El mamey —pariente del
zapote, el caimito, el canistel y la lúcuma, todas bendiciones de la naturaleza— es una de las
frutas más deseadas en Cuba y en todos los lugares donde se cultiva. Pulpa
bermellón con semilla grande, negra y dura, la cubre una cáscara café también muy dura, que cuando la fruta madura
demasiado y se echa a perder no siempre permite saber que se ha corrompido
dentro de ella hasta el momento que, con una simple presión, implosiona y deja
ver cuán afectada estaba.
Lujuria de sabor y
color y secreto de su descomposición pueden comparar al mamey con la economía
cubana hoy. País que decidió transformaciones radicales —políticas, sociales,
económicas— en Latinoamérica y que para mantenerlas fue mutando de alianzas
estrechas —URSS y Venezuela las reales, Rusia y China no logradas—
que le permitieron capear una economía en desastre permanente y avanzar en
logros sociales —incluyendo la exportación ideológica que con Venezuela, su
último sostén, engendró el socialismo bolivariano del siglo 21— pero que,
perdiendo aceleradamente el sostén de los petrodólares venezolanos por la
crisis de ese país, antes de la implosión le llevó a otro cambio tan radical
como el que lo lanzó al socialismo soviético: arreglar los asuntos con su peor
enemigo, EEUU.
No hay dudas que es
una alianza beneficiosa y, a la vez, peligrosa para ambos. Para EEUU le ayuda
bajar la tensión con la región al eliminar el principal argumento de
confrontación, a la vez que le permite encontrar un nuevo mercado pero también
es el fracaso de casi seis décadas de política. Para Cuba, es un salvavidas
pero también marcará el inexorable inicio de una transformación socioeconómica.
Para salvar el
sistema, Cuba se abre al principal mercado del mundo —su mayor confrontador—
con reformas que achican la burocracia estatal y por ahora sólo aceptan la
empresa privada básica pero que irá, inexorablemente, ampliándose y que llevarán
a mediano plazo al cambio en las relaciones de poder y, por ende, del sistema.
¿Cuándo? Antes que
vuelva a cantar el gallo de Morón.
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