Decir “creativo” es pensar en artista, escritor o, aun, científico
y casi nunca en político que, con mucho, debe ser creativo (y mucho cuando va en
las malas).
Desde diciembre pasado (“Más serán menos”) he dedicado
columnas previniendo contra la polarización opositora, lo continué en “Uno más otro
y más…” (marzo) y seguí en junio (“Menos serán más”). En el primero mencionaba la
“falta voluntad y un plan conjunto de la oposición, hoy lejos de replicar la Mesa
de Unidad venezolana”, carencias mantenidas a pesar de alianzas y desalianzas; con
muchos precandidatos opositores (Costas Aguilera, Doria Medina Auza, Del Granado
Cosío, Patzi Paco, Gil Moreno, Rodríguez Pari, Quiroga Ramírez, Fernández Saucedo
y quizás hasta Paz Zamora, Reyes Villa Bacigalupo y alguien por el MNR residual)
frente a un liderazgo oficialista que ya había goleado antes (54% en 2005 y 64%
en 2009; 74% como meta ahora), las expectativas opositoras eran muy escasas o nulas.
A junio, el panorama se reconfiguró con la Concertación Unidad Demócrata (CUD) uniendo
sectores mayoritarios del fracasado Frente Amplio con el Movimiento Demócrata Social
de Costas Aguilera, ubicándose en un hipotético centro democrático; además, entonces
sólo estaba Del Granado Cosío con su movimiento histórico y menos del 5% de intenciones.
El reto para la CUD era recaptar todas las disidencias posibles del Frente Amplio
y expandirse a otros sectores.
Pero no fue así. Hacia la derecha-centroderecha, Quiroga Ramírez
postuló por el Partido Demócrata Cristiano y hacia la centroizquierda Fernando Vargas
Mosúa por el Partido Verde; por otra parte, el cómodo margen que entonces obtenía
la CUD en las encuestas (32,3%, sumadas las intenciones de voto para Doria
Medina Auza y Costas Aguilera, sus líderes, a menos de 10% de las relevadas
para el MAS) se deshizo a 15-17% mientras el MAS crecía de los anteriores
indecisos (que aún siguen altos en los estudios). El tercer espacio, reducido,
es para Quiroga Ramírez mientras Del Granado Cosío alcanza valores similares o
menores al error muestral y Vargas Mosúa no aparece. Y aclaro que, aunque siempre
he sido crítico de las encuestas electorales, los errores locales nunca han
sido, ni cerca, tan burdos como los de 2010 de las encuestadores “pesos pesados”
que permanente dieron amplio ganador a Mockus Šivickas para perder (27% frente
al 69%) con Santos Calderón.
Y acá entra el análisis creativo: Queda claro que los
liderazgos opositores son poco relevantes como candidatos presidenciales frente
a Morales Ayma y la disputa por una segunda vuelta se hace, más cada vez,
lejana e improbable. Entonces la batalla se centraría en el segundo escalón:
los asambleístas, pero en todos los partidos (oficialista y opositores) los
carismas son escasos y el machismo (y el reciclaje) permea, lo que da que
lamentar. Quedaría la opción improbable: renuncias y cohesiones dentro de la
oposición. Pero ni egos ni intereses dan margen de expectación.
Así van las cosas. Menos oníricas que para Guido.
Información consultada
http://es.wikipedia.org/wiki/8½
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