«O pais
mais grande do mundo» está muito doente
(muy enfermo). Una enfermedad que
lo corroe desde mucho tiempo pero que hoy se le revienta en bubas cada vez
mayores y pestilentes: la corrupción.
Claro que corrupción no
es un nuevo fenómeno en Brasil —recordemos la caída de Fernando Collor de Mello
en 1992— pero había sido un fenómeno de motu proprio, ejemplo de iniciativa
privada. Pero desde que se destapó en 2005 el mensalão —la compra de votos
congresales que el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva y su Partido dos
Trabalhadores iniciaron recién posesionados en 2003— y hasta hoy cada vez más
se descubre que la corrupción pasó de personal a institucionalizada.
La Operación Lava Jato
reveló la corrupción en Petrobras —proveedores (sobre todo las principales
constructoras del país) que cobraban sobreprecios para pagar coimas a los
ejecutivos y financiar partidos, principalmente el PT— que le costó miles de
millones de dólares a la empresa y la caída abrupta en su cotización; le han
seguido escándalos —incluso previsiblemente mayores— en el Banco Nacional de
Desarrollo Económico y Social, en el Conselho Administrativo de Recursos
Fiscais —impuestos defraudados por casi
seis mil millones de dólares sobornando a funcionarios— (Operación Zelotes), el
Mensalão no Distrito Federal (Operación Caixa de Pandora) y en la Caixa
Económica Federal, entre otros. A eso se suma una investigación preliminar
sobre tráficos internacionales de influencia de Lula da Silva para la constructora
Odebrecht —incluida en Lava Jato— y el BDNES y una economía al borde del
desastre —en recesión y con inflación gracias a los proteccionismos y el
populismo paternalista del PT que sacó a millones de la pobreza pero también
creó millones de parásitos de los bonos, como en Venezuela.
Crisis de transparencia y ética no sólo del
Brasil de Lula da Silva. En otros países gobernados por partidos de la izquierda bolivariana recientemente
han estallado escándalos mayúsculos de corrupción: Venezuela y el Partido Socialista Unido de Venezuela; Argentina
y el Frente para la Victoria, y el Frente Sandinista de Liberación Nacional en
Nicaragua. Inclusive se han destapado del Movimiento al Socialismo en Bolivia y
en Chile (y no sólo de la variopinta Nueva Mayoría), librándose de denuncias —al
menos hasta ahora— Alianza PAÍS del Ecuador y Frente Amplio de Uruguay.
Triste colofón para
una etapa y que en palabras de Mujica Cordano sobre Brasil pero extensible al
resto: “La corrupción mata a la izquierda.”
Información consultada
http://www.iprofesional.com/notas/208245-Nuevo-escndalo-de-corrupcin-salpica-a-Brasil-en-medio-de-caso-Petrobras
http://www.transparency.org/cpi2013/results
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