«Resulta
totalmente imposible gobernar un pueblo si éste ha perdido la confianza en sus
gobernantes.» [Confucio]
¿Sabía usted que existe
una figura geométrica que tiene una única cara y un único borde? Por muy increíble que parezca, existe:
la banda de Möbius, una paradoja científica que tiene la propiedad matemática de
ser un objeto no orientable porque es unidimensional. No hay frente ni fondo: sólo
es frente. No hay el lado de arriba ni el de abajo porque todos son el mismo
lado y un único borde.
Este descubrimiento en
el siglo 19 del matemático y astrónomo teórico alemán August Ferdinand Möbius
(descendiente de Martin Lutero) fue un paso fundamental en el desarrollo de la
teoría de números y de la topología (rama de la matemática que relativiza lo
inalterable de la geometría de Euclides).
Pero también, seguro
sin saberlo, ha sido muy utilizable por algunos políticos y sus justificaciones
de errores. Desechando las dicotomías, el elucubrar un mundo donde lo externo
siempre agrede y destruye y lo interno es idílico es una de las pasiones de la
mediocridad fracasada.
La Venezuela de Maduro
Moros es (en discursos y consignas) la presunta continua víctima de fuerzas
centrífugas externas (incluidos presuntos agentes internos de ese poder
externo) que quieren destruir la idílica sociedad bolivariana. Nada más fácil y
provechoso para simplificar que la banda de Möbius: todo es unipolar; sólo algo
externo me agrede porque no puede existir yerro alguno propio, sólo puede haber
maldad ajena frente a la virtud propia.
Maduro Moros es el
prisionero de Miraflores. Exiliado de La Casona, temeroso de sombras ajenas y
certezas propias, incapaz de reproducir el carisma de su mentor y lejano del
poder del Líder, consciente de su enanismo frente al gigante del que heredó
(éste también, Hubris, concienciado que sólo él capeaba todos los temporales y
quizás previsor de sombras a su legado), el inquilino de Miraflores sabe que es
vana ilusión «pretender apagar con fuego un incendio» [Confucio] y que su
Destino Manifiesto, elegido por su Líder, es ése.
Hoy Venezuela (la de los Rómulos demócratas:
Gallegos Freire y Betancourt Bello) se debate en la espiral de una crisis
que, fracasados los diálogos por sorderas, se encamina cada vez a la violencia
sin solución. Con disminuidos soportes, prebendalistas unos e ideologizados
otros, la Venezuela Bolivariana se acerca a un quiebre que sólo la oportuna
presión latinoamericana puede suavizar, presión que hoy critican los mismos que
la ejercieron presta y severamente en Paraguay poco antes, dando a pensar que
hay dos varas para medir la misma cosecha (y eso a pesar de que en Paraguay no
hubo muertos ni prisioneros de conciencia…).
Hoy, que tan intercomunicados estamos, el
silencio es complicidad o es cobardía. Solidaridad es presionar para el
diálogo, no de ganar tiempos y audiencias sino para soluciones reales, sin
vencedores, franco y decidido. Otros pudieron, tras muchos muertos; confiemos
que éstos no sean el camino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario