Este 10 de diciembre, Cristina Fernández
Wilhelm de Kirchner dejará la presidencia que ha ocupado desde 2007 sin
poder reformar la constitución.
Su retiro no es un normal cambio de gobierno,
como casi nada lo es con CFK. Primero, cierra un ciclo —¿dinástico?— iniciado
en 2003 con su difunto esposo Néstor Kirchner Ostoić, continuado por ella en
2007 y 2011 y que debió continuar en 2019 con su hijo Máximo Kirchner Fernández,
líder de la organización política juvenil La Cámpora. El fracaso electoral del
kirchnerismo en las legislativas de 2013 hundió definitivamente ese proyecto.
De todas formas, aunque hubieran aprobado la reforma, más de 60% de rechazo no
le darían éxito.
Segundo, porque CFK no deja heredero político:
El Frente Para la Victoria es un pool de seis precandidatos tras el beneplácito
de su Jefa, disputando el «dedazo» —al peor estilo priísta. Quien primero
anunciara sus intenciones —Daniel Scioli Méndez, ex vicepresidente de Néstor y
actual gobernador bonarense— hoy tiene que enfrentarse a los otros, sobre todo
a Florencio Randazzo Campagnon —maestro del photoshop—, nuevo delfín luego del
hundimiento —legal incluido— del actual vicepresidente Amado Boudou Sapin.
Después: la economía, herida de prebendalismo
y proteccionismo, se hunde al estilo venezolano mientras crecen la inflación y
la inseguridad ciudadana. Súmenle los enriquecimientos abruptos, como el de Boudou
—y de los Kirchner.
Por último: la muerte del fiscal Alberto
Nisman Garfunkel la víspera de presentar al Congreso su denuncia contra la
Presidente y su entorno por presuntamente favorecer la impunidad de terroristas
iraníes. La Marcha del Silencio es colofón de una herencia política CFK que no
fue.
Y desde el arco opositor: De una larga decena
de precandidatos de todas las tendencias, a la fecha los únicos con opciones serán
el derechista liberal Mauricio Macri Blanco —exitoso jefe de gobierno de Buenos
Aires— por Propuesta Republicana (PRO) y Sergio Massa Cherti, ex kirchnerista,
por el peronista Frente Renovador (FR).
Pero si Scioli y Massa descienden en las
intenciones —uno por esperar la sombra CFK y el otro por no diferenciársele
más—, Macri está creciendo continuamente y su alianza estratégica con el
centrista Partido Radical puede ayudarle a entrar en las provincias —su fuerza
es la capital— y a suavizar los anticuerpos del electorado centrista.
Esperaremos a las PASO del 9 de agosto.
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