Un millón de personas en São Paulo en la más
multitudinaria protesta de la democracia brasileña —decenas de miles en otras
ciudades— rechazaron el creciente desgaste de la situación socioeconómica del
país, la corrupción de una buena parte de la clase política y la actitud de su mandataria.
Muchos de
los manifestantes del
domingo eran de la clase media emergente, beneficiados por los años recientes
de bonanza tras las profundas reformas de Fernando Henrique Cardoso y ampliadas
después por Luiz Inácio da Silva —quien negado ese
antecedente. A todos les afecta la recesión —real— de la economía y la inflación,
junto con la subida de los impuestos, la gasolina y la energía eléctrica y los recortes a los
programas socioeconómicos de las medidas de ajuste del nuevo ministro de Economía, el liberal
Joaquím Levy—, a lo que se suma el escándalo Petrobras que, además de descubrir un
esquema de corrupción mayor que el mensalão —con el que el PT institucionalizó la
corrupción política durante el primer gobierno de Lula da Silva—, ha desplomado a
menos de la mitad su valor bursátil en un escándalo que mancha directamente a
la Presidente Rousseff —por
negligencia o por aceptación.
Recién reelecta apretadamente —3%—, Rousseff afronta el peor escenario posible en un
país muy preocupado. Sin la fuerza del PT de años atrás —sólo pudieron congregar
40.000
personas en São Paulo en su apoyo—, la presidente tuvo
que aplicar duras medidas restrictivas, las mismas que durante la campaña acusó
a la oposición.
Para Neves lo mejor fue no ganar. Rousseff está haciendo el trabajo
sucio que socaba sus consignas y que,
junto con transparentarse la corrupción, anula las posibilidades futuras
de regreso al poder de su mentor, un cada vez más disminuido Lula da Silva y peligra
la libertad en la cúpula petista.
A tempestade perfeita.
Información consultada
http://spanish.irib.ir/análisis/artículos/item/136420-el-crecimiento-económico-de-brasil-durante-los-últimos-10-años
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