Desde final de 2015, Latinoamérica
ha empezado una nueva vuelta de tuerca: en 2010 la izquierda made in Foro de
São Paulo —dura y light— gobernaba o decidía en la mayoría de la
Región (menos México, Belice, Honduras, Costa Rica, Panamá, Jamaica, Guyana y
Colombia), “exitosa y generosa” con los más desposeídos gracias al boom extraordinario de los precios de
los commodities, pero al cerrar 2018 en
Latinoamérica prima el lato sensu
ideológico contrario (la “derecha”, el liberalismo) y el forismo heavy sólo está aún en Nicaragua, Cuba,
Venezuela, El Salvador y Bolivia —ambos a punto de elecciones trascendentes— y en
versión light Quisqueya y Uruguay —éste
también electoral en 2019 sin augurios favorables— (México, amén de populismo
centralista, falta por saber qué hará). Una tendencia conservadora que se ha
expandido en Europa y que en los EEUU ganó con Trump.
El último fue Brasil: Jair Messias
Bolsonaro ganó la primera (46%) y segunda (55%) vueltas de las elecciones. ¿Cómo
un candidato del minúsculo Partido Social Liberal —ultraconservador—, sin grandes
recursos —tuitero popstar como Trump— y nostálgico de la dictadura, pudo ganar
en un país tradicionalmente aperturista? Fue por la decepción con el populismo
y la corrupción petistas de grandes sectores del electorado brasileño y a pesar
de toda la campaña negativa sobre Bolsonaro —“misógino, homofóbico y fascista”—,
apoyada en grandes medios internacionales.
¿Cuánto cambiará Brasil? Con un Congreso
mayoritariamente conservador —partidos evangélicos incluidos—, un centro
depreciado y las “izquierdas” reducidas, sus electores serán sus vigilantes. Y como
la gravitación política regional de Brasil —primera economía regional— es enorme,
eso significará una presión muy fuerte para cambiar regímenes en Venezuela y
Nicaragua.
Para Bolivia, muy vinculado con
Brasil —tiene la mayor frontera; se narcoexporta a Brasil y los cárteles
brasileños están acá; el negocio del gas se reinventa en un nuevo contexto
disímil y menos favorable; sus importaciones priman y estamos en un contexto
político desfavorable —externo por el realineamiento ideológico regional e
interno por el manifiesto apoyo de Bolsonaro a sectores opositores—, con
seguridad la relación será estresante.
Hasta antes de la asunción, no se
han dado encontronazos: Bolivia no ha sido puesta en el mismo “saco” que sus
socios ALBA; se siguen buscando compradores privados para el gas; no se han
“narcotizado” las relaciones…
Aún.
Información consultada
http://www.datos-bo.com/Bolivia/Sociedad/Cantidad-de-telefonos-celulares-supera-poblacion-de-Bolivia
https://twitter.com/carlosdmesag
https://www1.folha.uol.com.br/internacional/es/brasil/2017/12/1942376-las-campanas-politicas-en-brasil-pediran-donaciones-y-haran-vaquitas-en-internet-para-la-eleccion-de-2018.shtml
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