan
entre sí y se intercambian postulados. Aristóteles decía que “los extremos se
tocan”.
Quizás valga decir “no soy de izquierda ni de
derecha sino todo lo contrario”.
Información consultada
https://espanol.answers.yahoo.com/question/index?qid=20060915170859AAx3X3P
No hay comentarios:
Publicar un comentario