domingo, 24 de febrero de 2019

Después de las mentiras, camino de victoria



Ayer sábado fue el clímax —por ahora— del acelerado desmiembre político y social del madurismo. Casi cuarenta días después de la reasunción ilegítima de Maduro y un mes cabal de la designación por la Asamblea Nacional —último poder legítimo— de Guaidó como Presidente Encargado, la apuesta del presidente Guaidó, junto con la mayoría de la comunidad internacional, para entrar ayuda humanitaria en Venezuela tuvo fecha.

Las mentiras acabaron: que no había crisis de medicinas y alimentos ¿y para qué “mandó” Rusia 300 toneladas (que fueron 7 no más)?—, que la ayuda estaba contaminada, que encubría una intervención militar… Todas fueron cayendo rápidamente, como cayendo está el régimen.

El factor de desbalance está en las FANB: su posición final deserciones incluidas— será decisoria en la crisis. También Cuba; el viernes pasado, Rocío San Miguel directora ejecutiva de la ONG Control Ciudadano afirmaba para El País (“El goteo de las deserciones militares está erosionando la roca”): «Maduro no puede caer antes de referendo constitucional cubano […], el efecto de lo que sucede en Venezuela es demasiado poderoso».

Pudieron quemar algunos camiones, obstruir la entrada de otros, gasificar, perdigonear y asesinar a indefensos, pero Maduro debería recordar a Talleyrand-Périgord: «Todo podemos hacer con bayonetas excepto sentarnos en ellas.»


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