“Parece
ser más acorde a la voluntad de Dios que, interrumpiendo la calma de la
oración, salgamos a trabajar en el mundo.” [San Francisco de Asís]
Los cambios que Francisco
está haciendo en Roma influenciarán sobre los 1.200 millones de católicos (casi
la quinta parte de la población mundial) que viven en 197 países.
No son ni usar ropas simples (descartando los ornamentos
renacentistas, algunos que Benedicto “resucitó” después de siglos; tampoco son
sus simples zapatos negros de cordón en lugar de los papales mocasines rojos)
ni la simplificación en las joyas (en lugar de oro: hierro en la cruz pectoral
y plata en el anillo del Pescador) ni, incluso, los gestos inusualísimos (pagar
personalmente sus cuentas; residir en Santa Marta y no en el lujoso
departamento papal; lavar los pies a menores presos, cristianos y musulmanes;
viajar en bus y no en su limusina oficial). Son sus decisiones: recién elegido,
adoptar el nombre de Francisco en homenaje al Santo de los Pobres; escoger como
lema “Miserando atque eligendo” (“Lo miró con misericordia y lo eligió”) y en
el balcón de San Pedro pedir a la multitud que ore por él antes de bendecirla,
lo que ejemplificaba su humildad; al día siguiente, envió a clausura al cardenal norteamericano
Law —encubridor de sacerdotes pederastas en EEUU—, demostrando que sería
implacable con los abusos dentro de la Iglesia, y (entre otros) cuando basó su primera
homilía al día siguiente de su elección en los conceptos de "caminar,
edificar y confesar", fijando las dimensiones pastoral y de compromiso de
la labor de la Iglesia.
Un Papa del Tercer Mundo, latinoamericano, comprometido con
el diálogo interconfesional dentro del cristianismo y fuera de él, que ha
vivido y vive la pobreza, que busca recuperar la misión que un hombre recibió hace
9 siglos cuando oraba en una iglesia en ruinas en Asís y oyó que Cristo le
dijo: "Ve, Francisco, y repara mi Iglesia.” Un Pastor destinado a limpiar
la Casa de corruptos y pecadores (unos pocos que maculan la labor de
muchísimos) y regresarla junto a los humildes, sin duda será un referente
importante para una Región con fuertes antagonismos y necesitada de firmes liderazgos
conciliadores.
Éstas serán sus
primeras tareas, pero no menos urgentes estarán las doctrinales: entre muchos
otros, discutir sobre el celibato
y la ordenación femenina, oír las voces “disidentes” y democratizar la Iglesia como abrió Vaticano
II, acercándola a sus corderos de hoy.
Una reflexión más:
Días atrás intercambié
opiniones con conocidos que mencionaban que el cristianismo (el catolicismo
en particular) es tristeza: El cristianismo es Amor, como enseñó Cristo, y el Amor es Alegría, como
escribió San Pablo; pero llegar a ese Amor y a esa Alegría puede pasar por la
tristeza: Es como cuando nace una criatura que,
para llegar a la Alegría del alumbramiento, la mujer sufre los dolores del parto, pero ese dolor tan grande lleva a una Alegría aun mayor que es el mejor ejemplo de Amor.
Feliz Pascua de
Resurrección.
Referencias
http://alamordelalumbre.es.tl/Los-Ciegos-y-el-Elefante,-F%E1bula-Indost%E1nica--k1-An%F3nimo-k2-.htm
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