martes, 1 de enero de 2019

2019, Año del Cerdo y de muchas cosas más



El 5 de febrero próximo (nueve días después de ¿nuestras? primarias y dos después de que el TSE publique sus resultados), los asiáticos celebrarán el inicio del año nuevo lunar y para la astrología china se iniciará el Año del Cerdo de Tierra. Como muchos conocen, la milenaria cultura china tiene una astrología cargada de simbolismos, con signos anuales según su calendario lunar y con ciclos docenales; precisamente, el 2019 es el fin de uno de esos ciclos de 12 años: el de vigencia del elemento Tierra, un año que la astrología china predice como de grandes cambios (final de un docenio) e inicio de otro: los años de Metal.

Volviendo a estas “elecciones primarias”, mi primera duda es si son útiles; la respuesta es sí y no (ying y yang). “Sí” para el MAS-ISP porque, al aceptar que participara, el TSE refrendaba la sentencia 84/17 del TCP y los partidos y alianzas que compitieran tácitamente lo aceptaban aunque explícitamente se opusieran a ello; “sí” también para el MAS-IPSP, porque el corto tiempo que se dio a los partidos luego de raudamente promulgada la Ley de Organizaciones Políticas creó una dificultad de origen para la unidad opositora y “sí” (también para el MAS-IPSP) porque complicaba, de origen, la sincronía entre plataformas y organizaciones políticas. (Aún hay otro “sí”: el de explicitar el “músculo” partidista, pero a esto llegaremos después.) Pero es “no” porque desde ya todos conocemos “los binomios ganadores” porque sólo compite uno por cada organización registrada, lo que las convierte en un gasto inútil.

Según el artículo 29 numeral I de la Ley 1096 (LOP), las elecciones primarias se realizarán 120 días antes de la convocatoria para elecciones generales y esta convocatoria será 150 días antes de la fecha de la elección (artículo 94 numeral I de la Ley 026 de Régimen Electoral); si sumamos que las primarias, según el numeral II del mencionado artículo 29, se convocarán con 120 días de antelación a su realización, entonces el país estaría inmerso en contiendas electorales 390 días antes de cada elección nacional, unos 13 meses (algo que es excede al resto de Latinoamérica pero “entendible” recordando que desde enero de 2015 vivimos la campaña por la re4candidatura del señor presidente).

La segunda duda se refiere a si la oposición (“las oposiciones”) está fortalecidamente preparada para terciar en las próximas elecciones generales y mi respuesta es “a hoy, aún no”. De los 10 partidos habilitados hasta noviembre, ocho concurren a las primarias; lo que pudiera parecer pluralidad, en realidad es dispersión porque siete enfrentarían al gubernamental MAS-IPSP; este síndrome MUD (por el grave fracaso opositor en Venezuela de la dispersión en la Mesa de la Unidad) se acentúa porque las plataformas ciudadanas tampoco han podido cohesionarse a cabalidad, creando un proceso a dos velocidades: una para el oficialismo, potenciado por la maquinaria del Estado, y otra para las oposiciones (partidarias y ciudadanas) armándose sobre la marcha.

Sin aún resultados de las primarias ni encuestas actualizadas confiables (aunque a tanta distancia de las elecciones recuerdo que al inicio de 2002, Alberto Costa Obregón y Libertad y Justicia “ganaban” absolutamente en las encuestas pero en junio las perdió con menos de 3%), me es fácil augurar que varias candidaturas opositoras se retirarán luego de las primarias y que, por “músculo” partidario (estructura) y electoral (adhesiones, financiamiento), en octubre el enfrentamiento principal estará entre el MAS-IPSP, Comunidad Ciudadana y “Bolivia dijo No”.

¿Se cumplirá el vaticinio de fin de ciclo?

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