miércoles, 11 de octubre de 2017

La Declaración catalana de No Independencia


De farsa a sainete —y bordeando la tragicomedia—, ayer Carles Puigdemont declaró la No Independencia de Cataluña y madrugó a los altermundistas de la CUP y a los muchos incautos que creyeron en el independentismo sin pensar que el Govern y Junts pel Sí —la burguesía conservadora del PDeCAT representada por Artur Mas​, los que siempre medraron del nacionalismo, corrupción incluida— los iban a dejar en estacada cuando el gran capital huyera de la región por quedar fuera de Europa.

Con ello, Puigdemont —descendiente de inmigrantes, por ende un xarnego (perro) como llaman despectivamente los nacionalistas “puristas” a todos los inmigrantes y sus descendientes— confirma que es un discípulo eminente de Rajoy, quien —al igual que el “Hoy no pasó nada” de Luis xvi el 4 de julio de 1789— el día del referéndum catalán dijo "el referéndum es una quimera" y “hemos hecho lo que teníamos que hacer”. La firma en el Parlament de una declaración de independencia y su inmediata suspensión “para dialogar” —convirtiéndola en mero papel mojado— disgustó tanto a los independentistas como a los que no la apoyaban.

A pesar de la tranquila inopia de Rajoy y del recule —temporal por ahora— del Govern, el proces catalán y la falta de decisión del gobierno central para prevenirlo desde hace años —el laissez faire, laissez passer de Rajoy— han fracturado a la sociedad catalana en dos sectores enfrentados y, con seguridad, destruido su economía. Espero que la solución de Mariano Rajoy no sea la que aventuró su ministro: dar más dinero a la región rebelde porque levantará justos reclamos de todas. 



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