«La
democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre. Con excepción
de todos los demás.» [Sir Winston Spencer-Churchill]
El domingo, Bolivia
ejerció su derecho constitucional en las elecciones para gobernador, asambleas
departamentales, alcaldes y concejos municipales (y algunas pocas instancias específicas
más).
No voy a referirme a
cifras porque mientras escribo el domingo al filo de las 22:00 aún no hay datos
oficiales (ni corre la página del Órgano Electoral boliviano, como me pasa en
cada elección) y aunque los conteos a boca de urna pueden ser bastante
certeros, sólo analizaré posicionamientos y no números para comprender los
aprendizajes que estas elecciones (lecciones en democracia) dan.
El primero, siempre
sabido: Los panoramas electorales propios de las regiones no dependen de los
nacionales sino de las realidades propias. Un MAS que ganó en todo el país no pudo corroborar su triunfo en
las elecciones nacionales. Dicho de otra forma: el presidente Morales Ayma no
pudo trasladar su éxito electoral a sus candidatos regionales y perdió espacios
que había ocupado.
Segundo: Malos
candidatos no tienen solución. Ni aunque un líder carismático como Morales Ayma
haga todo el esfuerzo por ellos. Sin embargo, en oficialistas y opositores, las
virtudes propias sí ayudan a la victoria como Luis Revilla Herrero en La Paz,
Soledad Chapetón Tancara en El Alto e Iván Canelas Alurralde en Cochabamba.
Tercero: El desgaste
en gestiones poco afortunadas puede ser totalmente anulador. Sólo pudieron
repetir victoria los candidatos que hicieron una buena gestión o supieron
demostrarlos.
Cuarto: Nuevos nombres
(que no quiere decir surgidos desde incógnito) pueden refrescar el ambiente
político y ayudar a crear nuevos liderazgos, como José María Leyes Justiniano
en Cochabamba y Adrian Oliva Alcázar en Tarija e, incluso también, Reymi
Ferreira Justiniano en Santa Cruz de la Sierra, aunque no ganara.
Quinto: La
judicialización de gestiones regionales (algo ya común como forma de combate
político en Bolivia) no significa la anulación de los judicializados ni su
estigmatización, y puede ayudarles, como a Jorge Morales Encinas en La Guardia
y también a Jaime Barrón Poveda en Sucre y a Ernesto Suárez Sattori en Beni,
aunque no ganaran.
Sexto: Sin conocer la
composición de los nuevos concejos municipales ni de las asambleas legislativas
departamentales, no queda duda de que en la inmensa mayoría habrá composiciones
plurales que obligarán a negociar, debatir y consensuar. Como también dijo
Churchill: «La democracia es la necesidad de doblegarse de
vez en cuando a las opiniones de los demás.»
Y séptimo: Donde perdieron los oficialistas,
no ganó “la oposición” sino “opositores”. Importante que lo entiendan.
En democracia,
la diversidad enriquece la vida política. Fomentarla y respetarla engrandece a
una sociedad porque fomenta que sea más transparente y proactiva. Una sociedad
unipolar se anquilosa porque no tiene quien la confronte y le obligue a
superarse.
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