Octubre este año será más caliente que otros. Y el calor
vendrá de tres importantes elecciones presidenciales: Brasil iniciará el 5, le
seguirá Bolivia el 12 mientras Uruguay cerrará el 26, en las que buscan su
reelección tres presidentes de izquierda: Dilma da Silva Rousseff del Partido
dos Trabalhadores, Evo Morales Ayma del Movimiento al Socialismo y Tabaré
Vázquez Rosas (el único que no sería reelección inmediata) por el Frente Amplio
y los tres empezaron el año (incluso ante de sus proclamaciones) con márgenes
expectables. Sin embargo hoy, en vísperas de esas elecciones, sólo Morales Ayma
aparece reforzado en las encuestas (aunque aún lejos de su meta del 74% de
votos).
Rousseff arrancó con relativa tranquilidad su reelección: a
pesar de las protestas sociales de 2013, los escándalos de corrupción para la
Copa y el pobre desempeño económico del país, superaba con comodidad a los
otros principales aspirantes presidenciales: Aécio Neves da Cunha (nieto de
Tancredo de Almeida Neves, primer presidente electo tras los militares) y
Eduardo Accioly Campos. Pero la muerte de éste último, elevó a su candidata
vicepresidencial Marina Silva Vaz de Lima (ecologista y evangélica) a la
nominación para la primera magistratura; el momento no podía ser más propicio
para ella y peor para Rousseff porque coincidía con el segundo período en recesión
económica y los escándalos de megacorrupción petista en PETROBRAS.
En Uruguay, Vázquez Rosas lideraba con comodidad las encuestas
pero aunque hoy aún ganaría la primera vuelta, no tendría el margen para ser
electo presidente y necesitaría ir a ballotage en noviembre; el imprevisto
triunfo de Luis Lacalle Pou (hijo del ex presidente Luis Alberto Lacalle de
Herrera) en las primarias de su partido podría ubicarlo en la misma categoría
que Silva: “candidatos sorpresa”. Para el Frente Amplio, la segunda vuelta sería
el momento más difícil, porque aunque todas las encuestas le dan mayoría
relativa (entre 42 y 39% de intenciones), la suma de los votos de los otros dos
partidos principales (Nacional y Colorado) lo superan en todos los escenarios
de aproximación. Esto en un país donde ha sido usual que esos dos partidos,
fuera del poder e incluso en él, se alíen y sumen esfuerzos.
Por el contrario, Morales Ayma ha ido mejorando en los
estudios de intenciones de voto. En una campaña sin novedades programáticas y
cuyo tema más debatido ha sido el del machismo en los candidatos, marcada por
el boom económico del país (que puede ser muy circunstancial y pasajero pero
que hasta hoy ha beneficiado económicamente a toda la población, incluido el
empresariado) y la incapacidad de agruparse el espectro opositor, las novedades
podrían estar en el voto cruzado: presidencial para Evo y para asambleísta
nacional de otra sigla.
Un panorama que, para Brasil y Uruguay, puede significar el
ocaso de sus experiencias de izquierda y que para Bolivia conllevará la
necesidad de una profunda reingeniería opositora y de todos sus liderazgos
actuales.
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