lunes, 22 de abril de 2013

El previsible retorno de los colorados al poder


Cumpliendo augurios, Paraguay tuvo ayer sus comicios generales en plena normalidad. Elecciones de doble importancia: la primera, con independencia del ganador, demostrar a la comunidad internacional que en Paraguay se cumplía con la democráticas; la segunda, comprobar si —como el PRI en México en 2012— la Asociación Nacional Republicana, los colorados que habían perdido el poder en 2008 tras 61 años de tenerlo ininterrumpidamente —78 en total desde 1887—, podía regresar triunfante.

Los dos se cumplieron. Del primer reto, cientos de observadores internacionales y más de un millar nacionales avalaron su legitimidad y tranquilidad —aparentemente sólo turbada por la detención de dos sicarios bolivianos que confesaron que iban a asesinar a un político no identificado para enturbiar los comicios—, aunque matizada con denuncias de compras de votos y “acarreos” de electores; de la segunda, a los colorados les fue mejor que al PRI porque ganaron con más de 45% de los votos emitidos —la alianza del PRI con los Verdes alcanzó poco más de 38%.

¿Cuáles son las principales lecturas resultantes? 

La primera: la democracia paraguaya está posicionada —ganó un partido en la oposición— y que las decisiones políticas que la excluyeron de casi todas las entidades de la Región en 2012 no tienen ya justificación. 

Segunda: el peso de la izquierda post Lugo —dividida: Avanza País (la principal) y Frente Guasú, con Lugo— ronda sólo 9% en conjunto, confirmando que en 2008 su aporte electoral a la Alianza Patriótica para el Cambio —que derrotó a los colorados y llevó a Lugo al poder— fue minoritario. 

La tercera: el fin de los caudillismos en el país con la desaparición de UNACE —aliados coyunturales de los liberales, que del tercer lugar en 2008 bajó al séptimo— tras la trágica muerte de su líder Oviedo.


Referencias

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