A la Presidente
Bachelet Jeria este nuevo período le debe resultar, al menos, incómodo: a los
problemas internos de su coalición —democristianos y ex
líderes estudiantiles jalándola para lados contrarios, con peligro de romper la
cuerda— y a la caída del precio del cobre —mejor manejado que otros proveedores de commodities por su Fondo Soberano de Estabilización Económica y
Social—, se le suma una bomba de corrupción en su entorno
familiar que puede costarle muy cara: el sonado caso de tráfico de influencias
de su hijo Sebastián Dávalos Bachelet — hoy ex alto funcionario de la
Presidencia— y su esposa, Natalia Compagnon Soto.
Pasando por alto todo el contenido del
escándalo, a nadie puede quedarle dudas que el lograr que el vicepresidente del
Banco de Chile —Andrónico Luksic Craig, tataranieto del héroe defensor de
Topáter, Eduardo Abaroa Hidalgo—, sin lazos de amistad con ellos, los recibiera
entre la primera vuelta electoral y el ballotage —con Bachelet Jeria ya de
segura ganadora— y les concediera un millonario préstamo más allá de las
posibles garantías empresariales al día siguiente de ser reelegida la madre de
Dávalos Bachelet y suegra de Compagnon Soto tuvo que ser una consecuencia de
utilizar —con su consentimiento o no— su nombre.
Algo muy feo en una sociedad que en esos
mismos días estaba destapando y criticando crudamente la financiación
encubierta de partidos y políticos y el tráfico de influencias —el affaire Penta—, que afectaba
principalmente a uno de los partidos de la coalición anterior…
Si algo bueno queda hoy es que la
transparencia en Chile es un buen veedor del comportamiento de la clase
política. Falta ver que nos depara mañana.
Información consultada
http://es.wikipedia.org/wiki/Eduardo_Abaroa_Hidalgo
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