En Cuba, cada 17 de diciembre miles de
peregrinos celebran una devoción popular religiosa en vínculo tríadico: San Lázaro
de Betania, resucitado amigo y discípulo de Jesús; el leproso Lázaro, el mendigo
del Nuevo Testamento —Lucas, 16; 19-31—, y el orisha lucumí Babalú Ayé, tríada sincrética
venerada por sufrir enfermedad con fe, resurrección, misericordia, arrepentimiento
y ser sanador. También ese día, el hijo de emigrantes pobres Jorge Mario Bergoglio
Sívori, 266vo. Papa católico, conmemora su cumpleaños.
Y este 17, al mediodía, en Washington y La Habana
los presidentes Barack Obama y Raúl Castro Ruz transformaban la geopolítica regional
al anunciar en simultáneo el propósito de reanudar relaciones entre sus países y
la liberación de presos: Alan Gross y Rolando Sarraff Trujillo en Cuba y en EEUU
los 3 últimos del Grupo de los Cinco.
Así los Estados Unidos de América y Cuba iniciaban
el desmoronamiento del penúltimo muro de la Guerra Fría —el último aún en Corea—
tras 53 años sin relaciones y 54 con embargo comercial, económico y financiero contra
Cuba, el más largo en la historia contemporánea mundial, iniciado a fines de 1960
cuando el presidente Dwight Eisenhower impuso el embargo parcial —profundizado por
su sucesor John F. Kennedy en 1962— y rompió relaciones a inicios del año siguiente,
bloqueo hoy repudiado internacionalmente, ineficaz y contraproducente contra el
gobierno cubano.
Con estas anunciadas medidas —junto otras financieras,
económicas y sociales, incluido el fin del embargo, que depende del Congreso estadounidense—,
ambas administraciones logran importantes beneficios: Para EEUU, en lo interno —con
las nuevas medidas migratorias— mantiene en jaque a un nuevo Congreso republicano
que buscará anular sus acciones sociales —incluido el Obamacare—, refuerza al próximo
candidato presidencial demócrata con los votos del Midwest agrícola —generalmente
republicanos pero ahora beneficiados con el comercio con Cuba— y previene un posible
éxodo masivo de cubanos si se desestabilizaba la situación económica de ese país;
en lo externo, elimina el estigma del embargo como elemento de conflicto en sus
relaciones con Latinoamérica. Para Cuba, le soluciona la imperiosa necesidad de
lograr la supervivencia de su gobierno tras la crisis venezolana —hasta ahora su
fundamental soporte— y la imposibilidad de sustituirlo por Rusia —en crisis también—,
China —no interesado— o Brasil —complicado en sus propios graves problemas.
La intermediación fructífera del Vaticano —iniciada
con Benedicto XVI y promovida por su sucesor— y el apoyo de Canadá dieron estos
resultados en vísperas de la Navidad —y de Hanukkah— y bajo los símbolos de la resurrección
y la sanación de las heridas, agradeciendo al Papa Francisco en su aniversario.
No será una conclusión —imposible aún— pero, con mezcla de alegrías, tristezas
y esperanzas, es un paso trascendental hacia ello.
A todos ustedes, mis amigos
lectores, mis mejores deseos de una hermosa Natividad y un 2015 muy feraz.
Información consultada
http://hoybolivia.com/Noticia.php?IdNoticia=131542&tit=hillary_clinton_pese_a_la_buena_intencion_la_politica_de_aislamiento_fortalecio_a_los_castro
http://www.infobae.com/2014/12/17/1615782-eeuu-cuba-la-trama-secreta-detras-del-acuerdo
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