El jueves pasado concluyó
en San José de Costa Rica la III Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos
y Caribeños (CELAC) con la presencia mayoritaria de los jefes de Estado o Gobierno de los 33 países del
Caribe y Latinoamérica miembros.
El gran tema oficial de la Cumbre era reducir la
pobreza, un combate regional que, según el Banco Mundial, entre 2002 y 2012 logró
bajar de 48% a 25% (CEPAL menciona 28%) la pobreza moderada y de 25 a 13% la extrema, éxitos que podrían revertirse por
la baja recuperación económica mundial y la tendencia negativa de precios de las
materias primas que, según lo reafirmado
por la secretaría ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena Ibarra, contrajeron
el crecimiento del PIB latinoamericano en 2014 a sólo 1,1% (pronosticado 2,0-2,2%
en 2015), a pesar del importante crecimiento que tuvieron Panamá (7%), Bolivia (5,5%)
y Perú, República Dominicana y Nicaragua (5%, todos datos CEPAL). El compromiso
acordado fue erradicar la pobreza extrema en la región en los próximos cinco años,
que será objetivo central para la nueva Presidencia Pro Témpore encabezada por
el mandatario ecuatoriano Rafael Correa Delgado.
Sin embargo, el tema que acaparó más espacios
fue el inicio de la distensión entre Cuba y EEUU, problema que ha estado
presente en todos los foros regionales desde hace muchos años y ha concitado la
solidaridad común con independencia de tendencia ideológica. Aunque sólo se han
dado los pasos iniciales (el levantamiento total del embargo a Cuba depende de
posibles largos y difíciles procesos congresales en EEUU), la expresada mutua
voluntad política es el mayor avance en ese sentido en las últimas cinco
décadas y el beneficio para ambos países es inobjetable: para Cuba, una
necesidad de supervivencia económica luego de la crisis venezolana y las
consecuencias que le trae aparejada; para EEUU, doble, porque le elimina un
importante tema de confrontación con la Región (relaciones que le son
necesarias en este momento económico mundial) y porque le beneficia
económicamente por la posibilidad de un importante nuevo mercado (sobre todo
para los estados agrícolas, precisamente los menos afines a la Administración
demócrata y que podrían ser decisivos apoyos a la próxima candidatura
presidencial de ese partido).
La nota discordante la dio Nicaragua, con
problemas con Costa Rica pero que ahora y ante la desaparición (en avance, al
menos) del conflicto Cuba-EEUU, intentó introducir en los debates el de la
independencia de Puerto Rico, a pesar que en el referéndum sobre el estatus
político de Puerto Rico de 2012 sólo 5,54% favoreció la independencia sobre
1.317.029 votos válidos en un universo de 2.351.158 posibles votantes. Esta
acción concitó el repudio, incluso de muchos de sus aliados.
En abril, será la VII Cumbre de las Américas
en Panamá, la primera a la que es invitada Cuba. En este proceso de
acercamiento y distensión, ¿seguirán siendo necesarios, si lo fueron,
organismos y Cumbres casi (o sin casi) idénticas?
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