Empezaré
esta columna junto con mis lectores no-MAS tras la incertidumbre con la vigente
Sentencia Constitucional Plurinacional 024/2018 (írrita como la 084/2017 que
habilitó al binomio ilegal y luego fraudulento) que cambió el requisito de
“haber residido de forma permanente al menos los dos años inmediatamente
anteriores a la elección en la circunscripción correspondiente” (Artículo 149 y
concatenados de la Constitución vigente) por otro de “residencia intermitente”,
“justificado” por ser más “favorable a los derechos humanos” de los posibles
candidatos. (La Sentencia interpretativa fue promovida por dos aún diputados opositores:
Norma Piérola Valdéz y Julio Costas Gonzáles.) La candidatura observada de
Morales Ayma por el Tribunal Supremo Electoral (como las de los demás que lo
fueron) fueron revisadas de acuerdo con lo establecido por la ley; el requisito
de residencia permanente está en el Reglamento OEP para la Inscripción y
Registro de Candidaturas, artículo 3.II.
En afán
propositivo y porque creo que es muy posible corregir las falencias, diré que
la Administración Añez Chávez, más allá de su transitoriedad, ha perdido
posibilidades y, aparentemente, abandonado esfuerzos en áreas de su
comunicación. De plano, después de un excelente inicio de posicionamiento exterior
que fue intuitu personæ con Jorge
Quiroga Ramírez, Óscar Ortiz Antelo, Jaime Aparicio Otero y Karen Longaric
Rodríguez, éste no fue seguido (difusión, posicionamiento o lobby mediático)
por razones que desconozco, ya fuera por decisión estratégica, falta de
personal o recursos o, incluso, por un saboteo interno de la gestión. La
consecuencia ha sido una visión negativa en medios internacionales, a través de
recientes artículos (la traducción es mía) como “Déjà vu en Bolivia: Áñez
quiere ser como Evo” (The New York Times), “La líder interina de Bolivia no
debería presentarse a elecciones” (The Financial Times) y “Jeanine Añez quiere
ser presidente de Bolivia. Ella está traicionando su voto para restaurar la
democracia” (de Andrés Oppenheimer en The Miami Herald). Por el mismo plano estarían
los diferendos con Diego García-Sayán Larrabure y los que ha habido con
Amnistía Internacional y la CIDH, al margen de cuán invalidas sean estas
posiciones. ¿Son prevenibles? Sí, pero cada momento que se pierda nos acerca a
un 3 de mayo descalificado internacionalmente.
“Comunicar
hacia adentro” pareciera que es el enfoque estratégico de la comunicación
gubernamental previendo críticas y susceptibilidades sobre mezclar gestión con
campaña pero, perdido el cebo (a la vez que cepo) de la propagando estatal y
sin otras coyundas perceptibles, en medios importantes aparecen posiciones asaz
muy críticas dentro de una libertad amplia de expresión que celebro
absolutamente pero que debió ser compensada (¡no coartada!) por una mejor
comunicación estatal (incluida de crisis) fuera de sus medios propios. ¿Qué es
muy corto el tiempo, no abundan los recursos (no los humanos, que aquende sí existen)
y lo previo era viciado? Sí, sin dudas. Pero también lo ha sido para los que
enfrentan la economía y la pacificación, la salud… Es época de presta creatividad
comprometida, no de prueba y error.
El
gobierno ha tenido desaciertos pero también muchos aciertos. La presidente provoca
amores y desamores, lógicos ambos; los bulos y miedos pululan en Redes y
conversas; el saboteo no falta, a veces con buenas intenciones. Es la época del
río revuelto, del descrédito de la política (y de la antipolítica también). Y,
en medio de ello, dos buenas noticias: el MAS continúa fracturándose y
despreciando a los moderados. Y las pititas (sin etiquetas) no se han guardado.
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