domingo, 21 de septiembre de 2014

“¿Qué es peor: las drogas o el narcotráfico…?”

En su peculiar estilo desenfadado, el presidente uruguayo José Mujica Cordano fijó su posición sobre el debate de la despenalización de las drogas y respondió con la frase del título a los críticos de la legalización de la marihuana en Uruguay.

Este debate desnuda el fracaso de las políticas de combate a las drogas en Latinoamérica —principalmente cocaína y, en segundo lugar, marihuana y heroína— frente al crecimiento exponencial de su producción y comercio en casi toda la Región, generando cada vez mayor drogodependencia de variados sectores de la sociedad, una poderosa economía subterránea vinculada con el narcotráfico que genera corrupción política y policial y la reducción de la violencia, que en México y el Triángulo Norte centroamericano —Guatemala, Honduras y El Salvador—, así como en Venezuela, Colombia y Brasil, por sólo citar los más manifiestos, ha tenido niveles altísimos.

Para sus defensores, la despenalización desfinanciaría a los cárteles de la droga y reduciría sus actividades ilícitas, por ende la violencia. En este sentido, el presidente de Guatemala Otto Pérez Molina desde su asunción en 2012 ha defendido la legalización de la marihuana y de la amapola —base para la heroína— con fines terapéuticos.

La Comisión Global de Políticas sobre Drogas —integrada por el exsecretario general de NNUU Kofi Annan, expresidentes como Fernando Henrique Cardoso (Brasil), Ernesto Zedillo (México), César Gaviria (Colombia), Ricardo Lagos (Chile), Aleksander Kwasniewski (Polonia), Ruth Dreifuss (Suiza) y Jorge Sampaio (Portugal) y otras personalidades como el escritor y Premio Nobel Mario Vargas Llosa— recomienda el cambio radical ante el fracaso de las medidas prohibitivas y punitivas en todo el mundo, incluyendo despenalizar el consumo y posesión de drogas y la regulación responsable de las sustancias psicoactivas.
Un largo camino polémico.

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