Si no fueran
tan graves para la democracia los sucesos de Cataluña —Catalunya—, Piolín y
demás personajes Looney Tunes en babor y estribor de los barcos cruceros con
los guardias civiles enviados para reprimir el referéndum catalán hubieran
arrancado sonrisas. Pero fueron sarcasmo para una penosa jornada.
Populismo, corrupción, nacionalismo exacerbado y altermundismo
—un cóctel indigerible para
sus propios integrantes— más mediocridad y “urgencia” del lado catalán, y mediocre
inopia abúlica —más dosis de corrupción y de populismo— desde el gobierno en
Madrid y, sumadas, mentiras —plenas y medias—, fueron los factores de eclosión
de la crisis catalana. Veamos las partes, sin discursos ni posverdades que, de
machacantes, ha enturbiado todo.
En
Cataluña, las élites “nacionalistas” que detentaron el poder desde la
Transición y aun desde el franquismo con más o menos disimulo, caían en franca
descomposición por los graves escándalos de corrupción descubiertos,
encabezados por el clan de Jordi Pujol i Soley que, de Pare de la Pàtria,
pasó a cap de màfia pero incluyendo gran parte de esa élite que encabezó
la política catalana desde Convergència Democràtica. La solución pasó desde más
nacionalismo con populismo bajo Artur Mas i Gavarró hasta un independentismo
matrimoniado en Junts pel Sí entre los restos de Convergència —ahora Partit
Demòcrata Europeu Català (PDeCAT) con Carles Puigdemont Casamajó— y Esquerra Republicana
—ERC: independentista y republicano de izquierda moderada, con Oriol Junqueras
i Vies—, con otras menores: una alianza entre la conservadora oligarquía —para
salvataje de sus intereses— e independentistas de clase media, arropada bajo la
bandera del pancatalanismo: “resurgir” unos Països Catalans — dentro de España:
Cataluña, Baleares, Comunidad Valenciana y parte de Aragón, más Andorra y
territorios franceses— que en la historia nunca fueron y para lo cual, más que
pseudohistoriografía, han creado una hagiografía xenófoba. Pero como en el
Parlament regional le faltaban 7 diputados para la mayoría, se concubinaron in
extremis con la ultraizquierda altermundista de la CUP (Candidatura
d'Unitat Popular) y sus 10 “votos de oro” han sido dogal de sus socios y
acelerador de procesos —con un potencial final de destrucción de las élites de PDeCAT
y previsible guerra civil.
Del otro
lado, Mariano Rajoy Brey, tan mediocre políticamente como Puigdemont y Junqueras
además de campeón del inmovilismo político —“maneja los tiempos”—, capitán de
un partido socialdemócrata de derecha como tantos fracasados en Europa, envuelto
también en graves corrupciones y desprovisto de liderazgos alternativos, Rajoy evadió
permanente y pusilánimemente desde 2011 enfrentar el creciente independentismo
catalán —aun ahora, en plena crisis, su “mejor” propuesta de solución es dar
más dinero a la Comunidad— y su respuesta actual —judicializarlo— ha ahondado
la fractura nacional y desatado graves odios y resentimientos —convirtiendo a
muchos prounidad en independentistas por cientos de heridos por medio.
Concuerdo
con el derecho a decidir de los catalanes pero en votación legal —ni falsa ni artera
como la actual ni demonizada tampoco— con todos sus derechos democráticos, sin
falsedades ni posverdades, sin manipulaciones y en pleno ejercicio de su
soberanía. ¿Será aún posible o vendrá el anunciado suicidio económico de su
independencia? Muy difícil empeño pero sólo así se traerá paz y crecimiento a Hispania
—y los Països Catalans, como la Gran Serbia y el Lebensraum, será mero olvidado.
Información consultada
https://es.wikipedia.org/wiki/Junts_pel_Sí
https://es.wikipedia.org/wiki/Lebensraum
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