El 5 de febrero próximo (nueve días después de ¿nuestras?
primarias y dos después de que el TSE publique sus resultados), los asiáticos
celebrarán el inicio del año nuevo lunar y para la astrología china se iniciará
el Año del Cerdo de Tierra. Como muchos conocen, la milenaria cultura china
tiene una astrología cargada de simbolismos, con signos anuales según su
calendario lunar y con ciclos docenales; precisamente, el 2019 es el fin de uno
de esos ciclos de 12 años: el de vigencia del elemento Tierra, un año que la
astrología china predice como de grandes cambios (final de un docenio) e inicio
de otro: los años de Metal.
Volviendo a estas “elecciones primarias”, mi primera duda es
si son útiles; la respuesta es sí y no (ying y yang). “Sí” para el MAS-ISP
porque, al aceptar que participara, el TSE refrendaba la sentencia 84/17 del
TCP y los partidos y alianzas que compitieran tácitamente lo aceptaban aunque
explícitamente se opusieran a ello; “sí” también para el MAS-IPSP, porque el
corto tiempo que se dio a los partidos luego de raudamente promulgada la Ley de
Organizaciones Políticas creó una dificultad de origen para la unidad opositora
y “sí” (también para el MAS-IPSP) porque complicaba, de origen, la sincronía
entre plataformas y organizaciones políticas. (Aún hay otro “sí”: el de
explicitar el “músculo” partidista, pero a esto llegaremos después.) Pero es “no”
porque desde ya todos conocemos “los binomios ganadores” porque sólo compite
uno por cada organización registrada, lo que las convierte en un gasto inútil.
Según el artículo 29 numeral I de la Ley 1096 (LOP), las
elecciones primarias se realizarán 120 días antes de la convocatoria para
elecciones generales y esta convocatoria será 150 días antes de la fecha de la elección
(artículo 94 numeral I de la Ley 026 de Régimen Electoral); si sumamos que las
primarias, según el numeral II del mencionado artículo 29, se convocarán con
120 días de antelación a su realización, entonces el país estaría inmerso en
contiendas electorales 390 días antes de cada elección nacional, unos 13 meses
(algo que es excede al resto de Latinoamérica pero “entendible” recordando que
desde enero de 2015 vivimos la campaña por la re4candidatura del
señor presidente).
La segunda duda se refiere a si la oposición (“las
oposiciones”) está fortalecidamente preparada para terciar en las próximas
elecciones generales y mi respuesta es “a hoy, aún no”. De los 10 partidos
habilitados hasta noviembre, ocho concurren a las primarias; lo que pudiera
parecer pluralidad, en realidad es dispersión porque siete enfrentarían al
gubernamental MAS-IPSP; este síndrome MUD (por el grave fracaso opositor en
Venezuela de la dispersión en la Mesa de la Unidad) se acentúa porque las
plataformas ciudadanas tampoco han podido cohesionarse a cabalidad, creando un
proceso a dos velocidades: una para el oficialismo, potenciado por la
maquinaria del Estado, y otra para las oposiciones (partidarias y ciudadanas)
armándose sobre la marcha.
Sin aún resultados de las primarias ni encuestas actualizadas
confiables (aunque a tanta distancia de las elecciones recuerdo que al inicio
de 2002, Alberto Costa Obregón y Libertad y Justicia “ganaban” absolutamente
en las encuestas pero en junio las perdió con menos de 3%), me es fácil augurar
que varias candidaturas opositoras se retirarán luego de las primarias y que,
por “músculo” partidario (estructura) y electoral (adhesiones, financiamiento),
en octubre el enfrentamiento principal estará entre el MAS-IPSP, Comunidad
Ciudadana y “Bolivia dijo No”.
¿Se cumplirá el vaticinio de fin de ciclo?
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