El 16 pasado, se difundió la primera encuesta de intenciones
de voto de CIES MORI tras la inscripción de los binomios presidenciales. Me
quedaré a analizar en ella porque la otra que esperaba de intenciones —la de
Jubileo-UMSA— no ha salido y ésta de CIES MORI la puedo comparar con su
anterior de preferencias difundida el 2 de enero.
Empezaré por los resultados ponderados sobre votos válidos, prorrateando
proporcionalmente los No Sabe (6,5%) y Voto Secreto (2,2%) a los valores
directos. Los resultados ponderados dan el 34,3% para el MAS (directo: 31,6%), el
18,6% para Carlos de Mesa (17,1%), Jeanine Añez el 17,9% (16,5%), Luis F. Camacho
10,4% (9,6%), el coreano naturalizado Chi Hyun Chung el 5,9% (5,1%), Feliciano Mamani
y Jorge Quiroga coinciden en el 1,7% (1,6%) e Ismael Schabib (inhabilitado y
luego sustituido) el 0,5% (0,5%).
Empezaré aclarando por qué la del MAS es la única
candidatura que no he utilizado el nombre del candidato: como todos mis lectores
concordarán, Luis Arce es un comodín intrascendente pero “el candidato” para
captar —o perder votos— es Morales; la ausencia de los moderados del MAS es
muestra de ello. También recordaré lo que ya mencionó Fernando Molina en
UNITEL: el 65% de los electores había declarado antes que nunca votarían por el
MAS, lo cual da que el más está llegando (o llegó) a su “techo” electoral y la
única opción viable es bajar.
De Mesa está alrededor del 18,6%, una caída significativa
respecto del 26% que —según CiesMori— tenía en julio de 2019 (también tres
meses antes de las elecciones) y un empate técnico con Añez. Las posibilidades
de Mesa de mantenerse —y no serían de crecer— quedan cada vez más circunscritas
al Occidente y sin el recurso del “voto útil” que le benefició argüir en
octubre pasado. Obviando su campaña anterior, pesa en su contra su tibia
posición durante la Revolución de las Pititas, cuando todo el país opositor
pedía salida de Morales y él continuaba con el reclamo de segunda vuelta. Por
el contrario, Añez —aún con poca comunicación de gestión y ninguna de campaña—
sin utilizar el Poder para hacer política puede crecer significativamente.
Sobre Camacho, cierro en poco.
De los cuatro candidatos siguientes: el ultraconservador Chi
va a aferrase al voto evangélico que no le dará posición en la Asamblea,
mientras que Quiroga, Mamani y el sustituto de Schabib son absolutamente
residuales y camino a pérdida de registros.
El quid está en la Asamblea: el MAS podría tener 15 de 36
senadores y 25 de los 60 plurinacionales (sin contar uninominales). No serían
mayorías simples —menos absolutas— pero tendrían un fuerte peso decisor. Por
ello, la preocupación ciudadana de reforzar las candidaturas viables y
descartar las menos favorecidas antes de pensar en posibles alianzas
postelectorales dentro de la Asamblea.
En este sentido, toma importancia la propuesta de Camacho,
candidato circunscrito a Santa Cruz y desaparecido en el resto del país (Marcos
Pumari no aportó nada en Occidente), aunque queda en duda qué quiere decir con “dejar
en blanco” porque las únicas opciones son seguir o retirarse. Hasta el 30 de
abril pueden abandonar candidatos de participar y ser sustituidos dentro de
organizaciones pero, en el caso de organizaciones, no porque ya estarían en la
boleta impresa.
Camacho fue la cara visible —seguido por muchos— en la caída
de Evo pero el líder de barricada no se trasvasó a ser un candidato exitoso.
Ahora es el momento de definirse: si renuncia y sus votos refuerzan alguno de
los dos principales candidatos opositores —Añez mucho más posible— o nos quedará
que “en blanco” fue una argucia cantinflesca de marketing electoral. Lo
sabremos después de Carnaval.
«¿Dijiste media verdad? /
Dirán que mientes dos veces / si dices la otra mitad».
[Antonio Machado, Proverbios y Cantares XLIX]
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