domingo, 12 de julio de 2015

De Diônysos y Hermes a Tsipras

                    
Como si Diônysos —“el que finaliza el cuidado y la preocupación”— y Hermes —para Homero “el de astutos pensamientos”, elocuente pero también tramposo— hubieran confluido en él, el primer ministro Alexis Tsipras ha jugado a ser el Gran Demiurgo griego con su referéndum confuso donde ganó su consigna: el OXI (No) frente a ceder a las presiones del Eurogrupo, el FMI y el Banco Central Europeo —la Troika-Medusa. Presunta jugada política maestra, la amplia victoria del OXI fortaleció a Tsipras dentro de su país y de su partido, con su imagen renovada de “defensor de la soberanía” con la que ganó las elecciones el pasado enero pero que se había desgastado mucho según iba cediendo a las presiones externas.

El domingo pasado escribí que faltaban capítulos aún en esta tragedia —para Grecia—en tono de farsa —de Tsipras. Durante meses, él y su ministro de economía Yanis Varufakis jugaron a aceptar-denegar las reformas que la Troika les pedía, dilatando una solución a los gravísimos problemas de su economía y, como consecuencia, volvieron a hundir los indicadores del país a niveles de 2009. Demagogia que, con independencia de los causantes de la crisis —propios y ajenos—, empeoraba la crítica situación de la población.

Y continuando el doble juego, en vísperas del referéndum Tsipras aceptó casi todas las imposiciones de la Troika —la diferencia era un ahorro adicional de 4 mil millones de euros en dos años que le exigían y al que él se negaba— pero el Eurogrupo, con la consulta ad portas, eventualmente no tomó en consideración esta aceptación.

La imagen tan difundida de los atenienses bailando y agitando sus banderas en la Plaza Syntagma, con el discurso de Tsipras celebrando eufórico el No, duró muy poco. Tras cuatro días de vaivenes, dilataciones e indecisiones, su nuevo ministro de economía Efklidis Tsakalotos —el bad boy Varufakis  había sido sacrificado como en un ritual dionisiaco— presentaba el jueves a sus homólogos del Eurogrupo la aceptación de todas las reformas solicitadas —¡incluidos los 4 mil millones!— mientras Tsipras convencía a su Parlamento.

¿Cesión o cálculo? Errático comportamiento irresponsable todo el tiempo. ¿Qué pensarán los helenos?

Información consultada

http://www.elmundo.es/economia/2015/07/11/55a0409c46163f0b2f8b45af.html

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